Es imposible tener unas m¨ªnimas nociones futbol¨ªsticas y no haber escuchado, o¨ªdo, le¨ªdo o so?ado sobre el gol de Telmo Zarraonaindia a Inglaterra en el Mundial de 1950. Fue en el m¨ªtico y legendario estadio de Maracan¨¢ de R¨ªo de Janeiro. El tanto aseguraba a la selecci¨®n espa?ola quedar entre los cuatro primeros, como as¨ª fue finalmente, despu¨¦s de empatar con Uruguay y perder los dos ¨²ltimos partidos contra Brasil y Suecia.

Ese cuarto puesto result¨® ser el mejor conseguido por Espa?a en un Campeonato del Mundo hasta que 60 a?os despu¨¦s consigui¨® la estrella en el Mundial de Sud¨¢frica con otro gol para la historia, el de Iniesta en Johannesburgo.

El Mundial de Brasil de 1950 ser¨¢ recordado especialmente por dos goles. El m¨¢s trascendente fue el del uruguayo Gigghia en la final contra Brasil que hizo posible el inolvidable Maracanazo, pero el ¡®nuestro¡¯, el de Zarra a Inglaterra supon¨ªa vencer a la selecci¨®n que pasaba por ser uno de los mejores equipos del momento. O al menos as¨ª se consideraban ellos a s¨ª mismos.

Espa?a regresaba a una Copa del Mundo 16 a?os despu¨¦s de Italia 34. No hab¨ªa estado presente en Francia 38 por la Guerra Civil y a continuaci¨®n lleg¨® el par¨¦ntesis de la Segunda Guerra mundial. Para los ingleses era su debut.

Se disputaba el tercer partido del grupo. Espa?a ven¨ªa de ganar a Estados Unidos (3-1) y a Chile (2-0). Inglaterra hab¨ªa perdido contra todo pron¨®stico contra los norteamericanos y vencido a la ¡®Roja¡¯ de Sudam¨¦rica. A Guillermo Eizaguirre y sus hombres de rojo les bastaba con el empate para ser primeros de grupo y pasar a la segunda fase y la lucha por el t¨ªtulo.

La obligaci¨®n de victoria de los ingleses se vio plasmada desde el principio con un arranque fulgurante y agresivo, propiciado, adem¨¢s, por un c¨¦sped mojado y muy r¨¢pido. Era evidente que ten¨ªan un gran equipo con jugadores consagrados como Stanley Matthews, que entonces ya ten¨ªa 35 a?os y que conquistar¨ªa en 1956 el primer Bal¨®n de Oro, junto a Ramsey, Bentley, Finney¡­

Tres de la tarde. Maracan¨¢ no se llen¨®, no jugaba Brasil, pero estaba repletito. Espa?a, camiseta roja y pantal¨®n azul. Inglaterra, de blanco y negro. Piru Gainza, que fue duda, era el capit¨¢n espa?ol. Elige campo el rival, pone el bal¨®n en juego Zarra. Los dos equipos bajo un mismo patr¨®n t¨¢ctico, el 1-3-2-5 de la ¨¦poca, que en cuanto a la ocupaci¨®n de los espacios presentaba un mejor escalonamiento de hombres entre las l¨ªneas.

Gonzalvo III, te¨®rico volante, se incrustaba en la defensa para evitar la inferioridad. Alonso y Gonzalvo II se encargaban de los te¨®ricos extremos ingleses, Finney y Mathews. Puchades enlazaba con Panizo e Igoa. Zarra era la referencia ofensiva con Basora y Gainza trabajando toda la banda.

Antoni Ramallets, en la porter¨ªa, sin guantes y con rodilleras, ratificando con sus paradas y, sobre todo, con sus salidas, la confianza que le hab¨ªa concedido el seleccionador. El portero azulgrana no hab¨ªa sido titular en el primer partido del Mundial, jug¨® Ignacio Eizaguirre, pero el otro Eizaguirre, Guillermo, el t¨¦cnico, le otorg¨® su favor en el segundo encuentro contra Chile y repiti¨® contra los ingleses.

El partido se fue al descanso con empate sin goles. A Espa?a le val¨ªa. A los ingleses no. Nada m¨¢s comenzar la segunda parte lleg¨® el tanto de las mil versiones. Incluso, se lleg¨® a comentar, debido a la fama de cabeceador que ten¨ªa Zarra, que el gol hab¨ªa sido con la testa. No, fue con su pierna derecha, a bote pronto, eso es indiscutible.

