Olajuwon, Ewing y la fuga de O.J. Simpson: la gran final olvidada
Siete partidos en los que la m¨¢xima anotaci¨®n fue 93 puntos: defensas impenetrables, baloncesto de hormig¨®n, dos p¨ªvots de leyenda y el crimen de O.J. Simpson.


¡°¡Como las finales de 1994¡å. Suele ser una coletilla recurrente como met¨¢fora para series de los playoffs sider¨²rgicas, partidos feos, anotaciones bajas y batallas de atrici¨®n que no acostumbran a tener la bendici¨®n del p¨²blico mayoritario. La final de la NBA de 1994 fue fea. Fue ¨¢rida, pantanosa, irrespirable y condenadamente dura. Los golpes resonaban a trav¨¦s del televisor y te ibas a la cama dolorido, con una extra?a sensaci¨®n de aprensi¨®n despu¨¦s de siete batallas de alambradas y trincheras que hicieron finalmente campe¨®n a Houston Rockets. Fue feo y fue duro, casi un homenaje a la clase obrera; una banda sonora de skylines grises y hermetismo postindutrial. Cada palmo de terreno que se conquistaba exig¨ªa un esfuerzo que te dejaba en el chasis. Un duro despertar, algo mucho m¨¢s parecido a la vida real que casi todo lo que hab¨ªa sucedido en la NBA en los tres lustros anteriores. Fue duro pero (otra vez: la vida) lleno de significados. Condenadamente duro pero inolvidable.
Michael Jordan acababa de irse a jugar al b¨¦isbol despu¨¦s de ganar tres anillos seguidos y en la NBA se abr¨ªa un interrogante laber¨ªntico. Houston Rockets y New York Knicks jugaron, de hecho, s¨®lo la segunda final desde 1979 en la que no estaban presentes Larry Bird, Magic Johnson y/o Michael Jordan. A la falta del polvo de megaestrella que pegaba a la televisi¨®n al p¨²blico m¨¢s casual se sum¨® la colisi¨®n de dos defensas hipermusculadas y temibles orquestadas por Pat Riley y Rudy Tomjanovich. El resultado fue una audiencia televisiva que cay¨® un dram¨¢tico 30% con respecto a los seis combates entre Michael Jordan y Charles Barkley que dieron forma a la final de 1993. Un rating de 17,2 marc¨® un punto de depresi¨®n corregido por el regreso de Jordan (29 alcanz¨® la final de 1998) y antes de otra d¨¦cada tenebrosa que levantaron despu¨¦s el regreso de los Celtics-Lakers y la reuni¨®n del big-three de Miami Heat. A aquella final maldita a¨²n le cay¨® otro golpe de mortero que la termin¨® de descoyuntar.
Nueva York viv¨ªa un momento de absoluta convulsi¨®n deportiva con los Rangers a punto de llevarse la Stanley Cup y los Knicks en busca de su primer anillo desde 1973. El Madison Square Garden era el epicentro de una ciudad que ni siquiera conciliaba el sue?o y que apenas se enter¨® de que, el 12 de junio, la exmujer de OJ Simpson apareci¨® muerta junto a su amigo Ronald Goldman. D¨ªas despu¨¦s, Knicks y Rockets jugaban en la Gran Manzana el quinto partido de una serie que marchaba 2-2, metida ya en un clima de tensi¨®n armament¨ªstica. En pleno tercer cuarto, y con 59-53 para los Knicks, la NBC cort¨® la emisi¨®n para mostrar c¨®mo OJ Simpson avanzaba por la interestatal 405 en un Ford Bronco blanco con toda la polic¨ªa de Los ?ngeles detr¨¢s. Apenas se volvi¨® a conectar con el partido en lo que los periodistas implicados definieron despu¨¦s como la prehistoria de los reality shows. David Stern se desga?itaba al tel¨¦fono para arrancar segundos de presencia televisiva pero era una causa perdida. S¨®lo quienes estaban en el Madison vieron como los Knicks se pon¨ªan con un 3-2 que ol¨ªa a anillo. El resto de Am¨¦rica segu¨ªa las evoluciones de un Ford Bronco blanco.
