Van der Poel se corona por tercer a?o en Par¨ªs-Roubaix tras una ca¨ªda de Pogacar

Par¨ªs-Roubaix es, por antonomasia, una carrera de supervivencia. Durante horas debes superar un sinf¨ªn de obst¨¢culos, trampas y demostrar una tenacidad inquebrantable para luchar contra los elementos que muy pocos son capaces de conseguir. En ese escenario no hay nadie como Mathieu van der Poel. Todo se encaminaba al en¨¦simo duelo entre el holand¨¦s y su actual rival en los Monumentos, un Tadej Pogacar que se estren¨® en el Infierno del Norte de forma encomiable, pero el desenlace se resolvi¨® de forma abrupta. Un baj¨®n de pulsaciones inesperado en el momento de mayor ¨¦xtasis¡­

Las mejores im¨¢genes de la Par¨ªs-Roubaix

Cuando ambos hab¨ªan destrozado al resto de favoritos, mostrando la aplastante superioridad que les caracteriza, Pogacar sufri¨® una ca¨ªda a la salida de un tramo de pav¨¦s por trazar la curva algo pasado que finiquit¨® la batalla antes de tiempo. Van der Poel, por delante, sobrevivi¨® a todo. Y a todos. Ni un bid¨®n que un impresentable aficionado le arroj¨® a la cara ni un pinchazo pudieron evitar que se coronase en el vel¨®dromo de Roubaix por tercer a?o consecutivo (iguala el r¨¦cord de Moser y Lapize). Pogacar lleg¨® a m¨¢s de 1 minuto, con sabor agridulce pese a verse perfectamente capaz de ganar esta carrera en el futuro y de convertirse en el noveno corredor en la historia del ciclismo en subir al podio en los cinco Monumentos. Mads Pedersen cerr¨® el caj¨®n tras batir a Wout van Aert en el esprint.

C¨®mo rezaba aquel ic¨®nico anuncio publicitario, el algod¨®n no enga?a. Algunos tramos de pav¨¦s, cubiertos de charcos y barro por las lluvias ca¨ªdas durante la v¨ªspera de la carrera, tampoco. Horas antes de afrontar ese problema, ocho corredores establecieron la fuga bien temprano bajo el cielo gris que se cern¨ªa sobre ellos: Heiduk, Hoelgaard, Rutsch, Walker, De Buyst, Townsend, Stickman y, en representaci¨®n espa?ola, Oier Lazkano. El corredor del Red Bull Bora, que hab¨ªa firmado un inicio de temporada sumamente discreto y con malas sensaciones, decid¨ªa anticiparse a los gallos en una maniobra que le trajo buenos frutos en el pasado, cuando fue 2¡ã en A Trav¨¦s de Flandes 2023 tras meterse en fuga y ser atrapado por los favoritos. La apuesta quedaba hecha.

Aunque quedaba por delante todo un Infierno de 160 km, la renta de casi 3 minutos de los escapados a la llegada del pav¨¦s era cuanto menos jugosa. Para entonces, la tensi¨®n ya hab¨ªa crecido lo suficiente como para ver abandonos (Manlio Moro y Albert Torres) y ca¨ªdas de nombres de referencia, como Mohoric y un Van Aert que regres¨® a tiempo al pelot¨®n con la ayuda de varios compa?eros. Despu¨¦s, el primer tramo de adoquines reflej¨® dos realidades radicalmente opuestas. Pogacar rodaba con facilidad en las primeras posiciones, con Van der Poel atent¨ªsimo a su rueda, mientras que Van Aert se ve¨ªa moment¨¢neamente cortado por mala ubicaci¨®n. Pero todav¨ªa le fue a Ganna, que por culpa de un pinchazo perdi¨® 1 minuto con el grupo de los gallos y tuvo un gasto extra de energ¨ªa.

