Lo del Madrid y el Bar?a es una rivalidad que ha mantenido a Espa?a en vilo durante m¨¢s de un siglo. Representa el recelo entre las dos grandes ciudades de este pa¨ªs, y tambi¨¦n, lo quieran o no, la discusi¨®n sobre el modelo de Estado que arrastramos desde tanto tiempo atr¨¢s. El Madrid, claro, se identifica con el estado centralista, el Bar?a con el estado federalista. Es inevitable, lo llevan en el nombre. Eso le ha dado a esta rivalidad un punto m¨¢s de inter¨¦s, a veces hasta ha producido tensiones indeseadas. Pero eso no ha emborronado el fondo aut¨¦ntico: una rivalidad deportiva formidable, como hay pocas en la Tierra, por no decir ninguna.
Hablamos del deporte favorito del mundo y de uno de los pa¨ªses que m¨¢s importancia le da, y desde luego, el que es capaz de hacer recortes en cosas de extrema importancia para la poblaci¨®n, pero que en f¨²tbol no escatima. Dijo Sacchi que el f¨²tbol es la m¨¢s importante de las cosas peque?as. Mirando a Espa?a, a veces dudo que lo tomemos como cual. Mientras la Sanidad y la Educaci¨®n, por ejemplo, sufren recortes, los presupuestos de nuestro f¨²tbol crecen sin parar. No ser¨¢ tan importante como otras cosas, pero no estamos dispuestos a hacer lo que sea por tener el mejor f¨²tbol posible. En otros terrenos no nos interesa tanto competir.
Esta es una rivalidad deportiva formidable, como hay pocas en la Tierra, por no decir ninguna
El mundo ha ido percibiendo eso, y a medida que la televisi¨®n ha ido poniendo el f¨²tbol en cada casa de los cinco continentes, este partido estelar nuestro ha adquirido la condici¨®n de mayor espect¨¢culo del mundo. Hace tiempo que, donde quiera que vaya, cuando en el aeropuerto muestro el pasaporte espa?ol, me preguntan si soy del Madrid o del Barcelona. Y enseguida el funcionario se apresura a decirme cu¨¢l es su equipo favorito, y me tira una retah¨ªla de nombres. Luego es el taxista, luego el recepcionista del hotel y as¨ª sucesivamente.
Cristiano y Messi han sido el empuj¨®n definitivo. ?Cu¨¢l de los dos es mejor? He ah¨ª otro tema de discusi¨®n. Se han repartido entre los dos los ocho ¨²ltimos Balones de Oro, y nadie espera que el inminente sea para alguno distinto de ellos dos. Su descomunal presencia da m¨¢s brillo al Cl¨¢sico, este partido eterno que marcha igualad¨ªsimo. Despu¨¦s de 232 enfrentamientos, el Madrid ha ganado 93, el Bar?a 91 y han empatado 48 veces. Ahora llega el 233. Suma y sigue.
Desde que se disputara por primera vez en 1902, el Cl¨¢sico se ha convertido en un monstruo medi¨¢tico que durante 90 minutos es capaz de paralizar el mundo. Para bien o para mal, el Cl¨¢sico ha cambiado, pero siempre nos alegramos de que vuelva. Bienvenido.
El Bar?a-Madrid, afortunadamente, ya est¨¢ aqu¨ª de nuevo. Un espect¨¢culo 232 veces disfrutado que se present¨® por primera vez en 1902 como un partido singular. Una ceremonia que pas¨® a ser denominada derbi, pese a que los equipos no compart¨ªan ciudad, para darle m¨¢s enjundia por la creciente rivalidad avivada a veces por el fragor de la pol¨ªtica. Una batalla, de la que todo aficionado guarda un recuerdo o un ardor, que hasta finales del siglo pasado era el ¡®Partido del Siglo¡¯. Y una emoci¨®n que ahora lleva la inconfundible marca sudamericana de Cl¨¢sico desde que aparecieron los gal¨¢cticos y desde que el Madrid-Atleti le cedi¨® foco por el descenso rojiblanco en el 2000.
