Miguel Guti¨¦rrez, el ¡®borusser¡¯ m¨¢s espa?ol
El periodista naci¨® en Dortmund y creci¨® en el popular ¡®muro amarillo¡¯ del Westfalenstadion antes de ¡®saltar¡¯ a los medios de comunicaci¨®n
Al peque?o Miguel Guti¨¦rrez (Dortmund, 1969) le fascinaban los paseos desde su hogar en Lange Strasse hasta el Westfalenstadion, el templo de su equipo favorito. De la mano de su padre Manuel, emigrante c¨¢ntabro que conoci¨® a su pareja de vida en Westfalia, a aquel ni?o se le pon¨ªan como platos sus ojos azules cada d¨ªa de partido, cautivado por la bulliciosa marea amarilla durante la caminata de apenas tres kil¨®metros hasta el impresionante estadio del Borussia.
Con la llegada de la juventud, Miguel pas¨® a integrar el legendario Muro Amarillo, uno de los sectores de aficionados m¨¢s pasionales de Europa. Los 25.500 en¨¦rgicos hinchas se congregaban desde dos horas antes del partido para animar a sus jugadores. ¡°He estado en muchos estadios del mundo, pero en ninguno he observado el ambiente que viv¨ª durante muchos a?os en el Muro. Era como ir a Disneylandia. Con cada gol, los de atr¨¢s arrojaban cerveza a los de delante y la primera vez era como un bautismo en la religi¨®n de nuestro equipo. All¨ª se canta, se baila y se grita como en ning¨²n sitio. Ni Anfield ni Old Trafford ni San Siro ni ning¨²n estadio espa?ol se puede equiparar a eso¡±, presume con orgullo.
Hipnotizado por aquel despliegue coral de animaci¨®n y por el juego de sus admirados Erdal Keser y Andreas M?ller, Miguel fue creciendo en todos los sentidos. El joven aficionado se convirti¨®, progresivamente, en socio y en accionista del club de su vida. Se licenci¨® en Filolog¨ªa, pero no ejerci¨® y empez¨® a trabajar en la secci¨®n musical de Radio Dortmund. Un emparejamiento en la Copa de la UEFA con el Zaragoza en 1993 hizo que recurriesen a ¨¦l como hispanohablante para ayudar en entrevistas y traducciones. Ah¨ª comenz¨® su v¨ªnculo con los medios de comunicaci¨®n que hoy en d¨ªa perdura.
¡°Tal vez sea subjetivo, pero no hay pasi¨®n comparable a la del BVB. En la ciudad hay 580.000 habitantes y el club tiene m¨¢s de 200.000 socios. En Dortmund s¨®lo existen dos cosas, el trabajo y el equipo de f¨²tbol. Caben 82.000 espectadores en el estadio y se llena siempre. Existe una lista de espera de 180.000 aficionados para ser abonados. Ha habido 402.000 peticiones de entradas para la final y en Londres se estima que habr¨¢ unos 120.000 alemanes sin entrada, que ir¨¢n solo para disfrutar del ambiente desde fuera del campo. Se est¨¢n ofreciendo hasta 9.000 euros por un ticket, pero un verdadero ¡°borusser¡± no lo vender¨¢ porque es una ocasi¨®n ¨²nica y tal vez irrepetible. Yo he conseguido varias entradas y he recibido cerca de 80 peticiones. Alg¨²n gracioso acaba dici¨¦ndome que si hay que pagar se paga (risas). Es una locura¡±, comenta sobre la expectaci¨®n que existe en la ciudad de cara al gran duelo de Wembley.
Ahora, con doble nacionalidad, mujer e hijo espa?oles y asentado en la localidad madrile?a de Cobe?a, rememora sus mayores emociones como seguidor amarillo: ¡°Mi mejor recuerdo, sin duda, fue la Champions que ganamos en 1997 a la Juve de Zidane y Del Piero en M¨²nich, con dos goles de Riedle y uno de Ricken. El peor fue la que perdimos en Wembley contra el Bayern en 2013. En ambas estuve en el estadio. Creo que la derrota en Londres result¨® incluso m¨¢s dolorosa que la liga perdida el a?o pasado en el ¨²ltimo partido¡±.