Tras aquel quinto partido, el alero de los Rockets Mario Elie deambulaba por el hotel, incapaz de pegar ojo despu¨¦s de ver c¨®mo a su equipo un 2-1 se le hab¨ªa convertido en un 2-3, camino de nuevo de Texas. Hasta que se cruz¨® por los pasillos con la figura gigantesca de un Hakeem Olajuwon que sonri¨® y le dijo: ¡°Tranquilo Mario, volvemos a casa¡±. En ese momento supo que ser¨ªan campeones, una percepci¨®n que manten¨ªa el base Kenny Smith desde que Olajuwon recibi¨® el MVP de la Regular Season y se neg¨® a levantar el trofeo si no le acompa?aban todos sus compa?eros de equipo. De ah¨ª surgi¨® el esp¨ªritu que tumb¨® a unos Knicks para los que cada entrenamiento por entonces era ¡°como un partido de rugby¡±, el equipo que ten¨ªa uno de los frontcourts m¨¢s duros (en toda la extensi¨®n del t¨¦rmino) de la historia: Patrick Ewing, Charles Oakley, Charles Smith, Anthony Mason¡ Los Rockets voltearon la final en su pista hacia un 4-3 tremendo en una final tremenda en la que no hubo ni un solo partido roto antes de los ¨²ltimos minutos y en la que la diferencia media fue de poco m¨¢s de 7 puntos. Y la mayor, de 9. Los Knicks de hecho promediaron 86,9 puntos por los 86,1 del campe¨®n, unos Rockets que se salvaron en el sexto partido gracias a una jugada que ya es leyenda sagrada de los playoffs: Hakeem Olajuwon lleg¨® a la l¨ªnea de tres para puntear el tiro definitivo de John Starks y dejar el marcador en el 86-84 final. Starks hab¨ªa acercado al t¨ªtulo a los Knicks con 16 de sus 27 puntos en un ¨²ltimo cuarto sublime al que s¨®lo falt¨® aquel tiro ganador que se fue al limbo y que cruji¨® el ¨¢nimo del el¨¦ctrico base hasta abocarle a un s¨¦ptimo partido de pesadilla: 2/18 en tiros, 0/11 en triples.
Los Rockets ganaron ese anillo y el siguiente (4-0 a los Magic del todav¨ªa emergente Shaquille O¡¯Neal) y legitimaron el n¨²mero 1 del draft que dieron a Hakeem Olajuwon en 1984 por delante de Sam Bowie¡ y Michael Jordan. Un a?o despu¨¦s fue el 1 Patrick Ewing. Ambos definieron en aquella final el subt¨ªtulo de la historia de sus maravillosas trayectorias. Olajuwon sald¨® cuentas tras la final perdida en 1986 ante los Celtics. Ewing dej¨® escapar otra vez un tren del que siempre le bajaban: los Bad Boys de Detroit, los Pacers de Reggie Miller¡ y aquellos malditos Bulls de Michael Jordan que les eliminaron tres veces seguidas de1991 a 1993. Pero en 1994 estuvo a un tiro de escapar de la lista de los mejores que jam¨¢s ganaron un anillo. La comparte con contempor¨¢neos como Barkley, Malone y Stockton o Reggie Miller¡. Casi siempre y casi todos, v¨ªctimas de Michael Jordan.
