Pogacar conquista su tercera Strade Bianche con ca¨ªda incluida

Tadej Pogacar se compr¨® hace meses un Porsche, su primer y ¨²nico capricho de este tipo a pesar de ser un amante de los superdeportivos. No busquen en sus redes sociales, porque como dijo su pareja, Urska Zigart, nunca har¨¢ p¨²blicas im¨¢genes de su adquisici¨®n. Al mismo tiempo, cont¨® Urska en el portal Wieler Revue, ellos son los ¡°¨²nicos residentes en M¨®naco que van a comprar en ch¨¢ndal al Carrefour¡±. As¨ª es Pogi, un tipo tan sencillo como polifac¨¦tico, que a lo largo de su carrera nos ha deleitado con haza?as de todos los colores. Sin embargo, el n¨²mero que firm¨® este s¨¢bado en la Strade Bianche era hasta ahora desconocido para ¨¦l¡­ Pogacar volvi¨® a ganar de forma aplastante, nada nuevo, pero lo hizo tras sufrir una dura ca¨ªda a 50 km del final. Ni las heridas ni magulladuras impidieron que cazase a Tom Pidcock (2?), al que destroz¨® con un ataque en los ¨²ltimos kil¨®metros para alzar los brazos por tercera vez en su carrera en la Piazza del Campo de Siena. ?nico en su especie. El mejor espa?ol fue Pello Bilbao, en una fant¨¢stica 5? plaza.

Al contrario que hace un a?o, cuando anunci¨® su ataque en la subida a Santa Maria a los cuatro vientos, Pogacar quiso ser m¨¢s cauto en zona mixta. ¡°Quiz¨¢s espere a atacar en el esprint, en los ¨²ltimos 150 metros¡±, dijo el esloveno con una p¨ªcara sonrisa. Unas palabras que viniendo de ¨¦l eran imposibles de creer. El dorsal 1 a su espalda fue lo que Pidcock ten¨ªa clar¨ªsimo que deb¨ªa ver durante gran parte de la carrera, y el brit¨¢nico se convirti¨® durante horas en la sombra de Pogi. Mucho antes de presenciar su duelo, se form¨® una fuga de nivel, con la presencia de corredores como el prometedor Albert Withen Philipsen y el veterano Connor Swift. Llegaron a contar con cinco minutos de ventaja, momento en el que Pogacar envi¨® a sus compa?eros a la sala de m¨¢quinas.

La carrera sigui¨® su curso, por esa espectacular estela de polvo que dejan los corredores a su paso por los caminos de la bella Toscana. Pogacar contaba con tres hombres a su servicio, por lo que no se precipit¨® en probar suerte en el sector de San Martino in Grania, a 100 km de meta. El terreno es tan exigente, con sus 3.700 metros de desnivel y sus casi 82 km de tierra, que la Strade resulta una carrera de eliminaci¨®n. Como las grandes cl¨¢sicas de las que forma parte. Poco a poco, el pelot¨®n se redujo a su m¨ªnima expresi¨®n, tambi¨¦n por culpa de algunas ca¨ªdas que obligaron a Gaudu y Kwiatkowski a abandonar. Lleg¨® el tan esperado tramo de Santa Maria, y all¨ª la situaci¨®n cambi¨®¡­

Del Toro meti¨® una o varias marchas m¨¢s en el grupo principal y caus¨® estragos. Los tambores de guerra sonaban en lo profundo. Algo se avecinaba¡­ Pogacar ya solo contaba con el trabajo de Wellens, pero cuando su ofensiva estaba cantada apareci¨® Pidcock con un ataque por anticipaci¨®n, a 78 km de meta. El brit¨¢nico hizo lo que deb¨ªa, pero recibi¨® la inmediata respuesta de Pogacar, que contraatac¨® con dureza. Los dos se distanciaron del resto de mortales, donde resist¨ªan Pello Bilbao y Roger Adri¨¤, y pasaron a liderar la carrera. Pidcock jug¨® su mejor carta, que pasaba por apretar al esloveno en los descensos. Lo hizo t¨ªmidamente, pero tampoco consigui¨® inquietar demasiado al esloveno.

Lo inesperado

Con el grupo de perseguidores a casi 1 minuto y medio, la calma se apoder¨® de la carrera. Hasta entonces, Pidcock hab¨ªa mantenido la emoci¨®n de una Strade que sin su presencia habr¨ªa calcado el guion del a?o anterior. La gran sorpresa vino con Swift, que apareci¨® de la nada como ¨²ltimo superviviente de la fuga para acompa?ar en su aventura a los dos titanes. O al menos, esa circunstancia parec¨ªa la mayor sorpresa¡­ A falta de 50 km, Pogacar se vino arriba y acab¨® por los suelos. El esloveno arriesg¨® en exceso en una bajada, traz¨® mal en una curva y sufri¨® una dura ca¨ªda. Los gestos de incredulidad de Pidcock lo dec¨ªan todo. Por fortuna, Pogacar cay¨® a una zona de zarzas y se detuvo r¨¢pido, por lo que se puso en pie enseguida para iniciar la persecuci¨®n sobre el brit¨¢nico.

Tras cambiar una segunda vez de bici, y muy magullado, Pogacar meti¨® el turbo para cazar a Pidcock, que ya rodaba en solitario tras descolgar a Swift. Los 25 segundos que lleg¨® a tener el del Q36.5 de ventaja se redujeron a la mitad en un abrir y cerrar de ojos, momento en el que Pidcock, todo un gentleman, decidi¨® esperar a Pogacar. A partir de ah¨ª, la carrera fue definitivamente cosa de dos. El dolor no merm¨® a Pogacar, por suerte para ¨¦l y para desgracia de Pidcock, y a falta de los ¨²ltimos sectores de tierra el esloveno, que no se vio atacado por su acompa?ante, lo tuvo claro. Con un cambio de ritmo demoledor, sentado, y poniendo los vatios al rojo vivo, el esloveno se march¨® como quiso en la subida a Colle Pinzuto y cort¨® de ra¨ªz la emoci¨®n que la carrera tuvo hasta ese punto.

Tuvo tiempo de sobra, m¨¢s de 1 minuto a pesar de relajarse en los ¨²ltimos compases, para saborear su tercer ¨¦xito en la Piazza del Campo de Siena, lo que le deja en lo m¨¢s alto del palmar¨¦s hist¨®rico de la carrera junto a Fabian Cancellara. Por si fuera poco, se convirti¨® en el primer portador del maillot arco¨ªris en ganar la Strade y en el ¨²nico ganador hasta el momento de dos ediciones consecutivas. Pidcock y Wellens, que complet¨® un d¨ªa redondo para el UAE, le acompa?aron en el podio. En 14 d¨ªas llega Mil¨¢n-San Remo. Moral por las nubes.

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