El milagro eterno

Hace una d¨¦cada que se extinguieron las bestias de cualquier color en el reino del Madrid. Las de reciente aparici¨®n (PSG, City, Chelsea) y las de toda la vida, representadas en el Bayern, cuya nobleza es de cuna y no de fortuna. A cada equipo que le ech¨® de la Champions, su casa, se lo hizo pagar casi de inmediato en estos a?os de gloria si se lo cruz¨® de nuevo (Juventus, Chelsea, City...). Y con casi todos emple¨® una extrema crueldad. Al Bayern, que es de su especie, le hizo creer que esta vez no pasar¨ªa hasta el minuto 88. Y entonces, con un suplente de oro, Joselu, le aplic¨® el matale¨®n habitual. As¨ª tortura el Madrid. La Decimoquinta asoma ya en el horizonte. Lo anunci¨® Alaba levantando una silla a la que, espera, le salgan orejas el 1 de junio.

En Madrid compareci¨® un Bayern mejor en los dos lados del campo. Kim purg¨® sus pecados en el banquillo en beneficio de De Ligt y Gnabry complet¨®, con Musiala y San¨¦, probablemente la l¨ªnea creativa m¨¢s temible del f¨²tbol europeo. La plantilla del Bayern no es lo que dice la clasificaci¨®n de la Bundesliga. Sin embargo, su primera puesta en escena fue notablemente menos expansiva que en M¨²nich. Como el Madrid, y en terminolog¨ªa de Ancelotti, tiene muchas identidades. La primera que mostr¨® fue conservadora, m¨¢s expectante que presionante. Sin embargo, en f¨²tbol nada est¨¢ bajo control aunque lo parezca. En pleno tanteo, Madrid y Bayern se intercambiaron ocasiones. A Rodrygo le faltaron dos n¨²meros de pie para cazar un centro raso de Carvajal. A Gnabry, a¨²n en mejor posici¨®n, se le cruzaron las ideas y el disparo.

La obsesi¨®n por no equivocarse tambi¨¦n pudo leerse en el once preventivo del Madrid. En ese siempre estar¨¢ Tchouameni como centrocampista porque es el m¨¢s contenido del grupo. Un medio pesimista, que dir¨ªa Ancelotti si se le compara con Camavinga, que le abr¨ªa hueco a un defensa pesimista, Nacho. La euforia de la Plaza de los Sagrados Corazones era prudencia en el vestuario adyacente.

Neuer y el palo

Con todo, el Madrid presionaba la salida del Bayern con mayor ambici¨®n de lo habitual. Eso meti¨® en el partido a un p¨²blico que en d¨ªas as¨ª cuelga la exigencia y se pone la bufanda. Con Kroos como lanzadera fue encogiendo al once alem¨¢n, acort¨¢ndole las posesiones, quit¨¢ndole el bal¨®n, en definitiva, y amenaz¨¢ndole en el ¨²ltimo tercio.

Antes del primer cuarto de hora tuvo el gol Vinicius. Solt¨® un remate cruzado ya muy dentro del ¨¢rea que devolvi¨® el palo. El rechace le cay¨® a Rodrygo, pero el Neuer de los mejores d¨ªas puso su mano derecha a un disparo poco preciso. La colocaci¨®n es lo ¨²ltimo que pierde un portero veterano. El Madrid sacaba partido, en aquella fase, de la posici¨®n fronteriza de Bellingham, inc¨®modo para los dos mediocentros de Tuchel, fuera del alcance de los centrales. Ese es su sitio. Lo de goleador ha sido una impostura necesaria.

A la media hora de juego el Bayern perdi¨® a Gnabry, que ha pasado un calvario esta temporada, y al partido lleg¨® Davies, zurdo anfibio: mitad lateral, mitad extremo. Su llegada coincidi¨® con una volea tremenda de Kane que Lunin sac¨® con las u?as. No hay nueve m¨¢s cl¨¢sico, casi antiguo, que el ingl¨¦s. ?l prueba que valen lo mismo los goles libres de tatuajes y celebraciones marcianas.

El Madrid mandaba, era superior, pero arriesgaba poco, consciente de que los alemanes nunca est¨¢n dormidos, sino emboscados. Ten¨ªa los dos avisos previos clavados en el subconsciente. El Bayern siempre es el Bayern, aunque lo disimule. Esa es una de sus trampas.

Solo Vinicius romp¨ªa ese clima de prudencia extrema. Con ¨¦l no va ese f¨²tbol de mantenimiento. Prob¨® una y otra vez por la izquierda, donde a menudo le esper¨® De Ligt, que para su desdicha no fue el Kim de la ida. Muy cerca del descanso solt¨® un centro que deriv¨® en medio chut cruzado adivinado por Neuer.

El vendaval Joselu

La segunda mitad trajo dos novedades, luz y sombra. Vinicius comenz¨® a dejar de piedra a Kimmich, poco lateral para tanto extremo, y el Bayern tuvo m¨¢s la pelota y le dio m¨¢s aire. El resultado fue una ocasi¨®n por cabeza. Dier frustr¨® la de Valverde, Carvajal la de Davies. Vencido a la izquierda, Vinicius era un vendaval al que se subi¨® el Bernab¨¦u. A otro centro suyo puso un remate cruzado Rodrygo que rond¨® el palo. El brasile?o repiti¨® despu¨¦s de golpe franco y encontr¨®, de nuevo, la mano de hierro de Neuer. Y sin tiempo para reponerse, el meta hizo la parada de la noche a Vinicius, que borde¨® el ¨¢rea hasta encontrar el boquete. El Bayern era v¨ªctima de ese terremoto que rompe cinturas o la barrera del sonido, seg¨²n los casos, pero los alemanes son leyenda por su resistencia y su perseverancia.

Dominados, al borde del abismo, mandaron un bal¨®n a Davies, que entr¨® en ¨¢rea, le sac¨® un metro a R¨¹diger y meti¨® un derechazo imparable para Lunin. Su pierna mala result¨® magn¨ªfica. Un tanto con guasa.

El Madrid respondi¨® de inmediato, pero Marciniak anul¨® el autogol del propio de Davies por falta previa de Nacho a Kimmich. Existi¨®. Tuchel meti¨® entonces un tercer central para doblar la guardia sobre Vinicius. El brasile?o tuvo la pen¨²ltima; no acert¨® con el bote pronto. Pero al Madrid le quedaba la ¨²ltima. Siempre le queda. Se la regal¨® Neuer, de h¨¦roe a maldito en un segundo: rechaz¨® un bal¨®n en tiro inocente del propio Vinicius y ah¨ª estaba Joselu para hac¨¦rselo pagar. Y tres minutos despu¨¦s, con el Madrid en trance, R¨¹diger caz¨® un centro en el segundo palo, lo mand¨® al ¨¢rea peque?a y repiti¨® Joselu. Lo anul¨® el l¨ªnea y lo valid¨® el VAR. Tuchel ya hab¨ªa retirado para entonces a los mejores (San¨¦, Musiala, Kane). Conoce poco este estadio, conoce poco al Madrid. A¨²n qued¨® suspense. De Ligt anot¨® el posible 2-2 un segundo despu¨¦s de que sonara el silbato de Marciniak por un fuera de juego discutible se?alado por el l¨ªnea. Colegiado y auxiliar se saltaron el protocolo, pero no debe servirle de excusa para el Bayern: meta y defensa blancos ya estaban de piernas ca¨ªdas tras el pitido. En este estadio pasan cosas, dice a menudo Butrague?o para no explicar lo inexplicable. Lo incre¨ªble es que pasan siempre.

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