Analizar la trayectoria del Cl¨¢sico en Espa?a es entender la historia del f¨²tbol y de la evoluci¨®n. Este nuevo Bar?a-Madrid volver¨¢ a batir todos los registros alcanzados, al retransmitirse en 184 pa¨ªses y para m¨¢s de 500 millones de telespectadores con un horario especial que viene a satisfacer la nueva demanda y la oportunidad de crecimiento que llega desde Asia. Pero no siempre este choque interes¨® tanto y a tanta gente. Su primer enfrentamiento, hace 114 a?os en la Copa de la Coronaci¨®n de Alfonso XIII, tuvo ¨²nicamente dos mil curiosos alrededor del Hip¨®dromo de la Castellana donde se jug¨® (1-3) y tan s¨®lo cont¨® con un peque?o espacio en los peri¨®dicos en los que las cr¨®nicas de la ¨¦poca a¨²n ten¨ªan que explicar las reglas al lector. El debut de este partido en Liga, el 17 de febrero de 1929, tambi¨¦n fue evidentemente sin televisi¨®n y no tuvo tanto impacto como el 9-0 del Athletic al Espa?ol esa misma jornada. A¨²n era un encuentro cualquiera. Hasta que el invento explot¨® gracias a los 553 goles ligueros que han ido cayendo, a sus finales coperas y a sus encontronazos por Europa que han llegado poco a poco a todos los rincones con las narraciones de la radio, las cr¨®nicas de los peri¨®dicos y, sobre todo, las retransmisiones televisivas.
El 15 de febrero de 1959 se televis¨® el primer Cl¨¢sico, un Madrid-Bar?a (1-0), que dio desde entonces otra dimensi¨®n al fen¨®meno. De la retransmisi¨®n con una c¨¢mara fija que se conoc¨ªa hasta entonces (el Madrid-Racing de 1954, el derbi de 1958 y la final de Copa Athletic-Real Madrid) se pas¨® a utilizar cuatro c¨¢maras en aquel acontecimiento con un despliegue inusitado. TVE, que hab¨ªa intentado ofrecer antes el enfrentamiento de 1957, pag¨® 150.000 pesetas al Madrid para que un mill¨®n de personas lo pudieran ver a trav¨¦s de 60.000 televisiones. Se superaron todas las expectativas, siendo ¨¦se el germen sobre el que se ciment¨® la conversi¨®n de un partido sin m¨¢s en toda una experiencia de la que disfruta el mundo entero y por la que alientan dos aficiones que han rebasado todas las fronteras. Se es tanto del Madrid o del Bar?a en Chamber¨ª o en Canaletas como en Guayaquil o Camberra. Ese es su ¨¦xito y ¨¦sa es su esencia.
El primer Cl¨¢sico lo vieron 2.000 personas. Los hombres pagaban 0.50 pesetas y las mujeres entraban gratis.
Esta espectacular progresi¨®n nunca se ha frenado, por mal que estuvieran los equipos, como ahora el Bar?a tras la nueva pesadilla de Anoeta, o por alejados que se encontraran los objetivos. Queda mucha Liga. De aquellos primeros duelos en blanco y negro con semiprofesionales se ha pasado a los de ahora en 3D entre multimillonarios. De aquellas retransmisiones con escasa publicidad y tecnolog¨ªa, al partido de este 3 de diciembre donde se estrenar¨¢ la c¨¢mara 360? y se podr¨¢ seguir de nuevo por HD y 4K generando alrededor de un mill¨®n de tuits. De los precios populares y aforos reducidos para ver los primeros espect¨¢culos a los 4.000 euros que se pagan en nuestros d¨ªas en la reventa porque siempre hay un lleno a reventar. Del recibimiento con pa?uelos a los himnos, los tifos y las banderas. De la precaria seguridad que se necesitaba entonces para custodiar un evento, al nivel de alerta que rodea a los Cl¨¢sicos del siglo XXI donde operan hasta 240 antidisturbios. Un Bar?a-Madrid es lo m¨¢s.
