Brais y Kubo cazan a las ¡®¨¢guilas¡¯

La Real Sociedad juega en la Champions como si atesorara un recorrido kilom¨¦trico en el torneo o sus vitrinas estuvieran alimentadas con alguna que otra orejona. Figura en un grupo potente y nadie puede decir que le ha levantado la voz. Compite con m¨¢s altura en Europa que en la Liga. El Inter tir¨® de su enorme experiencia para rascar un punto y Salzburgo y Benfica han parecido equipos vulgarotes al tratar de desafiarles. Sus extremos se pasean por Europa sembrando el terror: Kubo y Barrenetxea son de un perfil diferente, pero generan mil emboscadas. Y en la zona de creaci¨®n el tri¨¢ngulo Merino, Zubimendi y Brais M¨¦ndez abruma fabricando jugadas en contra de los rivales. Lo del excelti?a es para analizarlo: ha jugado tres partidos de Champions en su vida y lleva tres goles.

La buena noticia para la Real lleg¨® bien pronto, con el anuncio oficial de las convocatorias. Di Mar¨ªa arrastraba molestias y quer¨ªa forzar, pero qued¨® borrado finalmente. Un quebradero de cabeza menos, porque su sola presencia amedrenta a cualquiera. El sorbo inicial fue muy reposado. Ambos se dedicaron a anular al contrario, trataban de evitar sustos a toda costa. Frente a la valent¨ªa posterior de los txuri-urdin, aquella actitud fue despu¨¦s la que condujo todos los pasos del cuadro de Schmidt, que solo pusieron dedicaci¨®n en los contraataques. No quer¨ªan bajo ning¨²n concepto que emergiera un choque de ida y vuelta, su presi¨®n era t¨ªmida y si la Real la burlaba m¨ªnimamente, se encerraban con esp¨ªritu carcelario. Si les ca¨ªa alg¨²n bal¨®n, no sab¨ªan c¨®mo gestionarlo. Este es un club bicampe¨®n en una etapa deprimente.

En el 13¡ä se anul¨® un gol a Musa por un fuera de juego previo. Da gusto ver la tecnolog¨ªa de VAR en la Champions, con simulaciones de las figuras de los jugadores que intervienen en esa situaci¨®n y la mejor perspectiva posible. Era un espejismo, el ¨²nico instante de cierta excitaci¨®n de los encarnados. En realidad, las ¡®¨¢guilas¡¯ se met¨ªan muy atr¨¢s, se mov¨ªan aparentemente medrosas por la posibilidad de recibir un gol y no saber luego c¨®mo comportarse.

La Real estaba c¨®moda con el bal¨®n, era hermana gemela de la que se merend¨® al Salzburgo semanas atr¨¢s. Jur¨¢sek intent¨® salir del letargo con un centro en el minuto 18 que remat¨® desviado de nuevo Musa. Los portugueses apenas conectaban con su l¨ªnea de vanguardia, hab¨ªa una desconexi¨®n lastimosa. Mientras, la Real llegaba con sencillez al balc¨®n del ¨¢rea de Trubin. Mu?oz ense?¨® las garras en el 26 con un disparo con la derecha que pas¨® cerca del poste. Luego lleg¨® el gol anulado al bando visitante, con centro de Merino que Brais gestion¨® mal: ten¨ªa mucho espacio y, en vez de esperar para iniciar la carrera, promovi¨® la estampida con ansiedad y se situ¨® en posici¨®n antirreglamentaria.

La Real saltaba a campo contrario con alas veloces, era efectiva en la presi¨®n y crec¨ªa en confianza al verse due?a y se?ora del esf¨¦rico. Se volcaba m¨¢s hacia la derecha, donde Kubo hac¨ªa magia. Le va mucho eso de desbordar desde la orilla hacia el n¨²cleo central, encarando o tirando diagonales. Superaba con pasmosa facilidad a los rivales, con especial dedicaci¨®n hacia Jur¨¢sek, y patent¨® dos jugadas calcadas, con golpeo al lateral de la red. Todo estaba bajo control, pero el marcador era muy ro?oso hacia un grupo plet¨®rico, premiando a un Benfica que ni combinaba, ni si sal¨ªa de esa penitenciar¨ªa en que se convirti¨® el ¨¢rea de Trubin, ni se arrimaba a las redes de Remiro.

No hubo disparos a puerta en el primer tiempo. Las ¨¢guilas, transformadas en pajarillos cantores, salieron abucheadas al descanso por su manso partido, Schmidt ten¨ªa que pegar un electroshock a esa gente tan entregada y pesarosa. Cabral y K?k?¨¹ cogieron el sitio de Musa y Joao Mario. Intentaba refrescar el ataque y dar m¨¢s estabilidad al medio campo, pero se vieron m¨¢s desarbolados todav¨ªa. La Real Sociedad no dej¨® ni un instante de marcar el ritmo del partido. Era un cambio de cromos, pero la colecci¨®n del juego segu¨ªa teniendo el mismo due?o: la Real.

Zubimendi llev¨® la batuta sin desafinar ni un segundo. Era un metr¨®nomo perfecto. Culmin¨® una gran jugada, plena de velocidad, de los visitantes, con un disparo que ataj¨® Trubin en el 52¡ä. Los lisboetas zozobraban y no sab¨ªan c¨®mo hincar el diente al choque. Kubo segu¨ªa a lo suyo: a montar sus carreras de Moto GP escapando de los rivales y disparando, aunque se le iban fuera. El gol que hac¨ªa justicia lleg¨® en el minuto 63, una preciosa combinaci¨®n que naci¨® y muri¨® en las botas de Brais. Merino y Barrenetxea, el encargado de dar el pase final, acudieron a esa cita. Lo del centrocampista gallego es tremendo, ha cogido la buena costumbre de marcar en el mejor torneo de clubes del mundo y lo ha convertido en pura rutina. Los benfiquistas iban tarde a la presi¨®n, estaban descompensados y se les ve¨ªa con una lastimosa impotencia. Kubo les daba una lecci¨®n de lo que es jugar con determinaci¨®n. Uno de sus cl¨¢sicos zapatazos se fue al larguero en el 67¡ä. Neres trat¨® de sacarse ese abuso de autoridad con el primer disparo a puerta un minuto m¨¢s tarde, que ataj¨® sin sudar Remiro.

El cuadro encarnado tuvo diez minutos de valent¨ªa, cuando no le quedaba m¨¢s remedio que mostrar cierto amor propio a la grada antes de que esta se le echase a¨²n m¨¢s encima. Zakharyan mostr¨® cierta blandura que no casa con el volc¨¢n Imanol. La Real ve con prism¨¢ticos al campe¨®n portugu¨¦s, a siete puntos. A todo un cuartofinalista de la pasada edici¨®n. Ah¨ª es nada. Apabull¨® en un recinto majestuoso, escenario de mil batallas ¨¦picas. El 8 de noviembre ante los encarnados, esta vez en Anoeta, puede llegar la llave definitiva hacia los octavos.

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