Waterloo del Madrid en Girona
Stuani y Portu firmaron el desastre blanco en un partido que fue Isco contra el mundo. Magn¨ªfica lecci¨®n de coraje y contragolpe de los gerundenses. Portu hizo el 2-1 en fuera de juegoCelta - Girona: LaLiga Santander
Girona fue Waterloo para un Madrid que perdi¨® la racha fuera de casa, el partido y hasta la convicci¨®n en su plantilla y en el modelo. Un reci¨¦n llegado a Primera le propuso un partido a la tremenda que acept¨® Isco y rechazaron los dem¨¢s. Casi ning¨²n futbolista, salvo el malague?o, guarda relaci¨®n con lo que fue el curso pasado, de Marcelo a Modric, de Cristiano a Benzema. Isco fue un tit¨¢n, pero no hay jugador que valga m¨¢s que un equipo.
M¨¢s all¨¢ de una derrota impredecible y casi injustificable, el autodiagn¨®stico de urgencia del Madrid arroja datos preocupantes. La influencia de Isco se expande alarmantemente sobre el juego del equipo como un efecto reparador de todas las impurezas a las que se ve sometido: Marcelo no ha vuelto de su ¨²ltima lesi¨®n, Achraf se desarma demasiado atr¨¢s, Kroos ha perdido el inter¨¦s en el juego sin pelota, Modric ha empezado a marchitarse inexplicablemente, Cristiano se ha puesto a la altura de Benzema con el gatillo. As¨ª que Isco, que lleva ya temporada y media en el paseo de la fama, vampiriza el juego del equipo. Se deja llevar a las puertas de los centrales para dar ox¨ªgeno a la salida, arma en el centro del campo, dribla, pasa y llega, incluso se ve obligado a recuperar. Ya no es un jugador con encanto sino, muchas tardes, la ¨²nica soluci¨®n.
De su gol inicial vivi¨® el Madrid muchos minutos en medio de la angustia, frente a un rival de gran carga energ¨¦tica, con una presi¨®n tan radical como su fe, defendiendo en manada, a veces al l¨ªmite de la ley por la mano blanda de Hern¨¢ndez Hern¨¢ndez, y ense?ando colmillo. Dos veces toc¨® el palo de Casilla, en centro-chut de Maffeo y cabezazo extra?o y parab¨®lico de Portu. En el rechace del primero se origin¨® el gol del Madrid. El bal¨®n s¨®lo pas¨® por los pies de tres jugadores, Ramos, Benzema y Cristiano, antes de que el mal rechace de Bono a disparo del portugu¨¦s acabase en la derecha de Isco, el verdugo. Esa transici¨®n vertiginosa sigue rimando con el equipo en tardes as¨ª.
Un gol que no cambi¨® nada
Pero el gol no desbrav¨® al Girona, que s¨®lo blandea en los balones que superan a su centro del campo y es que no se puede tener todo cuando se acaba de pisar la Primera.
El Madrid pas¨® una sobremesa desagradable, con una falta de precisi¨®n denunciable, con p¨¦rdidas punibles en el centro del campo frente al car¨¢cter subversivo del Girona, que pudo con todo menos con la taumaturgia de Isco y con el alto sentido de la responsabilidad de Ramos y Varane (hasta que se lesion¨®), y que le mand¨® siempre al rival su disposici¨®n para atarse al m¨¢stil.
M¨¢s cuando en cinco minutos le dio la vuelta al partido, con un fant¨¢stico gol de Stuani, cambi¨¢ndose la pelota de pie sobre la marcha, y otro de Portu, que tacone¨® en fuera de juego por cent¨ªmetros el remate defectuoso de Maffeo. Declarado el estado de excepci¨®n en el Madrid, Zidane ech¨® al equipo al monte, quit¨® a los dos laterales para poner a Lucas V¨¢zquez y Asensio, con Casemiro en papel de vicetercer central. En plena reorganizaci¨®n, Stuani, combativo y brillante, perdon¨® el tercero y a partir de ah¨ª el Girona se fue tras la muralla con inteligencia, tapando los nuevos flancos del Madrid, emple¨¢ndose hasta la extenuaci¨®n.
Al Madrid le faltaron entonces provisiones y paciencia. No encontr¨® nada en las bandas y el p¨¢nico a la derrota le condujo a la precipitaci¨®n, desacreditando su juego de toque hasta resignarse a una derrota que le deja columpi¨¢ndose en el abismo y le inscribe, a su pesar, en la historia del Girona.