Un Zaragoza sin gol
El equipo aragon¨¦s, que suma un punto de seis, se ha quedado sin marcar en las dos primeras jornadas de Liga por primera vez en su historia en Segunda.
Dos partidos y ning¨²n gol que se traducen en un punto de seis posibles. Ese es el balance en este inicio de temporada del Real Zaragoza, que se ha quedado sin marcar en las dos primeras jornadas de Liga por primera vez en su historia en Segunda Divisi¨®n, ya que hasta ahora este r¨¦cord negativo lo compart¨ªan los cursos 1954-55, 2013-14, 2014-15 y 2017-18, en los que ¨²nicamente hab¨ªa metido un gol.
El principal problema en la primera jornada fue que se vio un equipo sin profundidad ni velocidad, muy alejado de la porter¨ªa rival, en algunas ocasiones producto de la presi¨®n a la que le someti¨® el Ibiza y en otras por el simple hecho de no decidir bien al salir a la contra. Apenas gener¨® ocasiones y el empate a cero con el que finaliz¨® el encuentro fue lo m¨¢s justo. Todo lo contrario a lo que sucedi¨® ayer en Zorrilla, un partido en el que los aragoneses merecieron como m¨ªnimo puntuar.
El Zaragoza jug¨® mucho m¨¢s en campo rival, especialmente durante los ¨²ltimos 20 minutos de la primera parte, con los laterales, sobre todo Fran G¨¢mez, como dos armas ofensivas m¨¢s, con Narv¨¢ez m¨¢s cerca de la porter¨ªa y con Francho pisando el ¨¢rea del Valladolid. Y es en esas circunstancias cuando m¨¢s brilla Eguaras. Dos pases suyos fueron el origen de las dos ocasiones m¨¢s claras del partido, pero Iv¨¢n Az¨®n se encontr¨® con el palo y con Roberto. Ya en la segunda mitad, Narv¨¢ez tambi¨¦n estrell¨® un bal¨®n al poste en un lanzamiento de falta.
Ya sea por una cosa o por otra lo que est¨¢ muy claro es que el Real Zaragoza evidencia una falta de gol desde la pasada temporada. Ya han llegado ?lvaro Gim¨¦nez y Borja Sainz y Torrecilla anda en la b¨²squeda de dos atacantes m¨¢s. Dos refuerzos totalmente necesarios para completar un puzle que le otorgue ese f¨²tbol al espacio tan necesario cuando no puedes jugar en campo rival, ya sea porque no tienes el bal¨®n o por la presi¨®n asfixiante del rival, y tambi¨¦n esa p¨®lvora que le permita dominar el ¨¢rea rival.