Siempre a vueltas con el All-Star
La NBA rebusca y rebusca. Se plantea otro formato para el All-Star Game y que Caitlin Clark se sume a Sabrina Ionescu contra Curry y Klay Thompson.
Un a?o m¨¢s, en lo que empieza a ser una tradici¨®n bastante pesada, la NBA le da vueltas al formato y los alicientes del All Star Weekend, el fin de semana de las estrellas que era hace a?os uno de los hitos de su calendario anual y que ha pasado a ser un quebradero de cabeza. No hay forma de que los jugadores se lo tomen lo suficientemente en serio. Y en un tiempo en el que hay acceso televisivo a todos los partidos, en el que se sigue milim¨¦tricamente cada paso de cada estrella, no puede agarrarse tampoco a la fuerza de ver reunidos en una misma pista a los mejores jugadores del mundo.
Si estos, adem¨¢s, no se toman ni la m¨¢s m¨ªnima molestia en que el asunto se parezca un poco, al menos, a un partido real de baloncesto, la cosa acaba como acaba: con cr¨ªticas, enfados p¨²blicos del comisionado Adam Silver y, lo peor de todo, bajas audiencias. Las NBA no tiene intenci¨®n de eliminar el All Star Game, darlo por amortizado como hecho del pasado, resquicio de otros tiempos en los que hac¨ªan faltan unos esfuerzos de promoci¨®n que ahora casi nadie fuera de las oficina de la Liga siente (desde luego no los jugadores) que sean necesarios. Es, al fin y al cabo, un fin de semana clave desde el punto de vista mercantil para la NBA, que llena la ciudad organizadora de actos, eventos y citas para sus patrocinadores, los aficionados¡ Tambi¨¦n sigue siendo, aunque apunte a la baja con todos sus defectos y los debates que lo rodean, un pico televisivo entre la jornada de Navidad y los playoffs.
?Entonces? Silver reconoci¨® que el All Star 2024 le doli¨® especialmente. Incluso plante¨® su disgusto abiertamente con los jugadores. El regreso al formato Este vs Oeste y los cambios que favorec¨ªan las condiciones que prefer¨ªan las estrellas no llevaron a ning¨²n sitio: el marcador final (211-186) qued¨® como el rastro ignominioso de otra oportunidad perdida, y Silver sinti¨® que la NBA hab¨ªa cumplido con su parte... y los jugadores no. Y tantos cambios, tantos inventos y contrainventos, han quitado incluso la p¨¢tina de grandeza hist¨®rica que, al menos para los nost¨¢lgicos, segu¨ªa teniendo el partido. El que cambia y acierta, innova. El que no para de cambiar sin suerte, da golpes de ciego. Sea justo o no, es dif¨ªcil no verlo as¨ª.
En 2017 la NBA se cans¨® de la actitud de los jugadores definitivamente (el partido acab¨® 192-182). En 2018 se estren¨® el formato de capitanes eligiendo a pies sus equipos. En 2019 se empez¨® a retransmitir por televisi¨®n esa elecci¨®n. En 2020 se introdujo el elam ending, un ¨²ltimo cuarto jugado a puntos y no a tiempo. En 2023 la selecci¨®n de jugadores se hizo justo antes del partido, no con d¨ªas de adelanto¡ y en 2024 se volvi¨® al Este vs Oeste. ?Y las audiencias de 2024? En 5,5 millones, por debajo de 2018 (7,7) pero por encima del descalabro, m¨ªnimo hist¨®rico, de 2023 (4,6). Hay que mantener a la vista que por muy bajo que sea ese dato, es uno de los m¨¢s altos de toda la temporada en la NBA. Muy por encima, sobre todo, de b¨¢sicamente todos los partidos de regular season.
El pr¨®ximo All Star llega a la Bah¨ªa de San Francisco, al Chase Center que es una de las met¨¢foras de la era dorada que vive la NBA, desde luego en lo econ¨®mico, en la ¨²ltima d¨¦cada. Con los Warriors, el equipo ahora mismo m¨¢s valioso de la liga, como anfitriones, Silver le da vueltas a qu¨¦ hacer y c¨®mo hacerlo. Tiene a Stephen Curry como uno de los asesores con los habla directamente para saber qu¨¦ piensan los jugadores y qu¨¦ pueden querer los aficionados.
Por ahora, la NBA ha usado a Shams Charania y a ESPN para lanzar su nueva idea y ver qu¨¦ respuestas recibe. Se trata, o en eso se trabaja, de otro cambio de formato. Otro invento: cuatro equipos con dos semifinales a 40 puntos y una final a 25. Al estilo de los partidillos callejeros, del baloncesto pick up. Habr¨ªa tres equipos de ocho jugadores para repartir a los 24 jugadores seleccionados como all star y un cuarto con el que gane el Rising Stars del viernes, que ya se juega en formato de cuatro partidos con rookies, sophomores y, junto a los NBA de primer y segundo a?o, una selecci¨®n de la G League. Habr¨ªa por lo tanto, cuatro entrenadores en vez de dos: los que dirijan a los dos mejores de cada Conferencia.