Preocupaciones. ¡°Sabemos que el Real Madrid es el favorito y que es el rey de Europa, pero el Borussia se crece ante los grandes y sabe que es una ocasi¨®n ¨²nica. La ¨²ltima Bundesliga no ha sido buena, pero ganamos 0-2 al Bayern en el Allianz. Preocupa mucho Vinicius, tal vez el que m¨¢s, y los extremos tendr¨¢n que ayudar m¨¢s que nunca a los laterales para que ni ¨¦l ni Rodrygo se prodiguen demasiado en ataque. La clave estar¨¢ en aprovechar las oportunidades que tengamos. No me gusta la gente que dice que no tenemos nada que perder, porque es una final y s¨ª perderemos mucho si no la ganamos¡±, elucubra ilusionado.
A Miguel le sigue sorprendiendo la diferencia de trato al aficionado en ambos pa¨ªses. ¡°Siendo un pa¨ªs m¨¢s fuerte econ¨®micamente, en Alemania el f¨²tbol es infinitamente m¨¢s barato que en Espa?a. La entrada m¨¢s cara en el Signal Iduna Park, en tribuna principal, cuesta 58 euros; los menores de 14 a?os pagan la mitad y los menores de 6, nada. Se trata de ir captando y fidelizando clientes para el futuro. Aqu¨ª eso es inimaginable¡±.
Este s¨¢bado vivir¨¢ un d¨ªa especial. ¡°En Wembley, antes del partido, seguro que me acordar¨¦ de mis padres, ya fallecidos, hablar¨¦ con ellos en mi mente y recordar¨¦ los momentos en los que en mi casa de Alemania escuch¨¢bamos en el transistor de mi padre, a trav¨¦s de Radio Exterior de Espa?a, los partidos de su Racing de Santander y su Real Madrid¡±. Despu¨¦s de 50 a?os como aficionado y 40 como socio, tras 600 partidos presenciados en directo y casi mil por televisi¨®n, el se?or Guti¨¦rrez volver¨¢ a sentir el cosquilleo y la emoci¨®n del ni?o Miguel en sus primeros paseos como aficionado hacia el santuario amarillo.
Al margen de ser un hincha fiel (¡°no soy de ning¨²n otro equipo, ni en Espa?a ni en otro pa¨ªs¡±), Miguel ha tenido relaci¨®n con jugadores y entrenadores que han pasado por el Borussia. A la cita con AS se presenta con su particular cofre del tesoro. La gorra, con la palabra P?hler inscrita, se la regal¨® J¨¹rgen Klopp. ¡°Significa algo as¨ª como juego de la calle. Sol¨ªa llevarla ¨¦l y me la regal¨® hace unos diez a?os¡±. Especial cari?o tiene a la camiseta del delantero suizo Stephan Chapuisat: ¡°Fue la primera camiseta que me dio un jugador. Ser¨ªa el a?o 1996 aproximadamente. Le conoc¨ªa y me la entreg¨® despu¨¦s de un partido del Borussia con el Munich 1860¡å, recuerda con nostalgia.
Mario G?tze, h¨¦roe alem¨¢n en el Mundial de 2014 con el gol logrado ante Argentina en la final, le entreg¨® su camiseta de juego tras un entrenamiento en la ciudad deportiva de Brackel. Y la de Marco Reus, ¨ªdolo de la ciudad, la consigui¨® a trav¨¦s de uno de los responsables de cantera del club, buen amigo suyo. Todas ellas, junto a la de Achraf y algunas otras, forman su colecci¨®n de joyas futbol¨ªsticas, coronadas con su bufanda fetiche. ¡°Tiene m¨¢s de 30 a?os. Sol¨ªa llevarla a todos los partidos cuando iba al Muro Amarillo¡±, rememora el borusser m¨¢s espa?ol.
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