AS COLOR
Porteros: Cuando tambi¨¦n se juega al f¨²tbol con las manos
Tienen la demarcaci¨®n m¨¢s dif¨ªcil del f¨²tbol. Viven en esa fina l¨ªnea que separa el ¨¦xito del fracaso. Un momento de inspiraci¨®n les convierte en h¨¦roes. Un error, en villanos.
El f¨²tbol es un deporte en el que gana el equipo que m¨¢s goles marca. Partiendo de esta premisa, alguien cuya misi¨®n es evitar que el equipo rival marque est¨¢ predestinado a ser un ¡®bicho raro¡¯. Pero los porteros han llevado esta condici¨®n de diferentes mucho m¨¢s all¨¢. No s¨®lo son distintos en el terreno de juego, sino tambi¨¦n fuera de ¨¦l. Man¨ªas, vestimentas exc¨¦ntricas y dem¨¢s rarezas les han convertido en unos personajes peculiares. En gran parte, la crueldad de su posici¨®n les ha forjado un fuerte car¨¢cter que les termina convirtiendo en peculiares. Siempre se mueven en esa peligrosa l¨ªnea que separa el ¨¦xito del fracaso, al h¨¦roe del villano. Un mal bote les convierte en culpables de la derrota, un momento de inspiraci¨®n en el centro de todos los halagos. En ninguna otra posici¨®n del campo el margen de error es tan peque?o.
En las ¨²ltimas d¨¦cadas, ha habido cambios y evoluciones. Sin embargo, en los porteros no se puede hablar de algo fijo que todos utilicen, ya que cada uno tiene sus man¨ªas. Algunos son supersticiosos y se niegan a vestir de un determinado color. Otros, en cambio, opinan que hay algunos colores que despistan m¨¢s a los rivales. Cl¨¢sicos, atrevidos, conjuntos de elaboraci¨®n propia, estrategias de las marcas que les visten¡ Para la vestimenta de los guardametas s¨®lo hay una norma: su traje debe ser diferente que el de sus compa?eros y tambi¨¦n que el de sus rivales, para poder distinguirlo perfectamente. A partir de ah¨ª, cualquier cosa vale.
Vestimenta y curiosidades.
Los guardametas visten diferentes al resto de sus compa?eros, por lo que tienen la oportunidad de elegir el traje que deseen. Existen varias teor¨ªas. Por un lado, est¨¢ la que defiende que los colores chillones atraen la atenci¨®n de los rivales, que inconscientemente dirigen el disparo hacia el lugar donde se encuentra el portero. Por otro, encontramos justo la contraria, que asegura que es mejor lucir colores oscuros o apagados, para que a los delanteros rivales les cueste m¨¢s distinguir d¨®nde se encuentra situado el guardameta. A partir de esa libertad para elegir vestimenta, hay un portero que destaca de manera especial: Jorge Campos. El portero mexicano se hizo famoso por los llamativos colores de su traje, que ¨¦l mismo dise?aba. Fue convocado a tres Mundiales con su selecci¨®n y tuvo otra peculiaridad m¨¢s: a veces jugaba de portero y en otras ocasiones lo hac¨ªa como delantero. Esta polivalencia le convert¨ªa en un portero diferente, con un manejo del bal¨®n con los pies que no era com¨²n entre el resto de cancerberos. Sin embargo, esa confianza en su juego con los pies le llev¨® a cometer alguna que otra pifia sonada.
Otro guardameta que pas¨® a la historia fue Ren¨¦ Higuita. El portero colombiano dej¨® para el recuerdo una jugada fuera de lo normal, un gesto t¨¦cnico que nadie se espera de un portero. El 7 de septiembre de 1995, en un partido que disputaba su selecci¨®n ante Inglaterra en Wembley, el arquero decidi¨® despejar un disparo de Redknapp haciendo ¡®el escorpi¨®n¡¯, una acrobacia que le abri¨® las puertas para entrar en la historia del f¨²tbol. El gol de Maradona o el de Ronaldo ante el Compostela, los regates de Romario o la t¨¦cnica de Zidane¡ y ¡®El Escorpi¨®n de Higuita¡¯. Con esta jugada, el guardameta logr¨® colarse en una lista de jugadas espectaculares que parec¨ªa reservada para los delanteros o centrocampistas. Por supuesto, alguien que se atreve a despejar un bal¨®n de semejante manera, en un escenario como Wembley, no pod¨ªa quedarse atr¨¢s en la ropa. Fue com¨²n ver al colombiano con trajes coloridos, diferentes al de la mayor¨ªa de los porteros de su ¨¦poca.
Chilavert tampoco quiso que su paso por el f¨²tbol profesional se olvidase y, adem¨¢s de sus soberbias paradas y su habilidad para lanzar los libres directos, en V¨¦lez luci¨® una el¨¢stica en la que llevaba un bulldog en el pecho.
