Phoenix Suns, en el infierno
Los Suns reunieron a un big three con el que esperaban hacer grandes cosas, pero la temporada ha sido un desastre y el futuro se presenta muy oscuro.


Esto es un fracaso seg¨²n la RAE:
1. m. Malogro, resultado adverso de una empresa o negocio.
2. m. Suceso lastimoso, inopinado y funesto.
3. m. Ca¨ªda o ruina de algo con estr¨¦pito y rompimiento.
?ltimamente se hace mucho metaan¨¢lisis sobre conceptos como este, fracaso, porque ciertamente se usan hasta el empacho y muchas veces mal. Manoseados, convertidos en arma arrojadiza, enarbolados solo por su valor como dardo despectivo o disparados sin un m¨ªnimo de mesura. Desde luego, no fracasa todo el que no hace lo que a uno le gusta, aunque si se mete mucho la nariz en las redes sociales se podr¨ªa pensar lo contrario. Y, por supuesto, no fracasan los 29 equipos (si hablamos de la NBA) que no ganan el t¨ªtulo. Por eso resulta refrescante, reconfortante, poder usar el concepto, sin temor ni asteriscos, en todo el esplendor de su significado. El proyecto 2023-24 de Phoenix Suns ha sido un sonoro, espl¨¦ndido y estruendoso fracaso. Tan grande que su p¨ªrrica temporada y su desgraciado final ser¨¢n, seguramente, usados durante a?os como moraleja de muchos cuentos. Cuidado, no vayas a acabar como los Suns de Kevin Durant, Devin Booker y Bradley Beal en 2024.
Digo el proyecto 2023-24 y en 2024 porque, ya se sabe, nadie puede anticipar qu¨¦ va a pasar en el futuro. Pero, demonios, hay casos en los que s¨ª parece muy f¨¢cil imaginarlo. Y, como este es uno de esos, no creo que nadie ahora mismo sienta que estos Suns, en este formato tan caro pero tan poco valioso, puedan acabar d¨¢ndose de bruces con alguno de los tipos de futuro redentor que suelen tener a mano los proyectos deportivos, un asunto en el que suele haber m¨¢s aleatoriedad y caos de lo que gusta reconocer a los obsesos del control.
Como otro proyecto en el que la palabra fracaso se puede airear sin temor fue el que reuni¨® en Brooklyn Nets a Kevin Durant, James Harden y Kyrie Irving, cuesta no pensar en Durant como, al menos, una parte importante de la raz¨®n por la que las cosas a su alrededor suelan acabar as¨ª. No puede ser solo un jugador extraordinario pero poco comprendido que pasa por all¨ª, un gafe que se choca por pura mala suerte con circunstancias que siempre acaban siendo conflictivas. Con la br¨²jula extraviada desde que se separ¨® de los Warriors, y ya hace un lustro (2019), uno de los mayores talentos de la historia, algo parecido a crear el jugador perfecto en un laboratorio, Durant ha jugado muy bien esta temporada, excepcionalmente bien si se considera aquel trance de lesiones que parti¨® su carrera en dos en 2019 y, que no se olvide, que en septiembre cumplir¨¢ 36 a?os. Pero no ha servido finalmente para nada.
Otra vez no ha parecido especialmente feliz y su final, como el de su equipo, ha sido infame. Explicaciones vagas ante la prensa mientras, en paralelo y apenas minutos despu¨¦s de la eliminaci¨®n, Shams Charania (siempre a mano para hacer de escribiente) publicaba en The Athletic un obituario que en esencia sentenciaba a Frank Vogel, el entrenador que firm¨® en verano por cinco a?os y m¨¢s de 30 millones de d¨®lares y que ya est¨¢ siendo sacrificado, sin rubor, en el volc¨¢n del desastre: que si Durant no estaba a gusto con su rol en ataque, que si Booker no era Booker y que si el vestuario acab¨® desconectado y, esto es b¨¢sicamente literal, con manos tapando bocas que se aguantaban la risa durante charlas de vestuario especialmente tensas. En la plantilla de los Suns, y evidentemente no entre los secundarios que apenas pisan la pista, se ha dado por una buena idea que todo eso apareciera publicado con el cad¨¢ver del equipo, atropellado por un autob¨²s llamado Minnesota Timberwolves (4-0), todav¨ªa caliente. Pero es que cuando alguien tiene que pagar el pato, los cobardes siempre apuntan al eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil.
