El pav¨¦s tumba a Roglic

El Tour de Francia es el resultado de 21 jornadas de competici¨®n y tres de descanso. Todas suman. Y todas restan. Todo lo que has ganado en un d¨ªa, puedes perderlo al siguiente. Hay un t¨ªo con un mazo dispuesto a golpearte en cada kil¨®metro. La semana arranc¨® con un martes de gloria para el equipo Jumbo, con una exhibici¨®n coral que elev¨® a Wout van Aert al podio de Calais. S¨®lo 24 horas despu¨¦s de coleccionar premios y elogios, el rodillo amarillo encaden¨® una serie de catastr¨®ficos imprevistos que convirtieron la temible etapa del pav¨¦s en su particular Infierno del Norte. No se salv¨® ninguno. Ni Roglic, ni Vingegaard, ni Van Aert. Para rematar las malas noticias, el caos coincidi¨® con un d¨ªa grande del rival, con una demostraci¨®n imponente del de siempre: Tadej Pogacar. Y para mayor iron¨ªa, ninguno de sus tres incidentes se produjo en un tramo empedrado. El adoqu¨ªn causa estragos incluso fuera del adoqu¨ªn.

La pesadilla del Jumbo comenz¨® antes del primero de los once puntos de pav¨¦s, antes de esos 20 kil¨®metros acumulados de adoquines destinados a despedazar el pelot¨®n. Van Aert, reluciente maillot amarillo, sufri¨® una ca¨ªda cuando rodaba en los puestos traseros. Un compa?ero, Sven Kruijswijk, le esper¨® para reintegrarle al grupo, pero ni siquiera su supersticiosa triqui?uela de llevar el dorsal 13 al rev¨¦s evit¨® la mala fortuna del equipo. Van Aert pudo enlazar, no sin antes pegarse otro susto cuando hac¨ªa tras coche en el veh¨ªculo del DSM. A partir de entonces ya no se le vio progresar a gusto. El liderato estaba en cuesti¨®n.

No acabaron los contratiempos ah¨ª. A 36 kil¨®metros, Jonas Vingegaard sufri¨® un pinchazo en un terreno entre tramos. Nathan van Hooydonck le cedi¨® r¨¢pidamente su bicicleta, sin reparar en que ¨¦l mide 1,93, por los 1,75 del dan¨¦s. Vingegaard parec¨ªa pedalear sobre la bici de Sabonis. Despu¨¦s de un nuevo cambio de montura, el coche lleg¨® a su auxilio, pero ya hab¨ªa cedido demasiado tiempo. S¨®lo quedaba Primoz Roglic en cabeza, pero el se?or del martillo le ten¨ªa reservada la sorpresa m¨¢s triste, cuando el desplazamiento de una bala de paja tir¨® a varios corredores en una glorieta. Roglic se fue al suelo. Otro Jumbo, tocado. Todo el equipo, deprimido.

El Jumbo-Visma parec¨ªa destinado al desastre¡­ Era dif¨ªcil encajar m¨¢s golpes. Pero finalmente salv¨® algo los muebles. Al menos, dos. Vingegaard y Van Aert se organizaron en un tren perseguidor, en cuyos vagones tambi¨¦n se subieron Enric Mas, Alexander Vlasov, Nairo Quintana y el tridente del Ineos, para reducir los males a 13 segundos respecto a Pogacar, que cruz¨® la meta junto a un especialista, Jasper Stuyven. El doble campe¨®n en Par¨ªs se adapta a cualquier terreno. Tambi¨¦n es el rey de las piedras. Mucho peor fueron las cosas para su compatriota esloveno Roglic, que se dej¨® casi dos minutos. Hace tiempo que el idilio entre Primoz y el Tour se rompi¨®. Van Aert pudo incluso conservar el maillot de l¨ªder, un milagro del ciclismo si repasamos los acontecimientos.

Mientras los gallos tiraban de calculadoras y pasaban lista en las clasificaciones, el triunfo de etapa se hab¨ªa resuelto m¨¢s adelante. Sorprendentemente, entre los seis escapados del d¨ªa, que lograron rentabilizar su ventaja en el diab¨®lico empedrado. Entre ellos rodaba Magnus Cort Nielsen por cuarta etapa consecutiva, y eso que esta vez no hab¨ªa ning¨²n puerto para puntuar. El triunfo no fue para el dan¨¦s del EF Education, aunque su compa?ero Neilson Powless, el primer nativo norteamericano en disputar el Tour, s¨ª estuvo a punto de conseguirlo. El ¨¦xito se lo apropi¨® el australiano Simon Clarke, un veterano de 35 a?os del equipo Israel, ganador de dos etapas y de la clasificaci¨®n de la Monta?a en La Vuelta, en un ag¨®nico esprint con Van der Hoorn. Otros h¨¦roes de un mi¨¦rcoles infernal.