Lo que no est¨¢ tan claro es con qu¨¦ parte de su extremidad golpe¨® el bal¨®n el delantero. En entrevistas concedidas despu¨¦s del acontecimiento, ¨¦l mismo deja distintas versiones. Las im¨¢genes borrosas y en blanco y negro, como corresponden a la ¨¦poca, insin¨²an que toc¨® el bal¨®n con el interior de pie, pero bien pudo ser con la parte superior del tobillo o la mism¨ªsima espinilla, a la que Zarra llamaba ca?a.

Siempre ocurrente en una de las mil oportunidades en las que le preguntaron por el gol durante el resto de su vida, lleg¨® a bromear sobre si el tanto hab¨ªa sido marcado a medias entre Mat¨ªas Prats, narrador oficial, y ¨¦l. ¡°A m¨ª me parece que lo marcamos entre los dos. Con la verborrea que tiene, ¨¦l debi¨® de despistar a Williams, que se tir¨® a su izquierda para que yo chutara por el otro lado¡±.

Tambi¨¦n sobre la elaboraci¨®n del tanto existen varias versiones. La m¨¢s larga narra que despu¨¦s del saque con la mano de Ramallets sobre Gonzalvo III, el bal¨®n pas¨® por Gainza, Panizo, Puchades, de nuevo Gainza, sucede un corte por parte del ingl¨¦s Wright y el bal¨®n acaba en los pies de Gabriel Alonso. A partir de aqu¨ª existen im¨¢genes y la versi¨®n corta.

El lateral corre su banda y al llegar al v¨¦rtice del ¨¢rea grande, centra pasado al palo m¨¢s alejado, donde aparece siguiendo la jugada Gainza, que deja de cabeza el bal¨®n muerto, Igoa no llega al remate en primera instancia, pero s¨ª Zarra. El mundo al rev¨¦s, Gainza poniendo de cabeza a Zarra, cuando lo normal hubiera sido que el extremo centrara con la zurda y el ariete rematara de testa.

De furibunda se califica la reacci¨®n de los ingleses que se ve¨ªan fuera del Mundial y como espectacular se define el ¨²ltimo cuarto de hora de la Selecci¨®n con total dominio del partido. A Panizo se le imputa un remate al larguero y a Zarra otro al poste, pero el partido finaliza con ese solitario tanto del delantero vasco, sobre el que tantos litros de tinta se han dedicado.

Desde 1929, Espa?a no hab¨ªa sido capaz de volver a ganar a Inglaterra.

Telmo Zarra, que el 20 de enero de 2021 cumplir¨ªa 100 a?os, debe ser tratado de se?or¨ªa, us¨ªa y vuecencia en cuanto la conversaci¨®n verse sobre goleadores. M¨¢ximo realizador hist¨®rico de la Liga con 251 goles en 277 partidos, 0,91 de media, solo Leo Messi, en noviembre de 2014, fue capaz de superar el record llegando a 253 en 289 partido, 0,87 de media.

En la Selecci¨®n, disput¨® 20 partidos entre el 11 de marzo de 1945 (Portugal-Espa?a, 2-2 en el estadio nacional de Jamor) y el 17 de junio de 1951 (Suecia-Espa?a,0-0, el estadio Rasunda de Estocolmo) y cosech¨® 20 goles, con una tacada de cuatro tantos (6-3 a Suiza) y cinco dobletes. Marc¨® cuatro dianas en los seis partidos del Mundial de Brasil, tres en los dos encuentros de la fase de clasificaci¨®n y 13 en los 12 amistosos que jug¨®.

Precisamente en su ¨²ltimo partido internacional, por las calles de Estocolmo se pod¨ªan encontrar carteles que anunciaban el partido con la foto de Zarra y una leyenda: ¡°Admiren la mejor cabeza de Europa despu¨¦s de Churchill¡±. Para regocijo del interesado, su fama de cabeceador hab¨ªa traspasado fronteras y llegado hasta los pa¨ªses n¨®rdicos donde, como buenos amantes del f¨²tbol brit¨¢nico, valoraban especialmente el juego a¨¦reo. Con el tiempo, Telmo confes¨® que cuando comenzaba a jugar le daba miedo rematar con esa parte del cuerpo y que no aprendi¨® a cabecear hasta que lleg¨® al Athletic e Iriondo y Gainza le bombardeaban a centros en los entrenamientos.

De hecho le daban tanto miedo los choques con los defensas rivales que bas¨® todo su juego en la anticipaci¨®n y los desmarques y as¨ª llegar con ventaja a la zona de remate y con los defensas lo m¨¢s lejos posible del contacto.