Ese extra?o elemento llamado Durant
Durant quiso irse a Brooklyn con Kyrie y despu¨¦s, con cierta prisa, quiso marcharse de all¨ª dos veces. En la primera no lo consigui¨® porque pareci¨® que se hab¨ªan alcanzado los l¨ªmites del mercado de traspasos (?qu¨¦ forma deber¨ªa tener una oferta por uno de esos jugadores que, por definici¨®n, nunca est¨¢n a tiro?). La otra, despu¨¦s de renegar en p¨²blico de varios niveles de la escala de mando de los Nets, s¨ª le acab¨® mandando a donde quer¨ªa jugar, Phoenix Suns. A Durant le gusta estar en una pista de baloncesto; le gusta de la manera m¨¢s pura y b¨¢sica, infantil en el mejor sentido de la palabra. De verdad. Pero hay algo que falla en su manera de liderar, en c¨®mo hace o deja de hacer las cosas. En c¨®mo se relaciona y en c¨®mo comunica sus objetivos y gestiona sus decepciones.
En Brooklyn, y con Steve Nash como hombre de paja, aire¨® con Kyrie la teor¨ªa del equipo sin entrenador (un d¨ªa ser¨¢ uno, otro d¨ªa otro...), el de las vibraciones; En Arizona, despu¨¦s del chasco del tercer partido, el que dej¨® la eliminaci¨®n a falta de r¨²brica, dijo con toda la intenci¨®n que el l¨ªder era el entrenador. En dos primaveras en los Suns ha firmado un 6-9 en playoffs que ni se acerca a lo que deber¨ªa garantizar, en m¨ªnimos, tener a un jugador como ¨¦l en plantilla. Sus dos ¨²ltimos megaproyectos (en gran medida suyos, s¨ª: no puedes evitar ser qui¨¦n eres) han resultado horriblemente decepcionantes. No por no ganar y dir¨ªa que no solo por quedarse tan lejos de hacerlo. Hay m¨¢s, en las formas y en el fondo. Todo eso no niega el talento de KD, pero s¨ª ser¨¢ parte de su legado como jugador.
Estas lujosas (car¨ªsimas) pruebas de equipos de jugadores, de videojuego, no han salido bien ni en Brooklyn ni en Phoenix a pesar de que sus hu¨¦spedes han tenido que vender, en alg¨²n caso literalmente, su alma para poder permit¨ªrselas. Y las vibraciones no han sido precisamente ¨®ptimas en ninguno de los dos sitios. Los Suns jugaron las Finales de 2021 (ganaban 2-0 cuando todo se derrumb¨®: 2-4 contra los Bucks) con un equipo del que solo queda Devin Booker. En la temporada 2021-22 tuvieron el mejor balance de la regular season (64 victorias) pero fueron demolidos en segunda ronda de playoffs por los Mavs de Luka Doncic. Otra vez un 2-0 a favor (y un 3-2) al limbo, este adem¨¢s con la guinda de una derrota terrible en el s¨¦ptimo, en su pista y con un 27-57 en el marcador al descanso. Pero ese equipo ven¨ªa de jugar por el t¨ªtulo y de ganar despu¨¦s casi el 80% de sus partidos. Tantos movimientos y un precio tan alto (en d¨®lares y en rondas de draft) han desembocado, dos a?os despu¨¦s, en 49 victorias (menos del 60%) y una pasadita de escoba (4-0) en primera ronda. Es, desde un punto de vista deportivo, tr¨¢gico.
A aquellos Suns los entrenaba Monty Williams, el quinteto era Chris Paul-Devin Booker-Mikal Bridges-Jae Crowder y Deandre Ayton con Cam Johnson como sexto hombre. Y el propietario era un Robert Sarver que meses despu¨¦s puso la franquicia en venta cuando eran ya atronadoras las evidencias de que a partir de ¨¦l, y a su alrededor, se hab¨ªa forjado una cultura terriblemente t¨®xica en la franquicia. Mat Ishbia, uno de esos multimillonarios de nuevo cu?o que merodean ahora alrededor de cualquier franquicia que puede cambiar de manos (el valor medio de los equipos ronda los 4.000 millones y creci¨® un 35% el a?o pasado), compr¨® una parte mayoritaria de un lote que inclu¨ªa los Suns y las Mercury (WNBA) y que en su totalidad estaba valorado en 4.000 millones. Eso fue en diciembre de 2022.
Un gran salto hacia adelante... o al vac¨ªo
En febrero de 2023, los Suns se hicieron con Kevin Durant. En junio de 2023, con Bradley Beal. El nuevo entrenador fue Frank Vogel y James Jones, el directivo que hab¨ªa construido el proyecto anterior, pareci¨® puenteado por Ishbia en la confecci¨®n del s¨²per equipo con el que quiso aterrizar, e impresionar a lo grande, como propietario. Exjugador universitario en Michigan State, se apoy¨® en Isiah Thomas (un cuestionable consejero en la sombra) para aplicar su visi¨®n. Como sab¨ªa de baloncesto y sab¨ªa de negocios, ?qu¨¦ pod¨ªa salir mal?
