A mayor gloria del tridente

En uno de esos partidos que le sobrar¨ªan a la Superliga, el Madrid adecent¨® su imagen en la Champions y amarr¨® su clasificaci¨®n para dieciseisavos. Fue un partido que empez¨® con goles y acab¨® con buen f¨²tbol, sencillo a partir del 1-0. El equipo, sin presumir, ha recuperado el estado de bienestar que perdi¨® en Yeda y ahora se beneficia del efecto rebote tras aquel desastre. Marc¨® Mbapp¨¦ sin la luminosidad de los ¨²ltimos choques; hizo doblete Vinicius, otra vez emprendedor y brillante, y tambi¨¦n anot¨® dos tantos Rodrygo, duende discontinuo, que ya debe saber que en clubes como el Madrid pesa m¨¢s el adjetivo que el sustantivo.

En partidos as¨ª se corre el peligro de atropellarse, de anteponer golear a ganar, de apuntar al goal average antes de hacer diana en los puntos. Dif¨ªcilmente veremos, salvo en situaci¨®n extrema, un once tan afilado como el que present¨® el italiano ante el Salzburgo: un centrocampista con llegada de lateral, dos pivotes que bien podr¨ªan jugar de mediapuntas y el cuarteto de cuerda al completo. La ocasi¨®n y el adversario merec¨ªan tirar la casa por la ventana. Otra cosa fue la actitud inicial, que no se correspondi¨® con el estado de emergencia que dec¨ªa la tabla: 22? puesto al inicio de la noche. El Madrid tuvo un aterrizaje g¨¦lido en el partido que castig¨® el Bernab¨¦u con silbidos. La gente anda con la mosca tras la oreja despu¨¦s de la derrota en la Supercopa. Luego fue cargando la noche de alegr¨ªa y de goles ante un adversario novato y menor.

El Salzburgo es un equipo con acn¨¦, lleno de futbolistas que a¨²n son proyectos, de talentos a medio hacer. Un club granja en la Champions, que es tierra de lobos, pero que se tom¨® el choque como una gran oportunidad de promocionarse, colectiva e individualmente. Se qued¨®, en el inicio, la pelota, el dominio y hasta el remate. El primero, de Gloukh, un israel¨ª que va para primer espada, roz¨® el palo izquierdo de Courtois. Habitual mediapunta, Letsch le puso en la izquierda para reunir a su mejor atacante con el defensa que no lo es, Valverde. Un buen plan insostenible con una defensa demasiado tierna y un ataque con mejores intenciones que productividad.

De gol en gol

Se trag¨® un gol en la primera llegada del Madrid, con una cuarta parte del choque ya consumida, dato que refleja la calma con la que se lo tom¨® el equipo de Ancelotti. El tanto tuvo un punto de casual: Vinicius mand¨® un gran bal¨®n a Bellingham, cuyo mal control se convirti¨® en una asistencia a Rodrygo, que segu¨ªa el hilo de la jugada desde la derecha. El brasile?o remat¨® con m¨¢s habilidad que potencia para ponerle l¨®gica a un partido extra?o hasta entonces.

Una vez m¨¢s, el Madrid no ten¨ªa el juego, pero s¨ª los jugadores. Sin mejorar ni en intensidad ni en sentido colectivo hizo casi de inmediato un segundo gol, de una belleza muy superior al partido. Rodrygo se fue esta vez a la izquierda, su para¨ªso prohibido, combin¨® con Bellingham, que le despej¨® el terreno de un taconazo, y coloc¨® su tiro curvado con la derecha lejos de Blaswich. No hizo falta velocidad, bast¨® con un precisi¨®n extrema en pasador y rematador.

Fueron dos goles en el desierto, porque hasta el descanso no dej¨® m¨¢s huella el campe¨®n. Vinicius y Mbapp¨¦ parec¨ªan haber perdido la sincron¨ªa. El descenso del brasile?o coincidi¨® con la crecida del franc¨¦s, la tendencia inversa en los comienzos de temporada. Antes de desatarse, Vinicius limit¨® sus acometidas, un hecho ins¨®lito, y vio una amarilla por simular que le impedir¨¢ jugar en Brest. Esta vez su reacci¨®n fue entre leve y moderada. El arbitraje UEFA aguanta peor las protestas.

Bellingham tard¨® esta vez en ser la locomotora de los ¨²ltimos tiempos y a Ceballos le cuesta esa transici¨®n que le han pedido de virtuoso a armador. Ancelotti no encuentra una soluci¨®n estable una vez desaparecido el centro hist¨®rico que lideraban Kroos y Modric junto a Casemiro.

El Salzburgo se rinde

El segundo tiempo trajo un tercer gol r¨¢pido, con m¨¢s ¨¦tica que est¨¦tica. Mbapp¨¦ persigui¨® una pelota m¨¢s all¨¢ de lo razonable y tuvo premio: le limpi¨® la pelota al meta Blaswich, que se aturull¨® en un regate absurdo, y empuj¨® la pelota a la red. El Bernab¨¦u saborea mucho estos goles de perseverancia. M¨¢s si los marca un futbolista que no vive precisamente de arrebatos. El partido y el Salzburgo quedaron definitivamente liquidados y, entonces s¨ª, el Madrid puso todo su empe?o en llenar la hucha. Antes de la hora de partido, Vinicius volvi¨® a ser Vinicius, sent¨® a Dedic y Baidoo e hizo el cuarto, tanto muy de su cat¨¢logo. Luego se apunt¨® el quinto, tras un quiebro magn¨ªfico en carrera.

Entonces Ancelotti quiso aprovechar el partido hasta el hueso: le dio minutos a Alaba, con el que urge una puesta a punto; coloc¨® a Asencio de lateral derecho, mel¨®n por calar; premi¨® el compromiso de Brahim; sac¨® del armario a Arda G¨¹ler y Endrick, que siempre conviene no coleccionar olvidados, e hizo debutar al central Jacobo Ram¨®n. El Salzburgo decidi¨® entonces no quedar demasiado mal en el marcador. Letsch orden¨® una defensa de cinco que cambi¨® la perspectiva del equipo: empez¨® en el escaparate y acab¨® aculado en la trastienda, eso s¨ª con un gol de honor, de Bidstrup. El Madrid ya est¨¢ en dieciseisavos, primer tranquilizante. El segundo es asegurar el factor cancha y, si hay milagro, saltarse esa eliminatoria extra.

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