Por eso ambos equipos se han visto obligados a perfeccionarse con el paso del tiempo. Para estar listos en noches como estas y dar la talla. Lo han intentado probando estilos, fichando lo mejor de lo mejor y contando con el librillo de distintos entrenadores. Lo han hecho ¡®rob¨¢ndose¡¯ jugadores (28, de Samitier a Saviola, cogieron el puente a¨¦reo). A veces aferrados al plus emocional que dan los canteranos (el Bar?a jug¨® con 8 en el ¨²ltimo 5-0 del Camp Nou) y otras, a la chequera (el Madrid jug¨® hace un a?o ante el Bar?a con diez extranjeros en su once). Todo vale y todo cuenta. El Madrid ha ganado este duelo 93 veces, el Bar?a 91 y han empatado en 48 ocasiones. El pique sigue y el inter¨¦s no cesa. Este s¨¢bado, con Messi y Cristiano al frente de nuevo, variar¨¢ este particular balance en otro cap¨ªtulo de este inigualable enfrentamiento mientras llega lo verdaderamente importante. El d¨ªa m¨¢s esperado. Ese que nos traiga por primera vez una final de Champions entre ellos. Una lucha que convierta lo que fue un derbi nacional y ahora es un Cl¨¢sico mundial, en el sue?o imborrable de nuestras vidas.
LUIS ENRIQUE vs ZIDANE
El Barcelona-Real Madrid, a trav¨¦s de sus estrellas
Hubo un tiempo en que Real Madrid y Barcelona no fueron enemigos (tan) ¨ªntimos. Hubo un tiempo en que la rivalidad entre estos dos equipos no alcanzaba las cuotas de la actualidad, en que a¨²n siendo un partido especial, el Cl¨¢sico no maquillaba (que no salvaba) una temporada si los resultados no hab¨ªan acompa?ado el resto del a?o. Pero esos tiempos han pasado. Da la impresi¨®n de que, sin saber muy bien c¨®mo, estos dos equipos se han convertido en algo m¨¢s que rivales, se han convertido en antagonistas. Formas opuestas de entenderlo absolutamente todo. Y pocos elementos ejemplifican mejor este enfrentamiento como la rivalidad Cristiano-Messi.
GOLEADORES HIST?RICOS EN LOS CL?SICOS
GOLEADORES HIST?RICOS EN LOS CL?SICOS
Jugador
Posici¨®n
Lionel Messi
21
Di St¨¦fano
18
Cristiano Ronaldo
16
Ra¨²l
15
C¨¦sar
14
Puskas
14
Gento
14
Santillana
12
Samitier
10
Hugo S¨¢nchez
10
Una rivalidad que parece inherente a sus protagonistas. Es innegable que no son amigos. Nadie se lo exige en cualquier caso. Pero s¨ª da la impresi¨®n de que esa rivalidad les sobrepasa. Importa poco que en ¨²ltimo t¨¦rmino sea tan real como se nos quiere hacer creer. La afici¨®n y la prensa la han asimilado y alimentado hasta el extremo, compar¨¢ndoles hasta en el detalle m¨¢s nimio. Hoy, aunque no se sea de Madrid o Bar?a, se es de Messi o de Cristiano como se es aficionado de un club: de manera incondicional y hasta el ¨²ltimo aliento¡ con lo que eso conlleva.
Ambos han ido creciendo al mismo ritmo que lo hac¨ªa el Cl¨¢sico como evento. Van de la mano. Seguramente el Cl¨¢sico como hoy lo entendemos no ser¨ªa lo mismo sin ellos. Y es que pocas veces, si no ninguna, han coincidido dos jugadores tan grandes en el mismo per¨ªodo de tiempo.
Pocas veces coincidieron dos jugadores tan grandes en el mismo per¨ªodo y en equipos antag¨®nicos
Y desde luego nunca en dos equipos de m¨¢xima rivalidad. Su enfrentamiento medi¨¢tico est¨¢ a la altura de los m¨¢s grandes de la historia del deporte. O al menos lo estar¨¢ cuando uno de ellos cuelgue las botas, que siempre se suelen apreciar mejor el valor de las cosas a toro pasado.
Igual que es inevitable hablar de Frazier cuando se recuerda a Ali, o de Prost cuando se rememoran las haza?as de Senna, en un futuro ser¨¢ imposible hablar de Messi sin mentar a Cristiano y viceversa. Posiblemente ninguno ser¨ªa lo que es hoy si no hubiera tenido enfrente a su figurado n¨¦mesis. Habr¨ªan sido grand¨ªsimos futbolistas, los mejores de su ¨¦poca, pero tal vez no se podr¨ªan haber codeado con los Pel¨¦, Maradona o Cruyff. Pocos discuten que estos dos mastodontes futbol¨ªsticos se merecen un sitio entre los M¨¢s Grandes de este deporte, pero al fin y al cabo, hay que elegir: ?Messi o Cristiano?.
