Objetivo indiscreto
De Marcello Lippi a Cannavaro: lo italiano triunfa ahora en China
Fabio Cannavaro sustituir¨¢ a Marcello Lippi como entrenador del Guangzhou Evergrande, el mejor equipo de f¨²tbol de China, ganador del t¨ªtulo de liga por cuarto a?o consecutivo.
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La fluida relaci¨®n entre italianos y chinos tiene m¨¢s de 700 a?os. Como saben, Marco Polo fue el primer embajador de Occidente. De all¨ª se trajo la seda, los helados y la p¨®lvora. Tambi¨¦n regres¨® con una princesa china de nombre Kokac¨ªn. Conviene se?alar que Marco Polo era veneciano, al igual que Casanova. Y aunque Italia era todav¨ªa una entelequia, Marco Polo era profundamente italiano.
Los chinos quedaron fascinados con aquel viajero. Le abrieron de par en par sus puertas, sus princesas y le hicieron gobernador de Yangzhou.
La fascinaci¨®n contin¨²a siete siglos despu¨¦s. Fabio Cannavaro sustituir¨¢ a Marcello Lippi como entrenador del Guangzhou Evergrande, el mejor equipo de f¨²tbol de China, ganador del t¨ªtulo de liga por cuarto a?o consecutivo, vencedor de la Liga de Campeones Asi¨¢tica en 2013 y subcampe¨®n del ¨²ltimo Mundialito.
Todos esos t¨ªtulos ha logrado Lippi desde que lleg¨® a Guangzhou en el verano de 2010, atra¨ªdo por la aventura, el exotismo y el papel moneda (otra invenci¨®n china). Cinco meses antes, el club hab¨ªa sido adquirido por Evergrande Group, segunda inmobiliaria m¨¢s importante del pa¨ªs, propiedad de Xu Jiayin, quinto hombre m¨¢s rico de China (la pasta tambi¨¦n naci¨® all¨ª).
Se entiende la sonrisa de Cannavaro (41 a?os) a la hora de sujetar su nuevo contrato, el primero como t¨¦cnico. Tambi¨¦n se comprende la satisfacci¨®n de Lippi (66), alma en Oriente y mano en bolsillo. El entusiasmo del chino queda fuera de toda duda. No pod¨ªa encontrar un entrenador m¨¢s elegante entre Anatolia y Cipango. F¨²tbol es f¨²tbol. Despu¨¦s de Paul Newman, el equipo reclamaba un hombre Martini.
Por fin sabemos las razones por las que Camacho no pod¨ªa triunfar en China. Para empezar, transpira. La chaqueta le sobra y la pachorra le irrita. Adem¨¢s, carece de esa sonrisa italiana que igual sirve para ganar un Bal¨®n de Oro que mucho oro sin bal¨®n.