An der Alten F?rsterei, una fortaleza en medio del bosque
El estadio del Union es un hogar lleno de m¨ªstica y tradici¨®n. El Real Madrid no lo experimentar¨¢, porque jugar¨¢ en el Ol¨ªmpico.
¡°Queremos que el Union cambie tan lentamente que no nos demos cuenta del cambio¡±. Ese es el concepto de evoluci¨®n que late en el Union Berlin, el ¨²nico que se entiende. El que explica que An der Alten F?rsterei mantenga un aura de otra ¨¦poca. El estadio m¨¢s antiguo de la Bundesliga, de 1920. Una fortaleza que nadie logr¨® derribar en la mejor temporada de su historia (¨²nico equipo de las cinco grandes ligas que no perdi¨® un partido en casa en la 2022-23). En medio del bosque. La guarida del pr¨®ximo rival del Madrid en Champions. Un lugar lleno de m¨ªstica, que el club blanco no paladear¨¢...
?La raz¨®n? Log¨ªstica, pero dolorosa para muchos. An der Alten F?rsterei, cuyo nombre es literalmente ¡°en la antigua casa del guarda forestal¡±, es coqueto, demasiado para los 60.000 socios que se desviven por el Union. El aforo es de 22.012 espectadores. El 85%, en pie. el del Ol¨ªmpico, 74.475. Una diferencia que impuls¨® la decisi¨®n de cambiar una vez a la semana Obersch?neweide, una pedan¨ªa de K?penick, por el berlin¨¦s Charlottenburg donde se alza el estadio presidido por los cinco anillos. Tambi¨¦n los requisitos UEFA, m¨¢s estrictos en materia de prensa o patrocinadores que en una Europa League donde el Union Berlin s¨ª que logr¨® jugar como local en su hogar.
Pero aqu¨ª, el protagonista es An der Alten F?rsterei. Aparcado el coche, a la altura de Rudolf-R¨¹hl-Allee, arranca un paseo que atraviesa un bosque. Al fondo, el estadio. Y la casa del guarda forestal, no s¨®lo bautiza al feudo unioner. A¨²n existe y ahora es una oficina del club. El Union abraza su pasado con fuerza. El suyo y el de Kop?nick, a quien hay dedicado un enorme mural a unos metros de Alte F?rsterei con un protagonista curioso: Wilhelm Voigt. M¨¢s conocido como Hauptmann von Kopenick, un c¨¦lebre impostor que invadi¨® K?penick en 1906 fingiendo ser un capit¨¢n del ej¨¦rcito. Su historia merece un art¨ªculo aparte (o un hilo como este), pero su car¨¢cter rebelde le convierten en s¨ªmbolo unioner.
¡°Es algo ¨²nico¡±
El s¨²mmum, eso s¨ª, son las entra?as. Antes de los partidos, no importa qu¨¦, qui¨¦n o la racha de resultados, las gradas se ti?en de rojo. Tambi¨¦n las gargantas. Mucho m¨¢s de 90 minutos a viva voz, al un¨ªsono. ¡°Aqu¨ª hay que saberse las canciones. ?Es obligatorio!¡±, reconocen varios aficionados. Pero es el Eisern Union de Nina Hagen, el himno, el que muta el ambiente y hace que a los jugadores se le pongan los pelos de punta. ¡°Es algo ¨²nico¡±, sale del vestuario. Por algo, tras los partidos, tambi¨¦n sin importar qu¨¦, qui¨¦n o la racha, se colocan frente a los suyos. Muestra de respeto. Primero, silencio. Luego, palmas. Y a saltar y cantar.
Un ritual que transcurre a unos metros del marcador. Tambi¨¦n especial, pues es manual y un operario del club se encarga de sacar las tablillas como anta?o. Enfrente luce uno luminoso m¨¢s actual, aunque con el toque unioner. Para anunciar las sustituciones aparece el Ampelm?nnchen (¡°hombrecillo del sem¨¢foro¡± en alem¨¢n) berlin¨¦s (ver foto arriba). Rojo y verde, claro. Y cuando el Union tiene una ocasi¨®n, un tintineo los segundos previos a la definici¨®n. Son llaves, que agitan nerviosos cientos de aficionados al un¨ªsono (ver foto abajo).
En el futuro hay planes de progreso, una reforma que elevar¨¢ hasta 37.000 el aforo. No ser¨¢ como la de 2009, cuando ante la falta de fondos fueron los propios fans los que se pusieron el casco e invirtieron 140.000 horas de su tiempo en remodelar Alte F?rsterei. Hasta Christian Arbeit, ahora jefe de prensa, cogi¨® una pala para arrimar el hombro. Pero las particularidades del Union seguir¨¢n presentes. Ya lo dicen ellos: ¡°Queremos que el Union cambie tan lentamente que no nos demos cuenta del cambio¡±.
Sigue el canal de Diario AS en WhatsApp, donde encontrar¨¢s todas las claves deportivas del d¨ªa.