Imposible olvidar aquel fr¨ªo 7 de enero de 1995. El Madrid ven¨ªa de sufrir cuatro a?os seguidos la afrenta de ver c¨®mo el famoso Dream Team de Cruyff se hab¨ªa llevado cuatro Ligas consecutivas.El madridismo sent¨ªa que tres de esas cuatro Ligas le pertenec¨ªan y, por lo tanto, esa noche hab¨ªa en las gradas una sed de venganza dif¨ªcil de explicar.
La atm¨®sfera del Bernab¨¦u era incre¨ªble.El calor humano hizo que nadie se acordarse del fr¨ªo capitalino. Yo lo vi junto a mi se?or padre, en la fila 1 del Tercer Anfiteatro. Desde ah¨ª vimos maravillados el hat-trick de Zamorano en una primera parte inolvidable. Mi pap¨¢, siempre cauto para guardar sus emociones, se me ech¨® encima al grito de ¡°?hijo, m¨ªo!¡±. Nunca sent¨ª un abrazo m¨¢s profundo y cari?oso de mi padre, educado en la recia cultura manchega de no mostrar en exceso sus emociones m¨¢s personales. Eso me hizo llorar de alegr¨ªa. Jam¨¢s me hab¨ªa sentido tan unido a ¨¦l. Ese fue el mejor regalo de Reyes de aquel a?o 1995. Dif¨ªcil explicar la felicidad que viv¨ª en el santuario del Bernab¨¦u. Esa noche todo el mundo entendi¨® por qu¨¦ somos del Madrid. ?Verdad, pap¨¢?
Como pasa con los grandes descubrimientos, todo empez¨® con un error. 19 de enero de 1991, el Madrid visitaba el Camp Nou despu¨¦s de haberle ganado ya al Bar?a la Supercopa de Espa?a a doble partido (0-1 y 4-1). Iba el equipo de Cruyff destacado en la tabla, jugando a otra cosa no vista hasta entonces, sentando las fr¨¢giles bases de un estilo que iba a cambiar la historia, pero hac¨ªa falta derrotar al gran rival para asentar el plan. Un golazo de Laudrup, por aquel entonces de blaugrana, inaugur¨® el marcador a los 20¡¯, pero la temeridad defensiva cul¨¦ (tres defensas: Nando, Alexanco y Serna) era un barre?o donde Butrague?o pod¨ªa pescar un pez con las manos: empate a uno antes de la media hora. El plan, temblaba. A partir de entonces, el Bar?a quiso imponer un juego de toque, pero el Madrid era s¨®lido. Hasta que en el minuto 69, Eusebio progres¨® por la l¨ªnea de fondo, centr¨® y solo en el ¨¢rea, Spasic remat¨® l¨ªmpiamente a la red de su porter¨ªa. Di St¨¦fano, en el banquillo blanco se gir¨® y resumi¨® genialmente la jugada: ¡°golaso¡±.
El Bar?a de Cruyff ganar¨ªa ese partido, esa Liga y las tres siguientes. Se puso la primera piedra de la edad de oro. Sin ese error, nada hubiera sido posible.
De aquella final de Copa del 74 queda una imagen de infancia, borrosa, en blanco y negro, al pie de un televisor en un abarrotado ¡®chigre¡¯ de Asturias a comienzos de verano y de las vacaciones. Se jug¨® en el Manzanares. El Madrid hab¨ªa ca¨ªdo en primera ronda de la UEFA, ante el Ipswich, y hab¨ªa acabado octavo en Liga.
De aquella final de Copa del 74 queda una imagen de infancia, borrosa, en blanco y negro, al pie de un televisor en un abarrotado ¡®chigre¡¯ de Asturias.
El Bar?a, en el primer a?o de Cruyff, se hab¨ªa proclamado campe¨®n tras asolar el Bernab¨¦u (0-5) cuatro meses antes. En Liga estaban permitidos dos extranjeros, pero no en la Copa y ah¨ª perdi¨® m¨¢s el Bar?a. Pesaban m¨¢s Cruyff y Sotil que Netzer y Mas. El Madrid arras¨® (4-0) con goles de Santillana, Rubi?¨¢n, Aguilar y Pirri. Zoco jug¨® los ¨²ltimos minutos. Molowny que hab¨ªa relevado al destituido Mu?oz, le cambi¨® por Grosso para que recogiera el trofeo. Se retir¨® aquella tarde. Su ¨²ltima imagen en el Madrid fue alzando la Copa al cielo.
