Hiroki Ogita, saltador de p¨¦rtiga japon¨¦s, realiz¨® un buen salto en la primera ronda clasificatoria de los Juegos de R¨ªo. El impulso y la ejecuci¨®n fueron suficientes para superar el list¨®n y estar en la siguiente fase. Cuando se encontraba en el punto m¨¢s alto, el joven ya hab¨ªa dicho adi¨®s a la temida barra. Se dispon¨ªa a caer bien con sus posaderas, a levantarse dando las gracias t¨ªmidamente al p¨²blico, o, qu¨¦ narices, a hacerlo saludando como la reina de Inglaterra, ya pensaba el saltador en la ducha reparadora de despu¨¦s y la suave cena con pesacdo crudo impronunciable, quiz¨¢ tuvo tiempo, incluso, a repasar mentalmente los mejores goles de Julio Salinas para el Yokohama Marinos en semejante momento de relajaci¨®n y satisfacci¨®n por el deber casi cumplido. No sab¨ªa Hiroki, en esos momentos, que la tragedia le acechaba s¨®lo unos cent¨ªmetros m¨¢s abajo.

Cuando comienza el descenso, un susto: su pierna roza el list¨®n, que tiembla y amenaza con mandarle a casa. Por suerte, no pasa a mayores. Pero entonces... entonces... pin, Hiroki, de apellido Ogita, nacido el 30 de diciembre de 1987, derriba el list¨®n con el pene:

Y, claro, bajonazo.

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