Stepien: ¡°Vente al salir de misa y vemos porno sentados en la piscina¡±
Un art¨ªculo de ¡®The Athletic¡¯ record¨® el fracaso de Ted Stepien, uno de los peores propietarios de la historia, con la creaci¨®n de un grupo de animadoras para los Cavs.


?Cu¨¢l es el peor propietario que ha conocido la NBA? No es f¨¢cil mezclar ¨¦pocas, mercados, gesti¨®n empresarial y deportiva, pero est¨¢ claro que Donald Sterling tiene muchas papeletas de ser el elegido. Convirti¨® a los Clippers en poco m¨¢s que un hazmerreir y sali¨® tras un fe¨ªsimo esc¨¢ndalo racista. Los a?os de la familia Maloof en Sacramento Kings, desde luego las turbulencias de James Dolan en Nueva York, donde la meca del baloncesto se convirti¨® en un equipo vulgar¡ en el mejor de los casos; Y tambi¨¦n, no puede faltar, el que en su momento se consider¨® el peor, casi un antecesor de estos y otros, nada ma?osos, que lo siguieron: Ted Stepien, que fue propietario de Cleveland Cavaliers entre 1980 y 1983.
Stepien, que naci¨® en Pennsylvania y muri¨® en Cleveland en 2007, de un ataque al coraz¨®n con 82 a?os, dej¨® los Cavs con un balance de 66-180 en su etapa, en la que tuvo cinco entrenadores (uno de ellos el m¨ªtico Chuck Daly, que no le dur¨® ni un curso) y perdi¨® 15 millones de d¨®lares de la ¨¦poca. Hacer dinero no era su problema: cre¨® National Advertising Service en 1947 con solo 500 d¨®lares. Para 1980, generaba unos 80 millones al a?o. Eso le permiti¨® lanzarse al mundo del baloncesto profesional, un sue?o que tras la NBA alarg¨® en la CBA (Continental Basketball Association), la GBA (Global Basketball Association) y con su reto?o, una United Pro Basketball finalmente irrelevante. Su ¨®rdago por los Cavs mediado 1980 con la adquisici¨®n del 38% de la franquicia por 2 millones de d¨®lares. En solo unos meses ya controlaba el 82%.
Repudiado por el p¨²blico de los Cavs, a los que bajo su mando se lleg¨® a llamar Cleveland Cadavers, se plante¨® renombrar la franquicia como Ohio Cavaliers y convertirla en una atracci¨®n itinerante que jugara por otras ciudades cercanas o hasta no muy lejanas, en un radio que abarcaba hasta Toronto. Aunque se defin¨ªa como contrario a la segregaci¨®n y ¡°partidario de una sociedad totalmente integrada¡±, su visi¨®n de los temas raciales que por entonces eran extremadamente delicados en las relaciones jugadores-franquicias-aficionados fue cualquier cosa menos discreta o sensible. Del ¡°me preocupa que los negros son el 5% del mercado, pero ocupan el 75% de las plantillas¡± al ¡°los negros ni compran entradas ni compran casi nada de lo que anuncia la televisi¨®n, una franquicia es como cualquier otro negocio y hay que tener esas cosas en cuenta¡±.
Y luego est¨¢, claro, lo de la Stepien Rule. La norma que la NBA tuvo que implementar para proteger a Ted Stepien¡ de Ted Stepien. Despu¨¦s de que se liara a traspasar primeras rondas de draft (todas entre 1982 y 1985, una de ellas la que pondr¨ªa a James Worthy en los Lakers), se estableci¨® que una franquicia no podr¨ªa realizar operaciones con primeras rondas futuras y consecutivas. En decir, si se traspasaba la de un a?o no se pod¨ªa traspasar la del siguiente, no al menos hasta que pasar el draft de la primera y esta fuera ya pasado. Tambi¨¦n se puede si se reciben otras primeras de esos a?os a cambio. Cuando George y Gordon Gund pagaron 20 millones en 1983 por los Cavs, tuvieron que comprarle tambi¨¦n a la NBA picks de primera ronda de los siguientes cuatro drafts, una ocurrencia de la Liga para que los nuevos propietarios no vivieran sepultados por las rocambolescas decisiones de su predecesor, a cuyos Cavs hab¨ªa nombrado el New York Times en diciembre de 1982 ¡°el equipo de baloncesto profesional peor gestionado de la historia¡±.
