Llorente estalla el espejo
Volvi¨® a ser esencial para la victoria del Atl¨¦tico ante un Getafe que asedi¨® en la primera parte. Redonde¨® Thomas tras pase de un gran Vitolo.
Cuando el partido acab¨®, Simeone se quit¨® el polvo que el espejo roto le hab¨ªa dejado en los hombros. Hab¨ªa costado pero lo hab¨ªa logrado. Romper al Getafe, su horma. Antes de que el bal¨®n echara a rodar, daba igual a qu¨¦ banco miraras que la foto era la misma. Hombre de negro, camisa arremangada, corbata fina. Simeone, Bordal¨¢s, Bordal¨¢s, Simeone lo mismo eran. Dos iguales frente a frente en el Coliseum. Uno se jugaba m¨¢s, sin embargo, y en seguida se not¨®. El Getafe quiso meter al Cholo y los suyos en la hormigonera nada m¨¢s comenzar el partido. Balones divididos, presi¨®n alta, chispas. Hab¨ªa salido el Atleti como si tuviera la cabeza lejos, en otras batallas. Bordal¨¢s lo palp¨® y sobre su cuello se lanz¨®. Encaden¨® el Getafe cuatro dentelladas en tres minutos que a punto estuvieron de arrancarle de un bocado guantes y traje a Oblak.
Perd¨ªa balones Koke, perd¨ªa balones Carrasco, perd¨ªa todos los balones el Atl¨¦tico en el centro del campo mientras achicaba el Getafe espacios y se quedaba a vivir en colmena a los pies de Oblak. Avis¨® Maksimovic con una pelota que se march¨® silbando sobre la cabeza del portero. Peligro. Perd¨ªa otro bal¨®n el Atleti de los que nunca se pueden perder, en el coraz¨®n del ¨¢rea, y lo recog¨ªa Mata, regateaba al portero y disparaba con toda intenci¨®n. Fue por Felipe que esa bala no le estall¨® al Cholo en la cara: salv¨® bajo palos. Alarma rojo sangre. Si pens¨® que hab¨ªa pasado el peligro, nada m¨¢s lejos. Getafe era Anfield y los azulones atacaban sin descanso, en asedio.
Ocasi¨®n de Mata que desbarat¨® Arias, disparo de Mata que se march¨® fuera, disparo lejano de Timor que se fue envenenando en su vuelo a la porter¨ªa, obligando a un Oblak que ten¨ªa la madera llena de muescas. Bordal¨¢s dale que dale vueltas a su hormigonera. Era Europa, la necesidad matem¨¢tica y tambi¨¦n esa espina, que en sus 16 ¨²ltimos duelos fueron 31 los goles recibidos por un Getafe que no logr¨® ninguno. Pudo Mata arrancarla un segundo, con un disparo que cruz¨® la puerta de Oblak por poco. Pero estaba en fuera de juego. El VAR confirm¨®. Y el Atleti se lanz¨® sobre la pausa de hidrataci¨®n como si llevara media hora de transitar por el desierto.
Deslavazado, perdido, superado. S¨®lo uno de los soldados del Cholo parec¨ªa sacar los pies de las arenas movedizas en las que se hab¨ªa convertido el Coliseum. Llorente. El Atleti pegaba chispazos con su trotar. Timor a¨²n estar¨¢ buscando la pelota que le col¨® entre las piernas.
Soria s¨ª vio pasar esa por su derecha nada m¨¢s regresar el partido de la caseta. Se qued¨® detenido, a contrapi¨¦. Ante Llorente tambi¨¦n, c¨®mo no, imposible otro. ?No era Getafe Anfield? Pues agu¨¢ntame el cubata, ah¨ª estaba ¨¦l. Deja Costa la pelota con un toque sutil para que progrese Carrasco, toca un defensa, el bal¨®n llega a las botas de Llorente, que se gira y dispara abajo. Qu¨¦ delantero descubri¨® el Cholo s¨®lo con que ¨¦ste jugara cinco pasos adelante.
Reaccion¨® el hombre de negro de casa enseguida. Tres cambios inmediatos, ?ngel y Molina incluidos. Para que su equipo volviera a accionar la hormigonera. Pero la manivela se le hab¨ªa resbalado de la mano y nunca m¨¢s la recuper¨®, por mucho que ?ngel nada m¨¢s salir testara primero los guantes de Oblak y cabeceara luego fuera una pelota por mil¨ªmetros. Chasque¨® entonces el hombre de negro de fuera los labios. Y no por eso sino por ver a Llorente haciendo el gesto del cambio, con todo lo que queda por luchar en Lisboa cuando esta guerra se acabe. Pero s¨®lo eran los gemelos, que se le hab¨ªan subido. Entr¨® Vitolo, ya llevaba un rato adentro Thomas (con todo su equilibrio): el primero prepar¨® y el segundo marc¨® la sentencia. Quiebro va, quiebro viene, el canario mare¨® a los hombres de Bordal¨¢s al final, todos dentro de su propia hormigonera, mientras el Cholo terminaba de estallar el espejo. Otro d¨ªa m¨¢s. 33 a 0.