Nuestra Liga tambi¨¦n ha acogido a porteros exc¨¦ntricos. El caso del Mono Montoya es especialmente llamativo, ya que el cancerbero argentino luci¨® en alguna de sus camisetas una foto suya conduciendo un cami¨®n. Otro argentino, Germ¨¢n Burgos, dej¨® huella en Espa?a por algo m¨¢s que sus intervenciones. A nadie le extra?aba que saltase al campo con su caracter¨ªstica gorra. Fuera de ¨¦l, era com¨²n verle subido a un escenario cantando rock con su grupo de m¨²sica. Otro ritual de Burgos era el de llegar dos horas antes a los entrenamientos, cosa que desde luego no es muy com¨²n entre los futbolistas.
Todos ellos han dejado una huella importante en su paso por el f¨²tbol, aunque ninguno logre llegar al lugar que la historia tiene reservado para otro guardameta, quiz¨¢ el m¨¢s influyente que haya pisado un terreno de juego en las ¨²ltimas d¨¦cadas: Iker Casillas. Como no pod¨ªa ser de otro modo, el guardameta del Real Madrid y la Selecci¨®n es fiel al ritual de supersticiones que rodea al resto de porteros. El actual capit¨¢n del equipo blanco tiene una man¨ªa bastante peculiar con sus camisetas: cortarlas ¨¦l mismo por la parte inferior. Lo mismo hace con las mangas. Pero la cosa no queda ah¨ª, ya que juega con las medias del rev¨¦s, cosa que decidi¨® hacer desde que recibi¨® una carta de un preso gitano en la que le recomendaba jugar con alguna prenda del rev¨¦s. Desde que lo hizo, las cosas le fueron bastante bien y decidi¨® continuar con este ritual. Otro detalle son los calentadores, ya que siempre juega con ellos, ya sea invierno o verano. Pero las man¨ªas del mostole?o no terminan ah¨ª. Una vez salta al terreno de juego, lo primero que hace es trazar un surco con su pierna izquierda desde la media luna del ¨¢rea hasta la l¨ªnea de gol. Por ¨²ltimo, cada vez que su equipo logra marcar un tanto, se dirige a su porter¨ªa, da un saltito y toca el larguero.
Sin embargo, siempre quedar¨¢n los porteros cl¨¢sicos, aquellos que no llaman la atenci¨®n por nada m¨¢s que sus paradas. Vald¨¦s, Buffon, Van der Sar¡ Porteros que han llegado a la cima y, m¨¢s all¨¢ de las supersticiones t¨ªpicas de cada uno, prefirieron no arriesgar en el mundo de la moda.
En cuanto a los dorsales, por regla general, suelen llevar el dorsal 1 ¨® 13. Algunos prefieren el 1 por aquello de que el 13 es el n¨²mero de la mala suerte y otros eligen este segundo precisamente para desafiar a la diosa fortuna. Pero, como no pod¨ªa ser de otra forma, el tema de los dorsales tampoco es una ciencia exacta para ellos. Siempre alg¨²n portero quiere escapar de lo com¨²n, caso de V¨ªtor Baia, que luci¨® el dorsal 99 varias temporadas. 1, 12, 13, 25, 99¡ Da igual. Cualquier cosa est¨¢ permitida mientras la pelota no termine en el fondo de la red.
De porter¨ªa a porter¨ªa.
La funci¨®n principal de un portero es evitar los goles de los rivales. Sin embargo, algunos pocos afortunados han logrado saborear a lo largo de su carrera la alegr¨ªa que recorre el cuerpo al lograr batir al arquero rival. Excepto algunas excepciones, como Rogerio Ceni (en 2011 logr¨® su tanto n¨²mero 100), Chilavert o Butt, entre otros, lo normal es que los porteros no lleguen a experimentar lo que se siente al marcar un gol. Es una suerte muy puntual, a la que s¨®lo tienen oportunidad de acceder cuando su equipo llega a los ¨²ltimos minutos de un encuentro por debajo en el marcador y suben al remate en jugadas a bal¨®n parado. Un caso muy recordado es el de Palop. El Sevilla estaba contra las cuerdas y necesitaba un gol para forzar la pr¨®rroga en los octavos de final de la Copa de la UEFA, ante el Shakhtar. El cancerbero subi¨® a rematar un c¨®rner en el ¨²ltimo minuto y consigui¨® contactar un certero cabezazo que llev¨® la eliminatoria a una pr¨®rroga en la que el conjunto andaluz sali¨® vencedor. Aranzub¨ªa, Cobe?o, Prats o Lehman son otros porteros que han logrado anotar alg¨²n gol durante su carrera. Sin embargo, todos tienen claro que su misi¨®n es otra, la m¨¢s oscura del f¨²tbol: evitarlos.
Muchos seguir¨¢n vi¨¦ndoles como bichos raros. A otros les costar¨¢ aceptar sus man¨ªas, pero lo cierto es que sin ellos el f¨²tbol no ser¨ªa lo mismo. De peque?os, todos los ni?os sue?an con marcar el gol perfecto. Por suerte, al mismo tiempo, hay unos pocos que sue?an con pararlo.