Mientras Van Aert sufr¨ªa, con una evidente falta de confianza por culpa del susto que tuvo en el reconocimiento del recorrido que casi le cost¨® una ca¨ªda, el Lidl-Trek marcaba la pauta, como el equipo con m¨¢s representaci¨®n en el grupo principal. Los tambores de guerra empezaron a resonar con fuerza en la aproximaci¨®n al Bosque de Arenberg, primer sector de 5 estrellas. Ganna, despu¨¦s de muchos minutos de persecuci¨®n, enlaz¨® para descolgarse a la m¨ªnima. Pogacar lo ten¨ªa clar¨ªsimo: en los primeros metros de Arenberg aceler¨®, con Pedersen siendo su sombra, con la intenci¨®n de hacer la primera selecci¨®n de la carrera. A la salida del tramo, ya con Lazkano atrapado como ¨²ltimo superviviente de la fuga, tanto Pogacar como Van der Poel dieron continuidad a ese alt¨ªsimo ritmo. El parte de guerra que se cobr¨® Arenberg fue tremendo: Van Aert, K¨¹ng, Tarling¡­

Entre los gal¨¢cticos, Pogacar, Van der Poel, Pedersen y Philipsen, solo consigui¨® colarse un sorprendente Bissegger. A m¨¢s de 80 km de meta, la victoria ya era cosa de ellos cinco. Pocos minutos despu¨¦s, Pogacar se empe?¨® en aumentar todav¨ªa m¨¢s sus posibilidades. Ni siquiera esper¨® a Mons en P¨¦v¨¨le, donde firm¨® el r¨¦cord del tramo hace d¨ªas en uno de sus reconocimientos, sino que pas¨® a la acci¨®n en Tilloy ¨¤ Sars-et-Rosi¨¨res (4*), donde la mala suerte se ceb¨® con Pedersen: pinchazo y adi¨®s a sus opciones. Pogi solt¨® a todos, pero cuando Van der Poel vio que no pod¨ªa esperar m¨¢s a Philipsen, ¨¦l mismo respondi¨® para atrapar al esloveno. El holand¨¦s, consciente de que su compa?ero no estaba lejos, no quiso colaborar en los relevos en un principio, lo que propici¨® que Philipsen llegase a su estela. Pogacar, el queso del s¨¢ndwich entre los hombres del Alpecin¡­

Una falsa sensaci¨®n de calma se instaur¨® en cabeza de carrera. El tiempo se detuvo, dentro de lo que supone rodar a un promedio de 48 km/h¡­ Se intu¨ªa que en Mons en P¨¦v¨¨le pasar¨ªan cosas. Y as¨ª fue. Van der Poel atac¨® como respuesta a una aceleraci¨®n previa de Pogacar, pero el esloveno contragolpe¨® con dureza, tanta, que Philipsen sac¨® bandera blanca. Una vez m¨¢s, Pogacar y Van der Poel se quedaban solos, inmersos en un nuevo duelo que se presum¨ªa antol¨®gico. Pero el hype, tan pronto como se dispar¨®, cay¨® en picado. Pogacar arriesg¨® en Pont-Thibault ¨¤ Ennevelin, pero a la salida del tramo se fue largo en la curva y se cay¨® en el c¨¦sped. Tard¨® en reanudar la marcha por una salida de cadena y vio c¨®mo se alejaban sus ilusiones de ganar como debutante a medida que Van der Poel abr¨ªa brecha.

La batalla, aunque fuese desde la distancia, fue tremenda, con ambos titanes rodando a un ritmo sumamente similar. Los 20 segundos que mantuvo Van der Poel durante unos minutos fueron oro, y el holand¨¦s no estaba dispuesto a ceder, ni siquiera cuando un indeseable espectador le lanz¨® un bid¨®n a la cara en uno de los sectores de pav¨¦s, ni siquiera cuando sufri¨® un pinchazo¡­ Inquebrantable. Para rematar, Pogacar volvi¨® a detenerse con 20 km por delante para efectuar un cambio de bicicleta, y ah¨ª termin¨® el pulso. Tres dedos al cielo de Roubaix, celebraci¨®n con su pareja y m¨¢ximo respeto mostrado hacia Pogacar, con quien se fundi¨® en un deportivo abrazo al t¨¦rmino de la carrera. Van der Poel sabe lo que le espera en el Infierno del Norte a partir de ahora: m¨¢s raciones de Tadej Pogacar.

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