El derbi embala al Madrid
Tuvo m¨¢s pegada y m¨¢s orden que un Atl¨¦tico dur¨ªsimo y confuso. Pol¨¦mico arbitraje de Estrada, con cuatro jugadas discutidas. Soberbio Vinicius. Corte de mangas de Bale al p¨²blico tras marcar.
Fue un derbi estruendoso, con aire de final de cualquier cosa y que dio para unas jornadas de verano sobre el VAR, ese tribunal de segunda instancia que alborota m¨¢s que el de primera. Lo gan¨® el Madrid, ya segundo y principal perseguidor del Bar?a, que tuvo m¨¢s pegada, m¨¢s temple y a Vinicius. Y lo perdi¨® el Atl¨¦tico, que no pas¨® de la fiereza y la intimidaci¨®n. Conforme se le empinaba el partido, la fogosidad deriv¨® a una dureza extrema que no le llev¨® a la redenci¨®n.
El Atl¨¦tico es un equipo sin equ¨ªvocos, siempre anda en el cogote el enemigo. M¨¢s si es eterno. As¨ª que de entrada qued¨® servido el derbi de la energ¨ªa contra la paciencia. La presi¨®n rojiblanca, subid¨ªsima de tono, buscaba que el rival se ablandara. La espera ordenada del Madrid, que los de Simeone derrocharan gasolina al principio para que la echaran en falta al final. Un arranque convencional con un futbolista poco convencional: Vinicius, ca¨ªdo desde West Point a Vietnam, un v¨®rtice inesperado para el Madrid. Tambi¨¦n una condena para Bale, eterna esperanza, eterno extraviado.
Antes de que iniciase su alborto se puso en ventaja el Madrid a bal¨®n parado. Ramos toc¨® con la cabeza en un c¨®rner y Casemiro, de tijera, marc¨®. El equipo de Solari, por entonces, andaba ya oxigen¨¢ndose con Modric y Kroos y metiendo en la muleta la bravura del Atl¨¦tico. Luego Vinicius amenaz¨® con llevarse por delante a Arias y God¨ªn. Le meti¨® un pase de exterior a Lucas, que vole¨® defectuosamente y dej¨® atr¨¢s al uruguayo sin que nadie rematara su centro. Un jugador lleno de trucos. Los que faltaron en Correa y Lemar, las alas con las que se atrevi¨® Simeone.
De VAR en VAR
Luego el partido pas¨® del Madrid al VAR. Correa le quit¨® a Vinicius la pelota en falta, de la existentes pero no de las escrutables, frontera establecida por el videoarbitraje. El argentino le mand¨® un pase a Griezmann, que arranc¨® en l¨ªnea (ah¨ª el VAR no apreci¨® ilegalidad) y super¨® por bajo a Courtois. El restablecimiento de la igualada y el inicio de la gran discusi¨®n. Porque a partir de ah¨ª se pas¨® del partido al debate. Aquello se llen¨® de faltas, de reclamaciones a Estrada, de f¨²tbol enfangado en el cuerpo a cuerpo. Y ah¨ª participaron todos menos Vinicius, que al Wanda fue a otra cosa. Un extremo de versi¨®n extendida, uno de esos jugadores presuntamente indefendibles, que encar¨® una y otra vez hasta que Gim¨¦nez le hizo un ?penalti?. Fue claro el derribo. La geograf¨ªa del mismo le llev¨® un minuto al VAR. La entrada empez¨® fuera del ¨¢rea y el juez de la pecera, Munuera, crey¨®, como Estrada, que tambi¨¦n pudo seguir dentro. S¨®lo fue claro para ellos, pero le sirvi¨® a Ramos para llevar al Madrid en ventaja al descanso. Esto es el VAR: llenar la discusi¨®n de imputados.
Acab¨® por adue?arse del partido cuando, en el 54, sac¨® la mira telesc¨®pica para quitarle un gol por fuera de juego a Morata. La infracci¨®n result¨® inapreciable a simple vista y la ejecuci¨®n mereci¨® premio: pinch¨® un pelotazo largu¨ªsimo de God¨ªn y lo meti¨® de vaselina. Una obra de arte inconclusa.
El Madrid fue amurall¨¢ndose tras la salida de Vinicius, cambio poco entendible pero que acab¨® cargando de raz¨®n a Solari, y el partido llen¨¢ndose de patadas. El VAR no encontr¨® penalti de Casemiro a Morata, que pareci¨® existir. Esa refriega parec¨ªa haber encogido al Madrid, que es menos de ese palo, pero en su primera salida acab¨® con el contencioso. Modric abri¨® a Bale y este aplic¨® un zurdazo junto a palo. Su facilidad goleadora lo justifica todo. Todo menos su corte de mangas al p¨²blico. Y es que el derbi fue un modelo de entrega, no de urbanidad.