El problema, la cuesti¨®n de fondo, sigue siendo que cuesta creer que as¨ª los jugadores s¨ª se lo van a tomar m¨¢s en serio. Y mientras no se parta de ah¨ª, cualquier cambio acabar¨¢ mal. As¨ª que hay que preguntarse si esta generaci¨®n de estrellas, que adem¨¢s se queja de la acumulaci¨®n de partidos y esfuerzos con el consiguiente riesgo de lesiones, va a encontrar alg¨²n aliciente en un duelo que no tiene la trascendencia que le daban los que sab¨ªan que ver¨ªa el partido mucha gente que no sol¨ªa seguir una NBA todav¨ªa en crecimiento. Antes, los jugadores ganaban menos millones y el futuro era todav¨ªa algo por conquistar. El contexto de cada ¨¦poca es el que es¡ y no se puede cambiar.
Por eso tampoco tendr¨ªa, seguramente, efecto ese duelo que piden muchos entre jugadores estadounidenses y del resto del mundo. ?Eso s¨ª har¨ªa que unos y otros se lo tomen m¨¢s en serio? ?Por qu¨¦? Tambi¨¦n se ha hablado de trasladar la final de la NBA Cup a ese domingo y eliminar el All Star Game aunque se sigan eligiendo all stars, 24 jugadores que sumar¨ªan cada temporada, como ahora, esa distinci¨®n a su curr¨ªculum. Hay propuestas incluso m¨¢s radicales, como cambiar el partido por un torneo de duelos uno contra uno entre estrellas.
Veremos. Lo que s¨ª fue un ¨¦xito el a?o pasado fue el evento Stephen Curry vs Sabrina Ionescu desde la l¨ªnea de tres. Un duelo medi¨¢tico, con morbo, dos tiradores extraordinarios¡ la idea gust¨®, qued¨® bien, llam¨® mucho la atenci¨®n y tiene todas las trazas de repetirse, y m¨¢s en la Bah¨ªa, el reino de Curry y donde se crio Ionescu. Pero la NBA se plantea llevar la idea m¨¢s all¨¢ y meter a dos tiradores m¨¢s en el ajo, otro hombre y otra mujer. Las opciones son obvias: Klay Thompson, la pareja de Curry en los Splash Brothers que se acaba de romper con la salida del primero, que firm¨® en verano con los Mavericks¡ y Caitlin Clark.
El gran reclamo del baloncesto femenino y una de las figuras de m¨¢s impacto, en los ¨²ltimos a?os, de todo el deporte estadounidense, Clark es una opci¨®n demasiado atractiva para que la NBA la pase por alto. As¨ª que si hubiera que apostar ahora mismo, habr¨ªa que hacerlo porque s¨ª, se dar¨¢ esa ampliaci¨®n de un challenge desde la l¨ªnea de tres, en el que, como guinda de la noche de los concursos (que tambi¨¦n tiene que solucionar la ca¨ªda en picado del de mates, anta?o otra joya de la corona), estar¨¢n Curry, Klay, Ionescu y Clark.
El valor de Clark (22 a?os) se dispara hasta niveles pocas veces visto. El Indianapolis Star pidi¨® al economista Ryan Brewer, quiz¨¢ el mayor experto en este tipo de evaluaciones, que calculara cu¨¢l es el impacto real a nivel financiero de la jugadora de Indiana Fever. El art¨ªculo cuenta que Brewer repiti¨® varias veces los c¨¢lculos porque no daba cr¨¦dito al resultado: m¨¢s de 36 millones de d¨®lares de impacto directo en la ciudad de Indian¨¢polis, y eso para una jugadora cuyo sueldo de rookie no pas¨®, como n¨²mero 1 del draft, de 76.535 d¨®lares. Unas 184 veces menos que el de Victor Wembanyama en su primer a?o en la NBA (13,8 millones). Seg¨²n Brewer, el 36,5% de toda la actividad econ¨®mica de la WNBA la pasada temporada estuvo relacionado directamente con Clark: asistencia a pabellones, venta de merchandising, audiencias televisivas... Una de cada seis entradas vendidas para ver en directo los partidos se puede atribuir a su presencia. En los de las Fever como local, de hecho, se batieron r¨¦cords: una media de m¨¢s de 17.000 aficionados por noche y un total, por primera vez en la WNBA, de m¨¢s de 300.000 en toda la temporada. Gracias a Clark, las audiencias en TV subieron un 300%, y las Fever son responsables de un 45% del valor total de los derechos televisivos de una Liga en la que los partidos de la base tuvieron una audiencia media de 1,2 millones, un 199% m¨¢s que aquellos en los que no jug¨®.
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