Vogel tiene en su curr¨ªculum un anillo de campe¨®n como entrenador (Lakers 2020) y Monty Williams no ha hecho nada en Detroit Pistons, su siguiente destino, que indique que podr¨ªa haber manejado mucho mejor las cosas en Phoenix. M¨¢s bien todo lo contrario. La estructura salarial del equipo solo permit¨ªa un doble o nada y, despu¨¦s de la eliminaci¨®n sumar¨ªsima de la pasada temporada contra Denver Nuggets (4-2 en segunda ronda), la llegada de Beal fue una forma de cambiar cromos para soltar a Chris Paul. Claro que a este ¨²ltimo (en unos d¨ªas, 39 a?os) solo le quedaba garantizado el sueldo de esta temporada (30,8 millones) mientras que Beal (31 en junio) llegaba en el segundo a?o de una extensi¨®n de cinco y m¨¢s de 250 millones. Con 46,7 esta campa?a, 50,2 la pr¨®xima, 53,6 en la 2025-26 y player option de 57,1 en la 2026-27. ?Ah! Y tiene cl¨¢usula antitraspaso. Si su equipo negocia algo y a ¨¦l no le gusta, solo tiene que apretar el bot¨®n. Un contrato muy peligroso en cualquier caso... y terrible ahora, devastador a la vista del rendimiento que ha ofrecido en su primer a?o como sun.
Como Paul se ten¨ªa que ir porque aquello no daba m¨¢s de s¨ª y no bastaba con Booker y un Durant cuya llegaba hab¨ªa mandado a Brooklyn a Mikal Bridges y Cam Johnson, los Suns estaban tan hasta el cuello que solo pod¨ªan acelerar sin mirar atr¨¢s. Para colmo, Deandre Ayton ten¨ªa que irse porque su presencia empezaba a ser una extra?a molestia en el vestuario (Booker parec¨ªa tenerlo especialmente claro) y para la grada (el n¨²mero 1 del a?o en le que se podr¨ªa haber elegido a Luka Doncic). As¨ª que los Suns se aferraron al si esto es guerra, que vengan balas. Y una vez que hab¨ªan comprometido m¨¢s de 130 millones en los salarios de su nuevo (te¨®rico) big three pareci¨® un milagro (el salary cap estaba en 136) que el equipo pudiera contar con complementos como Grayson Allen (que se acaba de llevar una extensi¨®n de cuatro a?os y 70 millons), Jusuf Nurkic, Eric Gordon y Royce O¡¯Neal. Estos planes sin clase media solo se acercan a su mejor versi¨®n, la so?ada que tantas veces ni asoma, si las estrellas se empe?an de verdad en ello. Si son tan buenos que solo hace falta un poquito de los dem¨¢s. De eso se trata, en estos formatos, desde el big three de Miami Heat hace ya m¨¢s de diez a?os: LeBron James, Dwyane Wade, Chris Bosh... y lo que tocara.
Los Suns no ten¨ªan base, su rotaci¨®n interior era cuestionable, el perfil f¨ªsico del equipo no era precisamente alto y Vogel es un entrenador de catecismo defensivo y voz blanda pero autoritaria. Sonaba a monstruo de Frankenstein... pero, eh, con Durant, Booker y Beal. Y con ese convenio colectivo reci¨¦n firmado que combate los s¨²per equipos con castigos deportivos que se suman a las sanciones econ¨®micas. Ya no basta que los nuevos multimillonarios paguen los excesos con alegr¨ªa, en algunos casos apenas calderilla para ellos (que pregunten a Steve Ballmer): ahora quien se pase demasiado de la raya se ver¨¢ seriamente limitado en su capacidad para operar en el mercado e incluso el draft. Ya no es solo una cuesti¨®n de rascarse bolsillo, as¨ª que estos equipos en modo megaconstrucci¨®n van a vivir sometidos a una enorme presi¨®n extra, con una filosof¨ªa permanentemente cortoplacista y destinados al derribo en cuanto se queden lejos de ser convenientes (resultados, imagen, ingresos).