La temporada 92-93 arranc¨® con un Cl¨¢sico en la primera jornada. Verano post-Juegos en Barcelona, el Camp Nou a reventar y el Bar?a de Cruyff estrenando pol¨¦mica camiseta (Kappa puso una franja blanca al azulgrana que gener¨® revuelo) y condici¨®n de campe¨®n de Liga y Europa. Favorito.
El Madrid, con la Quinta dando primeros s¨ªntomas de agotamiento, hab¨ªa fichado a Benito Floro para olvidar su primera pesadilla de Tenerife.El Cl¨¢sico empez¨® bien para el Bar?a. Bakero cabece¨® en plancha, su especialidad. El Madrid de aquel tiempo era menor, pero el partido vir¨®. Luis Enrique (de blanco¡) provoc¨® un penalti de Eusebio. M¨ªchel marc¨® el penalti pero la foto que qued¨® fue su celebraci¨®n sin la bota, que sali¨® volando en el golpeo. La cosa se puso negra para el Bar?a: roja a Eusebio por patad¨®n a Luis Enrique¡ Y cuando parec¨ªa que el Cl¨¢sico terminaba en 1-1¡, diagonal de Koeman, dejada de Bakero¡ y gol de Stoichkov (87¡¯). El rey de aquella noche de m¨¢gico verano en Barcelona¡.
Mi primera visita al Camp Nou fue el 23 de abril de 2002. Ida de las semifinales de la Champions. Viajamos en el avi¨®n del equipo 24 horas antes. Era el a?o del centenario del Real Madrid.
Aquellos d¨ªas se hablaba de la suplencia de Casillas y coleaba el Centenariazo. Pero un Cl¨¢sico siempre es un Cl¨¢sico.
Aquellos d¨ªas se hablaba de la suplencia de Casillas y coleaba el Centenariazo (el Madrid perdi¨® la final de Copa ante el Deportivo (1-2) en Bernab¨¦u). Pero un Cl¨¢sico siempre es un Cl¨¢sico. Del Bosque apost¨® por una defensa de cinco para llegar a la vuelta con un buen resultado. Y fue Zidane el hombre del partido. Rompi¨® el partido con un gol en el minuto 55 que dejo KO al Bar?a. A pase de Ra¨²l, el actual entrenador del Madrid vio la Novena m¨¢s cercana. El 0-2 lleg¨® en el descuento obra de McManaman. Era casi asegurarse un puesto en final (La Novena se logr¨® el 15 de mayo de 2002, 2-1). El Madrid no ganaba en el Camp Nou desde 1993. Mi debut fue por la puerta grande. Nunca olvidar¨¦ aquella noche, fue emocionante¡
Fue en marzo de 2007. Concretamente el d¨ªa 10, como el dorsal elegido para los mejores. El Bar?a entraba en el tramo final de la temporada seguro de sus posibilidades en Liga y el Madrid visitaba el Camp Nou necesitado de puntos que acortasen con la punta de la tabla, gobernada por el equipo de Rijkaard. El Bar?a a¨²n viv¨ªa de la magia de Ronaldinho, los goles de Etoo y la potencia de Deco, aunque su influencia comenzaba a tener ciertos focos cr¨ªticos que ensalzaban lo que a?os despu¨¦s ser¨ªan dos de los tres mejores centrocampistas del mundo: Xavi e Iniesta. El Madrid golpe¨® tres veces ¨¦sa noche el Camp Nou, pero no se pudo salir con la suya. A cada cachete blanco, respuesta en forma de golazo de Lionel. As¨ª pas¨® en el arranque del partido y en el minuto final, cuando la magia de Ronaldinho rompi¨® con un pase vertical que solucion¨® La Pulga cruzando la bola a la izquierda de un desesperado Casillas. Y ah¨ª comenz¨® la leyenda. La leyenda del azote de Messi al Madrid. Arranc¨® con un hat trick, el primero de los 37 tripletes que hizo desde que debut¨®. Ese fue el d¨ªa que el madridismo descubri¨® a Messi.