Pogacar no tiene piedad

Tadej Pogacar dej¨® sentenciado el Tour de Francia en la primera de las dos etapas de los altos Alpes que despiden la gran monta?a de esta edici¨®n. Si es que no lo ten¨ªa sentenciado ya. Los tres minutos de ventaja con los que comenz¨® la jornada en Embrun se convirtieron en cinco minutos en la cima de Isola 2000, que reapareci¨® en el recorrido de la ronda francesa 31 a?os despu¨¦s de que Miguel Indurain cediera con poco disimulo la victoria a Toni Rominger. El esloveno, un campe¨®n de la misma dimensi¨®n, pero con h¨¢bitos muy diferentes, prefiere no dejar ni las sobras a sus rivales. Pogacar sum¨® su cuarta victoria en el presente certamen, que aumenta a 15 etapas su cosecha en la Grande Boucle. En el Giro de Italia coleccion¨® seis. No sabe, o no quiere, correr de otra forma.

La etapa reina de los Alpes se plante¨® como un nuevo pulso UAE-Visma, pero no el cl¨¢sico duelo Pogacar-Vingegaard, que en este Tour apenas ha existido y hace un par de d¨ªas se diluy¨® por completo. Era un pulso por la victoria del d¨ªa. Sin concesiones. El equipo neerland¨¦s la plante¨® desde lejos, con la inclusi¨®n de Matteo Jorgenson y Wilco Kelderman en la fuga de la jornada, junto a otros insistentes gallos desheredados de la general: Simon Yates, Richard Carapaz y Jai Hindley, tres ganadores de grandes vueltas. La presencia del d¨²o del Visma en la escapada cumpl¨ªa una doble funci¨®n: la b¨²squeda directa del triunfo y la escolta de Vingegaard, si se hubiera dado el caso. Con lo que no contaban, o quiz¨¢ s¨ª, era con que Pogacar no quiere dejarles este a?o ni las migajas. El esloveno se toma cumplida venganza de sus derrotas de las dos ¨²ltimas ediciones. Contra Vingegaard y contra el Visma. Sin piedad.

El quinteto de cabeza se plant¨® en las faldas de Isola 2000 con algo menos de cuatro minutos de ventaja, que pod¨ªan ser suficientes, o no, dependiendo de la actitud que quisieran tomar por detr¨¢s. El trabajo del UAE Team, que impuso un ritmo exigente en el interminable Col de la Bonette, hac¨ªa sospechar que no solo quer¨ªa sentenciar definitivamente el Tour, si no lo ten¨ªa ya en el bolsillo, sino tambi¨¦n el triunfo en una jornada se?alada, hacer el doblete en las etapas reinas de los Pirineos y de los Alpes. Jorgenson, hasta entonces bien conducido por Kelderman, lanz¨® su ataque a 13,5 kil¨®metros. Superior. Poco despu¨¦s, a 9 km, Pogacar hac¨ªa lo propio por detr¨¢s, con el mismo resultado que en d¨ªas anteriores: una contrarreloj individual con dos moscardones impotentes a su estela. Detr¨¢s respondieron, efectivamente, Remco Evenepoel y Jonas Vingegaard, esta vez en ese orden, pero no pudieron coger su rueda. Lo de siempre.

La ascensi¨®n se jug¨® a partir de entonces en dos frentes. Por un lado, la persecuci¨®n de Pogacar a Jorgenson, el UAE contra el Visma, por la victoria de etapa. Por otro, el marcaje entre Vingegaard y Evenepoel, que ahora litigan por su propia pelea, la segunda plaza del podio. El pulso por el triunfo se decant¨® a dos kil¨®metros de la cima, cuando Pogacar rebas¨® a Jorgenson sin miramientos, igual que hab¨ªa hecho un poco antes con Simon Yates. El estadounidense, que no hizo ni amago de tomar su rebufo, cruz¨® a 21 segundos. El otro duelo qued¨® en combate nulo. Evenepoel, que est¨¢ acabando m¨¢s fresco que su oponente, apret¨® durante la subida, pero Vingegaard resisti¨® bien. El dan¨¦s dio la mano al belga tras cruzar la etapa y luego busc¨® los brazos de su mujer para romper a llorar. No va a ganar este Tour, pero haber llegado hasta aqu¨ª, despu¨¦s del tremendo accidente que tuvo en la Itzulia, ya es una enorme victoria. Para algunos fue la imagen del d¨ªa. Otros se quedan con la avasalladora reverencia de Pogacar en la l¨ªnea de meta. Son las dos caras de este Tour. Dos campeones.

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