Un sexto puesto amasado en la ¨²ltima jornada, despu¨¦s de pasarse buena parte de la temporada en zona de play in, y una eliminaci¨®n horrorosa en primera ronda no es un balance presentable para Phoenix Suns, barridos de playoffs por primera vez desde 1999 (3-0 contra los Blazers)... o desde 1989 contra los Lakers si se buscan series al mejor de siete. 49-33 en regular season, fuera de las semifinales,el pastel de Las Vegas del In-Season Tournament y atropellados por unos Timberwolves que fueron m¨¢s equipo en todas las mediciones posibles. M¨¢s baloncesto, m¨¢s f¨ªsico, m¨¢s qu¨ªmica, m¨¢s deseo. Los Suns ni siquiera supieron/pudieron pelear. Descosidos y sin plan, min¨²sculos en las peleas de fuerza, sin profundidad, sin prestar atenci¨®n a las ideas de un Vogel cuyo tipo de equipo, es ir¨®nico, son estos monta?osos Wolves (como sus Lakers campeones en 2020) y con sus estrellas consumidas en un trance en el que se ha descubierto orgullo mal entendido, frustraci¨®n y, finalmente, apat¨ªa. Un equipo que no era tal, que en muchos tramos de los partidos parec¨ªa un grupo de jugadores que se hab¨ªa conocido en la sesi¨®n de tiro de esa misma ma?ana.
Un futuro absolutamente comprometido
Es dif¨ªcil, por incre¨ªble que parezca, situar a un solo jugador de los Suns entre los tres mejores de la eliminatoria si hablamos de rendimiento puro en estos cuatro partidos. Desde luego, hay cinco o seis lobos entre los siete mejores, algo intolerable para un equipo pensado y construido para ganar, precisamente, a golpe de talento. Que a priori tendr¨ªa que presumir de dos top 10 de la NBA, Durant y Booker, y de una tercera pata, Beal, de nivel premium. Pero Durant es Durant, confuso muchas veces en sus reacciones y con unos descorches de juego que sobreviven pero ya no provocan en los rivales el efecto demoledor de hace un pu?ado de a?os. Beal, que tard¨® en estar perfectamente sano, ha sido una sombra de la estrella que se supon¨ªa que se escond¨ªa a la vista de todo el mundo en Washington, los Wizards eran m¨¢s coartada que losa, y no ha podido hacer la transici¨®n a playmaker con la que se ha fantaseado durante semanas. Un despertar muy feo tras la dura ca¨ªda de la cama en playoffs.
?Y Booker? En un lugar espantoso. En te¨®rico prime (27 a?os) y con talento para ser uno de los cinco mejores jugadores de la NBA, ha firmado una temporada aburrida, an¨®nima en regular season (para sus est¨¢ndares) y p¨¦sima en playoffs. Destemplado en el peor sentido, otra vez con problemas para competir (?llueve sobre mojado?) hasta el empuj¨®n del cuarto partido y enfadado con el mundo por la jaula en la que lo meti¨® la defensa de Jaden McDaniels. Como si no estuviera a gusto casi en ning¨²n momento, por unas cosas o por otras, ha sido un jugador al que muchas veces ha apetecido preguntar qu¨¦ demonios quiere exactamente. El problema es que con Durant a veces sucede lo mismo.
Es probable que Vogel sea despedido, muy probable una vez publicado el escarnio susurrado por el vestuario a The Athletic, por mucho que no parezca tener m¨¢s culpa que no saber qu¨¦ hacer con una rotaci¨®n imperfecta y alejada de sus r¨ªgidos est¨¢ndares de juego. En todo caso, es obvio que no ha conseguido que su equipo le escuche o parezca preparado en conceptos francamente b¨¢sicos. Tanto como que, ahora mismo, da la sensaci¨®n de que a cualquier sucesor le suceder¨ªa lo mismo. Lo que es seguro es que ese pr¨®ximo entrenador no ser¨¢ el favorito Kevin Young, asistente estrella (el mejor pagado de la NBA) que ha firmado con BYU para hacer camino en College. Si no es Vogel y ya no est¨¢ Young, veremos qui¨¦n intenta ponerle el cascabel a un gato que, salvo demolici¨®n desde dentro, ser¨¢ parecido la temporada que viene porque los Suns no tienen margen ni flexibilidad ni recursos, nada que anticipe un plan distinto a convencerse, a la fuerza ahorcan, de que merece la pena un intento que, ese s¨ª que s¨ª, ser¨¢ el ¨²ltimo.
Los Suns ten¨ªan este a?o la tercera plantilla m¨¢s cara sin contar multas: 205,5 millones los Warriors, 200 los Clippers, 191,4 los de Arizona, 193,6 los Celtics. Por exceso salarial pagan 68,6 millones, tambi¨¦n por detr¨¢s de las barbaridades de Warriors (176,8 millones extra) y Clippers (142,4). En total, esta plantilla que ha hecho esta temporada ha costado 260 millones. Para la pr¨®xima, los Suns tienen ya garantizados m¨¢s de 200 millones en solo siete jugadores y una factura de impuesto que ya va por 104,6. Y demasiadas preguntas, imaginamos.
