Un Anthony Edwards de leyenda

Hace un a?o y medio que Matt Ishbia, uno de esos multimillonarios que sobrevuelan como buitres cualquiera franquicia NBA (hoy, un negocio de primera) que se pone a tiro, compr¨® Phoenix Suns. Como hab¨ªa jugado en alto nivel de College (Michigan State), lleg¨® con la idea de que sab¨ªa mucho de baloncesto, un plus para manejar esta nueva adquisici¨®n desde su posici¨®n de exitoso hombre de negocio. ?Qu¨¦ pod¨ªa salir mal? Empe?ado en hacerlo todo cuanto antes, en acaparar todos los titulares de un plumazo, sus Suns se hicieron en cuesti¨®n de meses con Kevin Durant y Bradley Beal, dos s¨²per estrellas (una real, otra imaginada) para jugar al lado de Devin Booker, criado en la casa, en pleno prime y con (sobre el papel) talento para pelear el MVP.

Todo lo dem¨¢s ten¨ªa que adaptarse a marchas forzadas a esa visi¨®n, a un nuevo big three de videojuego que no dejaba margen en las cuentas para nada que no fueran parches en el resto de la rotaci¨®n, con nuevo entrenador (Frank Vogel) y un ejecutivo (James Jones) que no pareci¨® tener demasiado voz en c¨®mo se fue desmantelando el equipo que pudo ser campe¨®n en 2021 (ganaba 2-0 unas Finales que perdi¨® 2-4) y que muri¨®, aunque camin¨® como un zombi algunos meses m¨¢s, en la segunda ronda de 2022, cuando fue barrido en su casa por los Mavericks de Luka Doncic en el s¨¦ptimo partido. Chris Paul, Mikal Bridges, Deandre Ayton, Cam Johnson¡­ Solo dos a?os despu¨¦s queda Booker, que sigue acumulando decepciones en playoffs despu¨¦s de un 116-122 que convierte a los Suns, a estos car¨ªsimos Suns, en el primer equipo eliminado de los playoffs 2024, barrido (4-0) por Minnesota Timberwolves. Aplastado por la realidad.

Los Suns, estos car¨ªsimos Suns, llevaban desde 1989 sin quedarse a cero en una serie a cuatro partidos, un p¨¦simo final para una temporada nefasta en la que nada ha ido como se esperaba (como esperaba Ishbia) y en la que han flirteado con el play in, nunca cerca de la cabeza del Oeste, hasta evitarlo en la ¨²ltima jornada de la fase regular solo para meterse en la boca del lobo, nunca mejor dicho: los Wolves han sido m¨¢s f¨ªsicos, han tenido m¨¢s hambre y han jugado much¨ªsimo mejor. Se mire como se mire. En otro universo: el de los equipos de verdad. Los Suns han apilado partidos jugados como si se acabaran de conocer en la sesi¨®n de tiro de la ma?ana, han ido pasando semanas hablando de qu¨¦ y c¨®mo hab¨ªa que arreglar las cosas sin ponerse a ello, como si la responsabilidad siempre fuera de otro.

Durant es excepcional pero va a cumplir 36 a?os y sus explosiones anotadoras ya no tienen el efecto de tiempos cada vez m¨¢s pasados. Booker ha firmado una temporada demasiado an¨®nima, aburrida, para un jugador de su talento, y Beal ha demostrado que los Wizards eran coartada, y no lastre, para su nulo nivel competitivo. Nadie ha liderado, nadie se ha preocupado de que el puzle se ensamblara, nadie ha parecido escuchar a Frank Vogel, un amante de la disciplina y la defensa fuera de su h¨¢bitat. Y es imposible que, en el d¨ªa del cierre por derribo, la mayor parte de la culpa no recaiga en el cacaread¨ªsimo big three. Finalmente, tan poca cosa.

Entre los tres tienen pendiente cobrar 485 millones de d¨®lares. Los Suns est¨¢n consumidos econ¨®micamente en tiempos en los que el convenio colectivo castiga con dureza en lo deportivo, en los que ya no basta con que el propietario de turno est¨¦ dispuesto a lanzar sobre la mesa sacos de billetes. Los excesos son muy problem¨¢ticos no solo para el bolsillo, tambi¨¦n para la arquitectura de despachos. Y solo se justifican si las estrellas rinden en versi¨®n supernova. Decir que no ha sido el caso en estos Suns es quedarse muy por detr¨¢s de la dimensi¨®n real del desastre. Del volumen del fracaso. No hay margen econ¨®mico (194 millones comprometidos solo en siete jugadores para la pr¨®xima temporada) en el futuro a medio plazo y no hay control de ninguna ronda de draft entre 2025 y 2030. Lo que sean los Suns del futuro es esto¡­ o las ruinas de esto, las que ya se descomponen a las puertas de un verano que ser¨¢ dur¨ªsimo en Arizona. Es hora de recoger lo que se ha sembrado durante meses.

