Salir en un programa con m¨¢s de 1.639.000 espectadores no te cambia la vida. O al menos no en los aspectos fundamentales. Al d¨ªa siguiente de mi aparici¨®n estelar en uno de los programas m¨¢s vistos de la televisi¨®n nacional, volv¨ª a mi trabajo como si no hubiera pasado nada. As¨ª viv¨ª el antes y el despu¨¦s de ejercer la democratizaci¨®n medi¨¢tica.

Lo que no se vio en First Dates

Para tener una cita a ciegas 'delante de toda Espa?a' hay que tener valor o ser muy inconsciente. Me present¨¦ a First Dates con un poco de cada, dispuesto a formar parte de un milagro televisivo. No voy a decir a posteriori que fui para echarme unas risas, porque realmente esperaba encontrar algo similar a lo que hab¨ªa pedido, pero ni la guionista del programa es Mary Shelley ni cuando lo grab¨¦ era Navidad.

Hay dos maneras de participar en el programa: o les gustas porque te han localizado a trav¨¦s de las redes sociales o te presentas al casting. Yo rellen¨¦ dos veces el formulario de la p¨¢gina web hasta que me llamaron. De primeras, me pidieron un v¨ªdeo describi¨¦ndome -el que sale nada m¨¢s empezar el programa-.Tambi¨¦n me enviaron un cuestionario bastante extenso con preguntas sobre ideolog¨ªa pol¨ªtica, religi¨®n, relaciones familiares, preferencias sexuales y situaciones hipot¨¦ticas digno de asignatura de subir nota de la ya muerta Selectividad.

El cuestionario, adem¨¢s de ser la mejor carta de presentaci¨®n, es tambi¨¦n el punto m¨¢s d¨¦bil para el participante. Sospecho que hasta el conductor que me recogi¨® para llevarme al set de rodaje intentaba sacar alg¨²n total para el programa con sus preguntas y sus insistentes comentarios pol¨ªticos muy contrarios a mis respuestas en el cuestionario.

A¨²n as¨ª, curado de espanto de las entra?as de la televisi¨®n, sab¨ªa -a medias- a lo que me expon¨ªa al presentarme al programa. Como seguidor de First Dates desde sus inicios, tengo la teor¨ªa de que hay dos tipos de citas: las de afinidad y las de confrontaci¨®n. Por eso hay veces que algunas acaban muy bien, otras muy mal y otras que dan la sorpresa. Preparado para lo peor, he de confesar que ten¨ªa un plan B que no sali¨® mal del todo.

Lo que se grab¨®

En mi caso o alguien traspapel¨® los cuestionarios como si de una pel¨ªcula de sobremesa de Antena 3 se tratara o realmente buscaban un encuentro m¨¢s tenso que una sesi¨®n de investidura en 2016. El chico con el que me emparejaron era todo lo contrario a lo que buscaba, incluso en lo f¨ªsico.

Despu¨¦s de haber visto previamente dos temporadas de Unreal -una serie que trata sobre el coraz¨®n de estos formatos- sab¨ªa perfectamente que el programa ya hab¨ªa elegido un estereotipo para cada uno, aunque no sab¨ªa cu¨¢les. Tras ver la emisi¨®n completa, para m¨ª eligieron la etiqueta de homoflexible, que -atenci¨®n, spoiler- luego me trajo alg¨²n que otro dolor de cabeza en Twitter. Casualidad o no, fue mi respuesta al "secreto inconfesable" que ped¨ªan en el cuestionario.

Hay varios turnos de rodaje, yo asist¨ª al de por la ma?ana pero mi cita fue de las ¨²ltimas, as¨ª que solo tuve que fingir que estaba cenando cuando realmente estaba comiendo. No puedo quejarme: hay participantes que desayunan langostino o gazpacho, en el mejor de los casos.

Eso s¨ª, como cada cita tiene una duraci¨®n de hora y media, la espera -con otros dates que van a promocionarse o a probar suerte- me pas¨® factura. Como plataforma, First Dates entra dentro del circuito de participantes de otros programas o realities como 'C¨¢mbiame' o 'Got Talent Espa?a', m¨¢s acostumbrados a dar espect¨¢culo o a controlar los nervios ante una c¨¢mara.