Entre Durant (51,1), Beal (50,2) y Booker (49,7) cobrar¨¢n unos 150 millones (el salary cap estar¨¢ en unos 141) la pr¨®xima temporada. En la siguiente (2025-26) tambi¨¦n tendr¨¢n contratos importantes Nurkic (19,3), el reci¨¦n extendido Allen (16,8) y Nassir Little (7,2). Y todo eso antes de intentar retener a Royce O¡¯Neale, uno de los secundarios m¨¢s importantes desde que lleg¨® en el cierre de mercado invernal. Es una situaci¨®n estrangulante. Ishbia aterriz¨® con ganas de pagar lo que sea... pero nadie conserva el ¨¢nimo de pagar ese lo que sea por temporadas como esta. Y menos ahora, con una situaci¨®n que acabar¨¢ siendo insostenible para los despachos, exactamente tal y como pretende el nuevo convenio. A eso hay que sumar que los Suns perdieron, en los traspasos por durant y Beal, el control de todas sus rondas (primeras y segundas) de draft hasta 2031. El principal arma de reconstrucci¨®n, directa o baza de mercado, tampoco existe para un equipo cuyo futuro es lo ¨²nico peor que el presente. En el m¨¢s profundo infierno del salary cap.
Esto era un all in, un todo o nada. Algo muy excitante cuando se apuesta¡ pero desolador cuando se comprueba que se ha perdido. Y los Suns, salvo giro inopinado de guion con la pr¨®xima temporada como ¨²ltima bala, han perdido a lo grande.
Entre traspasos e intercambios (el truco para sortear la norma que impide soltar primeras rondas consecutivas), los Suns se dejaron sus bazas de futuro. Tendr¨¢n su primera de 2024, que ser¨¢ el pick 22 porque los Wizards tienen derecho a intercambiarlas pero obviamente no lo har¨¢n porque la suya ser¨¢ m¨¢s alta. Ya hab¨ªan pagado la primera de 2023 y no tienen las de 2025, 2027 y 2029. En intercambios perder¨¢n las mejores de 2026 (a cuatro bandas con Wizards, Magic y Grizzlies), 2028 (con Wizards y Nets) y 20230 (con Wizards y Grizzlies). Tampoco cuentan con m¨¢s segunda que una protegida de 2028 de los Celtics (ninguna propia). Es una situaci¨®n dantesca, que solo compensa si se gana¡ o si se est¨¢ muy, muy cerca de hacerlo.
La ¨²ltima elecci¨®n de primera ronda de los Suns fue Day¡¯ron Sharpe, elegido con el pick 29 en 2021 y trapasado a Brooklyn Nets. El ¨²ltimo que pis¨® una pista con la camiseta de los Suns fue Jalen Smith, diez de 2020 que solo jug¨® 56 partidos con la franquicia y que ahora est¨¢ en los Pacers. A Durant, Booker y Beal les queda por cobrar, despu¨¦s de esta temporada, 485 millones de d¨®lares. Por lo que sabemos de ¨¦l, Durant puede cansarse y buscar otro cambio sin ning¨²n debate interno sobre c¨®mo afectar¨¢ eso a su narrativa. A Booker le empieza a quedar lejos el viaje a las Finales de 2021 y Beal no ha hecho nada esta temporada que se acerca a justificar su sueldo (ni siquiera la mitad de ¨¦l). Solo Booker tiene menos de 30 a?os y la uni¨®n de los tres ha parecido un matrimonio sin disgustos pero de conveniencia. Tres grandes jugadores (ni muchos menos en un nivel similar los tres) que compart¨ªan pista sin estar, realmente, en el mismo sitio al mismo tiempo.
Cuando algo que podr¨ªa salir entre muy bien y extraordinariamente bien sale tan mal, tan condenadamente mal, hay muchos culpables. Ishbia no midi¨®, Jones no le fren¨® y Vogel ha sido poco m¨¢s que un pasajero an¨®nimo. Pero es imposible no se?alar a las estrellas, al big three; a los tres que solo eran imparables en los videojuegos¡ y quiz¨¢ no en los de 2024. Y de ellos, especialmente e Durant y Booker, porque con tant¨ªsimo talento viaja tambi¨¦n una cuota m¨¢s alta de responsabilidad. Es lo que hay.
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