Los Timberwolves, en otra dimensi¨®n

En el d¨ªa de la eliminaci¨®n, de la barrida, Durant y Booker lo intentaron: 33 puntos, 9 rebotes y 5 asistencias el primero, 49+5+6 el segundo. Entre los dos, 82 puntos (34 el resto del equipo) con un 25/38 en tiros y 11 asistencias por solo 3 p¨¦rdidas. Que eso no bastara demuestra c¨®mo de lejos de la realidad ha estado toda la temporada, una pura enso?aci¨®n, un equipo demasiado querido de s¨ª mismo sin motivo, orgulloso en el mal sentido, horriblemente frustrado m¨¢s all¨¢ de su fachada impasible. Beal lo escenific¨® mejor que nadie: 9 puntos con solo 4 canastas en 13 tiros, 6 p¨¦rdidas y 6 faltas personales. Un partido p¨¦simo en una temporada transparente para un jugador que se pas¨® demasiado tiempo vendiendo que solo necesitar saltar a la situaci¨®n id¨®nea y que, para colmo, se permiti¨® un desplante muy feo a Vogel en pleno partido. Cuando alguien tiene que pagar el pato, los cobardes suelen apuntar al eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil.

Los Suns, en el formato m¨¢s a la desesperada posible para un equipo que nunca ha tenido demasiada urgencia y que por eso no supo hacerlo el d¨ªa que ya no hab¨ªa m¨¢s remedio, evitaron algunos de los males que les hab¨ªan impedido competir durante muchos tramos de los tres partidos anteriores, pero perdieron igualmente. El ¨²ltimo cuarto (24-32) demostr¨® la diferencia entre un equipo vivo, poderoso, y uno que se ha dedicado a proyectar sombras en la pared. Aqu¨ª no hay misterio, el mejor no solo gan¨®: arras¨®. Y hablo poco de los Wolves porque habr¨¢ tiempo para hacerlo, a d¨ªas de afrontar una eliminatoria maravillosa contra (salvo cat¨¢strofe improbable) el campe¨®n, Denver Nuggets. Un grupo de jugadores serio de verdad, aspirante con galones. Con m¨²sculo, qu¨ªmica y talento. Con una defensa de las que te llevan al fin del mundo y un vestuario en el que todo el mundo sabe qu¨¦ tiene que hacer y todo el mundo quiere llegar exactamente al mismo sitio.

Rudy Gobert, con problemas de faltas, no tuvo el impacto de d¨ªas anteriores pero apret¨® en defensa al final. Mike Conley se asegur¨® de que todo el mundo conservara la calma y Karl-Anthony Towns (28 puntos, 10 rebotes) sostuvo al equipo mientras Anthony Edwards preparaba el asalto final. En el ¨²ltimo cuarto, el escolta de 22 a?os dio otra zancada hacia el megaestrellato y destroz¨® a los Suns con un tramo de 11 puntos y 2 asistencia en siete minutos. Triples, suspensiones indefendibles y un mate para el recuerdo en uno de esos partidos que sit¨²an plenamente en la elite a un jugador que acab¨® con 40 puntos, 9 rebotes y 6 asistencias. Y que pudo m¨¢s que Durant y Booker, los dos juntos, en un partido en el que (31 puntos en la segunda parte) su mayor inter¨¦s era tener un pu?ado m¨¢s de d¨ªas libres mientras los otros se jugaban la vida. El tramo final de Edwards fue, sencillamente, memorable. As¨ª, en series de playoffs como esta, nacen las verdaderas estrellas.

Los Wolves no pasaban ronda desde 2004 y solo es la segunda vez que lo consiguen en toda su historia. La anterior, cuando Edwards ten¨ªa dos a?os, los llev¨® a una final del Oeste perdida contra los Lakers. Sin m¨¢s susto que la lesi¨®n de Chris Finch, su entrenador, tras un choque fortuito con Mike Conley, estos Wolves han despejado cualquier duda que pudiera haber sobre sus opciones de trasladar a las eliminatorias su excepcional marcha de la fase regular. Van muy serio, van a por todas y tienen mimbres de equipo capaz de reinar. No en el futuro, ahora: en unas semanas. De momento, han superado con matr¨ªcula de honor una primera ronda que parec¨ªa envenenada y han expuesto las miserias de unos Suns que, en otro plano de realidad totalmente distinto, uno tremendamente oscuro, ya est¨¢n de vacaciones.

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