El comienzo de la cita en s¨ª sirve para aturdir al participante: de repente abren las puertas del set y eres lanzado a la arena, como un toro o un gladiador. Antes de que pudiera recuperarme del shock o salir corriendo, Carlos Sobera me recibi¨® con una calurosa bienvenida en la que pude leer entre l¨ªneas que estaba bien jodido. Estaba tan nervioso que ni siquiera le pregunt¨¦ por lo de la ceja. En realidad ver a Sobera en persona es como reencontrarte con un t¨ªo lejano que hace diez a?os que no ves pero en esos momentos hubiera utilizado el comod¨ªn de la llamada para que me rescataran desde el 112.

Despu¨¦s de saludar a mi cita y pedir un chupitazo de buena ma?ana, el anfitri¨®n nos acompa?¨® hasta la mesa y nos trajeron la carta del men¨². S¨ª, hay que pagar 15 euros por la cena, pero a cambio te dan 100 para ti y para tus cosas. El ejercicio de naming del men¨² es bastante picant¨®n y el personal te obliga a recitarlo en voz alta si quieres comer algo durante tu cita. Creo que la macedonia se llama orgasmo de algo. Los nombres los pod¨ªan haber sacado perfectamente del one-hit-wonder de Antonio y Carmen:

Una vez acomodado en la mesa, ni siquiera te das cuenta de que hay c¨¢maras en el restaurante. Como aclaraci¨®n: s¨ª, en las dem¨¢s mesas tambi¨¦n hay personas teniendo una cita, aunque no siempre se emiten todas el mismo d¨ªa. Las malas lenguas apuntan a que son figurantes. Al menos no fue as¨ª durante mi grabaci¨®n.

Durante la hora y media que dur¨® mi cita estuve pendiente del WhastApp, ya que desde el programa pueden enviarte pistas y consejos para que fluya la conversaci¨®n. Como mi cita fue declarada batalla perdida desde el minuto 1, ni se esforzaron en hacer de Celestina. Tan solo el camarero, Mat¨ªas, que nos tra¨ªa alcohol todo el tiempo. El cl¨¢sico truco del alcohol funcion¨®, al menos por mi parte, y potenci¨® mi sinceridad, que no pareci¨® gustarle mucho a mi cita. Tambi¨¦n fui al ba?o a contarle a mis amigos mi ¨²ltimo fracaso emocional y, si algo que me decepcion¨® de verdad, es que el ba?o que sale en la tele es de pega. El de verdad se asemeja un poco m¨¢s a un ba?o de bar: peque?o, viejuno pero muy limpio, eso s¨ª.

El show continu¨® y tras una larga espera grabamos los totales que se intercalan entre las escenas del restaurante. Antes de la decisi¨®n final ped¨ª a mi redactor que le preguntase a ¨¦l primero para que me diera el "no", tal y como ten¨ªa previsto en el plan B, que se me fue un poco de las manos.

Lo que se vio, el plan B y otras cuestiones

Casi dos meses despu¨¦s, ya me hab¨ªa olvidado de la grabaci¨®n de First Dates. Supuse que la cinta de mi encuentro quedar¨ªa bajo llave en los s¨®tanos de Cuatro bajo la advertencia de contenido altamente aburrido. Al menos para m¨ª -y para m¨¢s gente como pude comprobar m¨¢s tarde a trav¨¦s de Twitter- la cita lo fue. Pero no. El pasado siempre vuelve, y el mio volvi¨® en prime time provocando una avalancha de mensajes por todas las redes sociales que en ese momento me arrepent¨ª de tener. Ah, y lo de que la tele engorda es verdad.

La primera impresi¨®n de verme en el programa me incomod¨®, aunque luego supe re¨ªrme de m¨ª mismo, igual que de las reacciones que suscit¨® mi aparici¨®n televisiva. Al principio me result¨® divertido, luego molesto -muchos mensajes pidiendo explicaciones o sorprendi¨¦ndose de que a la televisi¨®n pueda acceder cualquiera en el siglo XXI- y finalmente asum¨ª que es algo que va en el precio. Muchas preguntas, muchos 'qu¨¦ fuerte', mucho hater y sobre todo -y aqu¨ª es donde entra el plan B- mucho ligoteo. Las proposiciones duraron d¨ªas, y necesit¨¦ un par de ellos para leerlas y contestar a -casi- todas. 

Tal y como fue mi cita, sin qu¨ªmica, f¨ªsica o cualquier ciencia medianamente interesante y aplicable a los cuerpos, sumado a las calabazas que me dieron delante de toda Espa?a, utilic¨¦ First Dates como plataforma para ligar, pero no con mi cita. Como un Grindr, un Tinder o cualquier red social de contactos multiplicada por cien.

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Lo que la gente opin¨®

Y mi conclusi¨®n particular

 

 

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