Ni el Madrid ni Mbapp¨¦

Cinco partidos, tres derrotas. Esos son los n¨²meros rojos del Madrid en esta Champions, tantas veces salvavidas del equipo, tras verse abatido en Anfield. El pinchazo quedar¨¢ asociado a la figura de Kylian Mbapp¨¦, llamado a rescatar a un equipo que tiene a media plantilla en fuera de juego y que anduvo torp¨®n, desangelado y, a ratos, desaparecido. Errar el penalti que pudo echarle un cable al equipo retrat¨® lo que est¨¢n siendo sus primeros pasos en el Madrid. Est¨¢ a cero en los partidos grandes y esta vez no dispone de coartada: tuvo toda la banda y toda la jerarqu¨ªa. Tampoco fue muy grata la compa?¨ªa: impreciso Brahim, intrascendente G¨¹ler, transparente Mendy, mala defensa tras el descanso. Con solo tres tiros a puerta y con el equipo vigesimocuarto, en la frontera de la eliminaci¨®n, cada vez se antoja m¨¢s dif¨ªcil explicar que no se necesita acudir al mercado.

A Ancelotti le hicieron el once las adversidades. El parte m¨¦dico solo le dej¨® elegir entre Fran Garc¨ªa y Mendy en el lateral izquierdo y entre Arda G¨¹ler y Ceballos en el centro del campo, y se qued¨® en el punto medio: el defensa m¨¢s pesimista y el medio m¨¢s optimista. En cierto modo, lo esperado. Tambi¨¦n en la ocupaci¨®n del territorio, con un dos m¨¢s dos en el centro del campo: Camavinga y Modric para sujetar al equipo, G¨¹ler y Bellingham para lanzar a Brahim y Mbapp¨¦. El franc¨¦s ya entr¨® con mal pie. Una p¨¦rdida suya por distracci¨®n acab¨® con Darwin N¨²?ez frente a Courtois. Asencio evit¨® sobre la l¨ªnea de gol, tras el rechace del belga, un desastre que ¨¦l mismo pudo provocar con un toque tan involuntario como suicida. Eso es el Liverpool: la aplicaci¨®n de la m¨¢xima condena a cualquier p¨¦rdida del rival.

Ataque y repliegue

Arne Slot no toc¨® una l¨ªnea de su manual. Cubri¨® con los irlandeses Kelleher y Bradley al ausente Alisson y al tocado Alexander-Arnold y eligi¨® al canterano Jones para el puesto rotatorio de mediapunta. Un equipo hecho para atacar y que sali¨® a atacar, como exige su p¨²blico, pero con el repliegue siempre en la cabeza. Ese ha sido el aditivo del t¨¦cnico holand¨¦s a la herencia que le dej¨® Klopp. Se aprecia a simple vista y puede leerse en los resultados con m¨¢s detalle.

Ese This is Anfield que asoma al final del t¨²nel de vestuarios no es solo un recordatorio de la responsabilidad contra¨ªda por los locales, sino una advertencia de lo que les espera a los visitantes. Lo entendi¨® el Madrid, que se comport¨® sin la pelota, de salida, como en sus mejores momentos de la pasada temporada: sacrificado, solidario, concentrado, nada permisivo. Con el bal¨®n empeoraba el panorama: pocas salidas, poca amenaza, poca precisi¨®n. Y es que los mediocentros del Liverpool son dos buenos tapones. Gravenberch, la obra de redenci¨®n de Slot, muerde. Mac Allister tiene de brit¨¢nico algo m¨¢s que el apellido. Antes del descanso los dos estaban amonestados.

Lo cierto es que con el paso de los minutos el Liverpool fue aculando al Madrid sobre Courtois peligrosamente. El belga salv¨® con el cuerpo un remate forzado de Darwin N¨²?ez, que poco despu¨¦s cruz¨® un cabezazo junto al palo. En las mismas se vio Luis D¨ªaz con id¨¦ntica falta de acierto. Tambi¨¦n Jones mand¨® un remate alto. Sobre el Madrid se cern¨ªan Salah y toda suerte de fen¨®menos atmosf¨¦ricos. El equipo de Ancelotti se ve¨ªa en un asedio muy similar al del Etihad la pasada temporada. Solo exist¨ªa en defensa. Arda G¨¹ler y Bellingham eran brocha y no pincel y Bradley le ganaba la pelea a Mbapp¨¦, que ya es decir. El franc¨¦s anda muy desafinado de pies, le den su banda o le saquen de ella.

En cambio, aguantaban bien el temporal Camavinga, l¨ªder de la transici¨®n energ¨¦tica del Madrid, Modric, porque tiene un doctorado en partidos as¨ª, y todo el cuarteto defensivo. Asencio, atento a todo y a todos, y Valverde, al que un d¨ªa le encargar¨¢n tambi¨¦n conducir el autob¨²s o servir el catering, especialmente.

De error en error

Ese orden del Madrid se convirti¨® en caos tras el descanso. El Liverpool se puso pesado con la presi¨®n, dej¨® sin aire y sin salida al equipo blanco y acab¨® encontrando el gol que merec¨ªa. Bast¨® una pared sencilla Mac Allister-Bradley que acab¨® un remate cruzado del argentino ya en el coraz¨®n del ¨¢rea. Antes hab¨ªa avisado el propio Bradley. Despu¨¦s, volvi¨® a perdonar Mac Allister. La cadena de desdichas creci¨® con la lesi¨®n muscular de Camavinga, hasta entonces el mejor centrocampista del equipo. La plantilla ya est¨¢ en los huesos sin que se aprecie un solo gesto en el club por pedir auxilio en el mercado.

Ancelotti aprovech¨® el percance para reestructurar el equipo. La entrada de Lucas devolvi¨® a Valverde al centro del campo y lleg¨® Ceballos para restarle poder a la media red. Y sin merecerlo, el partido le dio una oportunidad al Madrid. Un pisot¨®n flagrante de Robertson a Lucas V¨¢zquez acab¨® en un penalti que el atormentado Mbapp¨¦ lanz¨® mal. El disparo fue rechazado por Kelleher. Le?a al fuego.

Fue muy inoportuno el error, porque con Valverde en su sitio y el Liverpool saciado, el encuentro empezaba a tener un punto de equilibrio. A favor de obra, adem¨¢s, rem¨® Salah, que tambi¨¦n ech¨® fuera el penalti que cometi¨® sobre ¨¦l Mendy, entre pardillo y desbordado. Sin embargo, el Madrid ya aceleraba hacia la perdici¨®n. Y all¨ª se encontr¨® tras el segundo gol, un cabezazo del Gakpo al que solo se vigil¨® en el punto de penalti con la vista. El Liverpool se dio por satisfecho. Y no quiso acercar su victoria al chorreo.

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