La figura de Stepien, inolvidable por sus cosas, volvi¨® hace unos meses a la palestra gracias a un estupendo art¨ªculos de Joe Vardon y Jason Lloyd en The Athletic, en el que recordaban una de las ideas m¨¢s extravagantes y fallidas de un propietario¡ extravagante y fallido: la creaci¨®n de un grupo de cheerleaders al estilo de las Laker Girls que hab¨ªa formado el Doctor Jerry Buss en los Lakers, uno de los s¨ªmbolos del ascenso y gloria del Showtime en manos de un propietario de leyenda que cambi¨® los Lakers, la NBA y el deporte profesional estadounidense para siempre.
Una historia, la de Vardon y Lloyd, que comenzaba recordando lo que se encontr¨® un periodista local, del Akron Beacon Journal, cuando contact¨® con el nuevo propietario, en el verano de 1980, para escribir un perfil sobre ¨¦l. Se llamaba Sheldon Ocker y Stepien acord¨® as¨ª con ¨¦l la realizaci¨®n de una entrevista: ¡°Vente el domingo al salir de misa, nos sentaremos en la piscina y veremos porno¡±. Pero en lugar de llegar a la casa del millonario, Ocker acab¨® en un club nocturno todav¨ªa cerrado en el que Stepien pon¨ªa a prueba a un grupo de j¨®venes bailarinas, un s¨®rdido casting para formar las ¡®Teddi-Bears¡¯, su propia versi¨®n de las Laker Girls y, finalmente, un fracaso estrepitoso. Otro m¨¢s. Uno para cuya direcci¨®n contrat¨® a su propia mujer y a una artista de vodevil y en el que incluy¨® a Nancy, su hija de 19 a?os.
Las mujeres que formaron parte de aquellas Teddi-Bears y que han participado en el reportaje se muestran orgullosas y creen que pagaron el pato de la horrible relaci¨®n de Stepien con su entorno, con Cleveland y con los aficionados de unos Cavs hartos de sus malas decisiones. Condenadas al ostracismo, a apariciones en centros comerciales y a ser abucheadas en el viejo Richfield Coliseum, casi siempre lleno¡ de asientos vac¨ªos. Cobraban 25 d¨®lares por partido y ten¨ªan que poner su imagen para lo que fuera menester, incluidos calendarios y apariciones promocionales de todo tipo.
El asunto acab¨® en esc¨¢ndalo. Los abucheos al grupo de animaci¨®n empezaron en el primer partido en el que actuaron. Bob Dolgan, columnista del Cleveland Plain Dealer, escribi¨® que hab¨ªa asistido a ¡°la actuaci¨®n m¨¢s perturbadora que hab¨ªa visto en 35 a?os de acudir a eventos deportivo. Un estudio de la inhumanidad que el hombre pod¨ªa llegar a demostrar hacia el hombre¡±. En 1982 otro periodista, Doug Clarke, escribi¨® un art¨ªculo demoledor en el que advert¨ªa de que varias bailarinas hab¨ªan firmado una carta en la que acusaban a los Cavaliers de ¡°falta de profesionalidad, romper sus promesas, mantener rutinas de baile anticuadas, faltas de respeto¡¡±. El art¨ªculo tambi¨¦n hablaba de comportamientos racistas y sexistas hacia las bailarinas. Stepien contest¨® con una denuncia por difamaci¨®n en la que ped¨ªa 2 millones de d¨®lares por da?os y perjuicios. Finalmente retir¨® la denuncia tras encararse, en el ¨²ltimo partido de la temporada 1981-82, con Clarke en pleno pabell¨®n. Al periodista le quitaron la acreditaci¨®n y fue expulsado del recinto. El final del experimento era inminente como, en realidad, el de la maltra¨ªda era Stepien en Cleveland Cavaliers.
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