Centenariazo del Valencia
Octava Copa para el equipo de Marcelino, que mand¨® en la primera mitad y supo sufrir en la segunda. Messi no fue suficiente en un Bar?a deprimido.


Fue la Copa m¨¢s linda y deseada del Valencia, en el a?o de su Centenario. Tambi¨¦n un ejemplo de superaci¨®n de un equipo moribundo en oto?o y renacido en primavera que prepar¨® la cita como merec¨ªa, con ejercicios espirituales en Jerez y un plan perfecto para explotar sus virtudes y ocultar sus defectos. El ¨²ltimo ejemplo de que la voluntad lo es casi todo en el f¨²tbol.
En el lado oscuro qued¨® el Bar?a, un campe¨®n con trauma, un equipo que desapareci¨® en Anfield y no tuvo fuerzas ni ¨¢nimo para pedir disculpas por aquello con un doblete. Aquel proceso que se abri¨® en Liverpool tendr¨¢ ahora piezas separadas: Valverde, Coutinho, la secretar¨ªa t¨¦cnica¡ Llevar¨¢ tiempo dejar de sangrar por esa herida.
El Valencia no enga?¨® a nadie. Los planos de su partido contemplaban una abusiva posesi¨®n del Bar?a y una rendici¨®n incondicional de la pelota al adversario. Su partido estaba en colarse por la rendija del contragolpe al menor descuido rival con Rodrigo y Gameiro, delanteros supers¨®nicos, y hacer blanco con poca munici¨®n. Eso han sido siempre los equipos de Marcelino, grupos en estado de alerta m¨¢xima. De ah¨ª que sus ciclos hayan sido casi siempre cortos: la tensi¨®n permanente agota la convivencia. As¨ª que el Valencia api?¨® sus l¨ªneas y procur¨® enjaular a Messi en el cuadrado carcelario que formaron sus dos mediocentros y sus dos centrales. A ello se prest¨® Parejo, bueno sin la pelota y decisivo con ella. No hay centrocampista nacional que conozca mejor el oficio y tenga mejor pie.
Valverde opt¨® por la propiedad asociativa, con Sergio Roberto de extremo derecho disfrazado y Arthur en el centro en lugar de Vidal, que es comando en el ballet. Tambi¨¦n puso a Coutinho, hasta ahora jarr¨®n chino, una hora y media despu¨¦s de que el m¨¦dico le diera el alta. Un equipo, en definitiva, m¨¢s ancho que profundo, m¨¢s efectista que efectivo, y lo que es peor, poco cauto con las p¨¦rdidas. En la primera, de Lenglet, Rodrigo se limpi¨® a Cillessen en su salida y Piqu¨¦ meti¨® su heroico pie derecho para salvar el gol.
Aquel paseo de la pelota, aquel gilijuego del Bar?a, s¨®lo le llev¨® ante Jaume en dos disparos de Messi, uno levemente desviado por la zaga valencianista, otro adivinado felinamente por el meta. A la virtud de defender sin desatenciones uni¨® el Valencia la de sumar efectivos suficientes en sus salidas. Y en una de ellas se puso por delante. Guedes inici¨® la maniobra de distracci¨®n corriendo en direcci¨®n contraria al pase largo de Paulista. Eso abri¨® un enorme pasillo a Gay¨¢, que le entreg¨® el bal¨®n a Gameiro al borde del ¨¢rea. El casta?azo del franc¨¦s dej¨® estupefacto a Cillessen. Y casi de inmediato, el segundo, cuando Soler le gan¨® un esprint a Jordi Alba y su preciso env¨ªo lo cabece¨® Rodrigo a la red a bocajarro. El Bar?a segu¨ªa en Anfield. Desde Messi a sus centrales, despellejados por la velocidad de Rodrigo y Gameiro.
Despert¨® el Bar?a
Despu¨¦s del descanso el Bar?a cambi¨® el discurso. Valverde quit¨® a Semedo, retras¨® a Sergi Roberto y abri¨® a la derecha a Malcom. Tambi¨¦n meti¨® a Vidal. Piqu¨¦ se ofreci¨® con asiduidad como rematador, la receta de la abuela (y de Cruyff), y Messi se responsabiliz¨® de la situaci¨®n. Otro Bar?a, con menos toque y m¨¢s fiereza, y otro partido, que encog¨ªa al Valencia y le pon¨ªa en apuros. Esta vez no era un repliegue t¨¢ctico sino ag¨®nico. Un jugad¨®n de Messi, patinando en el ¨¢rea entre cuatro defensas rivales, acab¨® en el palo. Vidal no acert¨® en el rechace. El chileno quiso ser el ariete que no ten¨ªa el Bar?a ni en el campo ni en el banquillo, m¨¢s all¨¢ de Piqu¨¦, que acab¨® a ¨¢rea cambiada.
El susto llev¨® a Marcelino a no esperar m¨¢s con Kondogbia, al que el f¨ªsico no le alcanzaba m¨¢s all¨¢ de la media hora. Lo que no estaba en la hoja de ruta era que el sustituido fuera Parejo, el faro del equipo, que hubo de retirarse lesionado.
El Bar?a, obligado a una remontada permanente en esta Copa, se vio de nuevo en el partido con un gol de Messi, tras rechace de Jaume a cabezazo de Lenglet. Un tanto que abri¨® un largu¨ªsimo asedio cul¨¦, con m¨¢s empe?o que claridad. Supo sufrir el Valencia y perdon¨® dos veces la sentencia Guedes, pero acab¨® levantando su octava Copa. Y la segunda que perdi¨® el Bar?a en la noche de terror en Anfield.
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