As¨ª que en 1994 se defini¨® un anillo pero tambi¨¦n un legado. Dos de los mejores p¨ªvots de la historia, n¨²meros 1 de draft abrazados al sue?o americano (Olajuwon nigeriano y Ewing, jamaicano). Dos guerreros que se drenaron en una final en la que Olajuwon mand¨® casi siempre, anot¨® m¨¢s que su ¨ªntimo enemigo en los siete partidos y redujo a cenizas la hist¨®rica actuaci¨®n defensiva de un Ewing que bati¨® los r¨¦cords de tapones totales (30) y en un partido (8) de una final. Olajuwon, el ¨²nico jugador que alcanz¨® los 30 puntos en toda la eliminatoria, termin¨® con unas medias de 26,9 puntos, 9,1 rebotes, 3,9 tapones, 3,6 asistencias y un 50% en tiros de campo. Ewing qued¨® en 18,9+12,4+4,3 tapones y un 36% en tiros. N¨²meros gigantes en una final en la que cada punto supon¨ªa un suplicio y en la que el derrotado no alcanz¨® el 40% en tiros de campo en cuatro de los siete partidos. En el s¨¦ptimo partido, Olajuwon termin¨® con 25 puntos, 10 rebotes, 7 asistencias y 3 tapones. Ewing se qued¨® 17+10, con dos tapones... y 5 p¨¦rdidas de bal¨®n.
Al final decidi¨® el factor cancha que Houston hab¨ªa ara?ado al llevarse los duelos directos de la temporada: 58-24 por el 57-25 de los Knicks. En la ruta hacia la final, los de Riley tuvieron que jugar siete partidos contra los Bulls sin Jordan y contra los Pacers. Los Rockets, antes de aplastar a los Jazz en la final del Oeste, jugaron una serie incre¨ªble ante los Suns: 4-3 despu¨¦s de perder los dos primeros partidos en su pista. En ellos se dejaron 18 puntos de ventaja en el primero y 20 en el segundo hasta colmar la paciencia del Houston Chronicle, que titul¨® tras el segundo partido con un gigantesco ¡°Choke City¡±. Pero Houston Rockets gan¨® y la NBA termin¨® asintiendo en silencio, dolorida, al abrazo en el que se fundieron Olajuwon y Ewing todav¨ªa sobre la pista y nada m¨¢s acabar el s¨¦ptimo partido. Literalmente drenados.
Despu¨¦s ambos entraron juntos en el Hall of Fame (2008), en una ceremonia tras la que Olajuwon asegur¨® que miraba a Ewing y se segu¨ªa preguntando c¨®mo demonios consegu¨ªa anotar por encima de semejante monta?a humana. Hab¨ªan pasado catorce a?os de su duelo en la final olvidada y 24 desde que se midieron en la final de la NCAA. Aquella vez gan¨® Ewing y gan¨® Georgetown con Reggie Williams como MVP. Antes Houston, con Olajuwon, hab¨ªa perdido la final de 1983 y Ewing perdi¨® despu¨¦s la del 85. Y ambos perdieron en 1982 ante la North Carolina del martillo Jordan: Olajuwon en semifinales, Ewing en la final. Del 84 al 94 ambos gigantes ayudaron a redefinir una NBA ultraf¨ªsica y confusa, con el gobierno de Michael Jordan como ¨²nica identidad tras la era Magic-Bird.
As¨ª que la de 1994 fue la final del triple de Cassell que rescat¨® en el tercer partido a unos Rockets que se pasaron ocho minutos sin anotar (as¨ª fue aquella final), la de la explosi¨®n e implosi¨®n de Starks en un solo cuarto, la de los 8 tapones de Ewing¡ pero sobre todo la de Hakeem Olajuwon. The Dream, uno de los mejores p¨ªvots que ha dado la historia del baloncesto. Y s¨®lo por eso, y por su abrazo final con Patrick Ewing, merece la pena rescatarla del olvido. Porque ese abrazo resume todo lo que es el baloncesto y todo lo que deber¨ªa ser el deporte.
.
Sigue el canal de Diario AS en WhatsApp, donde encontrar¨¢s todo el deporte en un solo espacio: la actualidad del d¨ªa, la agenda con la ¨²ltima hora de los eventos deportivos m¨¢s importantes, las im¨¢genes m¨¢s destacadas, la opini¨®n de las mejores firmas de AS, reportajes, v¨ªdeos, y algo de humor de vez en cuando.
Rellene su nombre y apellidos para comentar
Tu opini¨®n se publicar¨¢ con nombres y apellidos