Los Celtics lo dejan todo en su sitio

El trastorno obsesivo-compulsivo, tambi¨¦n conocido por su abreviatura de TOC, es un problema que se caracteriza por pensamientos intrusivos, recurrentes y persistentes que producen inquietud, aprensi¨®n, temor o preocupaci¨®n, lo que lleva a comportamientos y conductas repetitivas denominadas compulsiones, dirigidas a reducir la ansiedad asociada, neutralizar los pensamientos o prevenir un evento temido. Todo esto da como resultado que las personas que lo padecen realicen una serie de rituales permanentes y repetidos, que de no ser ejecutados de forma positiva provocan un enorme malestar en el paciente. Y eso no es todo: la satisfacci¨®n que se siente si todo sale bien es tan solo moment¨¢nea, no perdura en el tiempo y es tan ef¨ªmera como que tarda tanto como lo que puede tardar una cosa determinada en dejar de estar en un sitio concreto. Es lo que pasa en el desorden, la descolocaci¨®n y la sensaci¨®n de incertidumbre. Que a determinadas personas les genera una inquietud y un desasosiego enorme.

Los Celtics no tienen este problema, pero lo parece. Entre otras cosas, porque se esfuerzan todo el rato en dejarlo todo en su sitio. Cada cosa donde tiene que estar con una precisi¨®n fant¨¢stica para ello. Y con una satisfacci¨®n relativa al estar luchando por el anillo, ese bien superior, pero con la necesidad de ese equipo que parece que ser¨¢ campe¨®n y que necesita que todo el mundo lo sepa. Por eso sus reacciones viscerales a la incomodidad que provoca perder un partido que no esperaba son tan enormes y dejan a todo el mundo descolocado. Los Celtics conquistaron Ohio y ganaron a los Cavaliers el tercer partido de la eliminatoria (93-106), una que se encuadra en las semifinales de la Conferencia Este. Y lo hicieron con el martillo pil¨®n habitual, como si quisieran quitarse de en medio la ansiedad producida por (otra vez) una derrota en el segundo asalto bastante incomprensible y muchas dudas que acaban de despejar con un golpe enorme sobre la mesa.

El encuentro fue manejado por los verdes de forma gradual, incrementando la ventaja de forma paulatina y sin separarse nunca del todo ante un rival que siempre estuvo ah¨ª, pero manejando la distancia como si llevaran haci¨¦ndolo toda la vida. Y realmente lo llevan haciendo mucho tiempo, por mucho que lo dejen de hacer siempre en el momento de la verdad. Eso es lo que no quieren ahora, frenar cuando no hay que hacerlo: llevar la temporada hasta el final, hasta el ¨²ltimo partido de la ¨²ltima ronda. Y en ello est¨¢n, por mucho que se dejen victorias por el camino, cosas muy unidas al car¨¢cter de un equipo cuyo n¨²cleo principal sigue siendo joven, pero que empieza a impacientarse. No es para menos: el ¨²ltimo anillo de la entidad consta del a?o 2008, este proyecto no lo ha ganado nunca y en el siglo XXI no se han conseguido m¨¢s. Hay que bucear en la historia y los recuerdos para ver la ¨¦poca dorada de una franquicia que lo ha sido todo, con 1986 como fecha tope del otro trofeo al que hay que recurrir para justificar una existencia legendaria. Un espera demasiado larga para cualquiera, pero m¨¢s todav¨ªa para los Celtics.

La ventaja al final del primer periodo era de 2 tantos y al descanso de 9. En el tercero, los verdes volvieron a ganar (21-27) el parcial y ah¨ª es cuando llegaron a dominar por 23 puntos. En el ¨²ltimo tan solo tuvieron que rentabilizar esa ventaja y esperar a que sus rivales fallaran m¨¢s de un tiro para sentenciar. Dicho y hecho. F¨ªsico, carrera. Las cosas claras y el chocolate espeso. Y cada cosa en su sitio, no vaya a ser que nadie se piense que est¨¢n donde no tienen que estar. Y todo ello con una versi¨®n extraordinaria, esta vez s¨ª, de un Jayson Tatum diferencial: 33 puntos, 13 rebotes y 6 asistencias (por 5 robos) en 42 minutos, un tiempo en pista habitual para Joe Mazzulla, pero justificado al saber que los Cavaliers segu¨ªan con opciones (84-94) a 6 minutos para el final. Los 18 (con 8 y 5) de Jrue Holiday, 12 de Derrick White y, sobre todo, 28 de Jaylen Brown, completaron la fiesta, fraguada con un 51,4% en tiros de campo, mucha insistencia en la zona y un dominio en el rebote (44-35) diferencial. Otra vez, todo en su sitio.

En los Cavs, que han perdido la ventaja de campo, la t¨®nica fue la habitual, con el com¨²n denominador de la batalla que tiene Donovan Mitchell contra el mundo. El escolta, muy solo en el firmamento, se fue a 33 puntos, 6 rebotes, 3 asistencias y 2 robos, con 12 de 22 en tiros de campo y 7 de 12 en triples. Lo intent¨® de todas las formas posibles y, por segunda vez en su carrera, registr¨® m¨¢s de 180 puntos y de 20 triples, lanzando por encima del 50% en tiros de campo en un lapso de cinco partidos de playoffs. Sin que nadie lo haya hecho ni una sola vez. Un h¨¦roe que hay d¨ªas que parece un profeta y que en otras ocasiones parece luchar incansablemente por una batalla que est¨¢ perdida. Evan Mobley se fue a 17, Darius Garlan a 15 y Caris LeVert a otros 15, pero no fueron suficientes. Parece que nada lo es para el gigante verde, que de reojo ve como Pacers y Knicks se siguen cansando hasta la extenuaci¨®n y tienen un camino relativamente c¨®modo (porque n unca lo es) hasta las Finales de la NBA. Ah¨ª veremos si es m¨¢s importante un trastorno o una tradici¨®n. Lo de tenerlo todo en su sitio o lo de caer en el momento ese en el que nadie deber¨ªa hacerlo. Quiz¨¢, de una vez por todas, ganar sea tenerlo todo en su sitio. Y ah¨ª, la satisfacci¨®n no es breve. De hecho, es eterna.

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