LeBron se queda sin fuerzas

Ser¨¢ dif¨ªcil que los Lakers den con una tecla verdaderamente m¨¢gica antes del cierre de mercado. Al menos, si alguien cree que este proyecto, el que lideran LeBron James y Anthony Davis (el campe¨®n en 2020) tiene dentro un ¨²ltimo asalto serio a la cima de la NBA. Hay demasiados escalones que saltar, demasiado que arreglar como para pensar en que todo pueda ser cuesti¨®n de zas, un par de conejos de la chistera en un mercado en el que, adem¨¢s, nadie se lo va a poner f¨¢cil a un equipo tan obviamente necesitado. Pero lo que hacen los buenos despachos, los ejecutivos con ¨¢nimo y visi¨®n es precisamente eso: conseguir que pasen cosas. No es tanto comprar y vender como conseguir, adivinar, convencer.

Adem¨¢s, cada partido que se pierde con sensaci¨®n de impotencia y frustraci¨®n, cada vez que LeBron da verdaderos s¨ªntomas de estar, ahora s¨ª, a un paso de inevitable final, en esos despachos se armar¨¢n, suponemos, de razones para mantener su pol¨ªtica de no hacer absolutamente nada. Que, ya se sabe, es hacer mucho: como en el invierno pasado y este verano, los Lakers pueden optar por mirar para otro lado, navegar entre rumores sin mover un dedo, esperar a que se consuma este equipo sin perder sus escasas primeras rondas de draft, que vaya usted a saber qu¨¦ pretende hacer en el futuro con ellas Rob Pelinka. Pero ese es el trampantojo actual con las construcciones, las deconstrucciones y las reconstrucciones: siempre hay un futuro que vender, siempre hay un debate, est¨²pido o recurrente, que alimentar. Y bien porque el que viva de eso, porque si de lo que se trata es de mirar al presente¡­

Los Lakers est¨¢n hechos para ser frustrantes. Porque no son un equipo horrible ni uno muy bueno. Porque no conectan sus puntos fuertes en los mismos partidos, casi nunca: si est¨¢n bien unos est¨¢n mal otros, si el ataque brilla la defensa se desmorona y si esta aguanta el tipo el ataque flojea entre p¨¦rdidas y esa irritante man¨ªa por forzar triples innecesarios, algo que solo deber¨ªa hacer, ahora mismo, el rookie Dalton Knecht. Hace tiempo que los Lakers no han hecho nada que merezca un golpe de suerte, y sin embargo lo han tenido: es muy sorprendente, incluso vista su edad y sus debilidades defensivas, que Knecht cayera hasta el puesto 17 del draft. Pelinka solo tuvo que descruzar los brazos, algo que le cuesta horrores desde hace demasiado tiempo, para hacer esa selecci¨®n obvia. Al menos, que tal y como andan las cosas no parece poco, la hizo.

Contra los Thunder (93-101) los Lakers entregaron oficialmente la corona de la NBA Cup, su (modesta) alegr¨ªa de la temporada pasada. Pero, como eso no pasa de lo anecd¨®tico, demostraron por encima de todo que son eso, frustrantes. Ni muy malos ni especialmente buenos. Ahora est¨¢n 11-8, cada vez m¨¢s cerca de ese 50% de victorias que es donde parecen estar espiritualmente m¨¢s all¨¢ de aquel inicio brillante, ya lejano y brevemente enga?oso. Si no hacen nada en el mercado no aspirar¨¢n ni siquiera a wildcard, opci¨®n alternativa en el Oeste. Pero mientras, entre una cosas y otras, podr¨ªan sumar algunas victorias de prestigio y orgullo que se siguen escapando porque s¨ª o porque no. Los Thunder salieron vivos de L.A. sin hacer demasiado (15-4), tirando por debajo del 41% y sin m¨¢s impulso que la pura inercia. Como est¨¢n varios pisos por encima de la planta baja que ocupan los angelinos, les bast¨®.

Los Lakers cometieron muchos errores peque?os rematados por un pu?ado de errores groseros. Recibieron un 0-6 en los ¨²ltimos 26 segundos antes del descanso (de 48-45 a 48-51); Y un 0-5 en los instantes finales del tercer cuarto (de 69-66 a 69-71). Y llegaron vivos a un final terrible, en el que parecieron dirigirse de forma tragic¨®mica a la resoluci¨®n inevitable: dos puntos en casi tres minutos, desde un 91-92 al que sigui¨® un tiro libre fallado por Austin Reaves. Despu¨¦s, el propio Reaves fall¨® otro triple para poner a los Lakers por delante y LeBron uno m¨¢s antes de una secuencia final rid¨ªcula. Con 93-95, Max Christie no sab¨ªa que no pod¨ªa hacer m¨¢s faltas y cometi¨® alegremente una que mand¨® a la l¨ªnea de tiros libres a Shai Gilgeous-Alexander. Despu¨¦s, la ¨²ltima bala fue un saque lateral tras tiempo muerto que Reaves mand¨® a las manos de Jalen Williams, que sentenci¨® (definitivamente) con un mate a placer.

Shai sentenci¨® en el ¨²ltimo cuarto

Tras un primer cuarto tan malo como casi siempre en la retaguardia (24-32), los Lakers ofrecieron una cara notablemente buena en defensa. Al menos, si se atiende a su nivel, normalmente baj¨ªsimo. Pero acabaron devorados por la producci¨®n de los guards rivales. Qui¨¦n lo habr¨ªa imaginado. Un mal habitual, una apuesta obvia si el que est¨¢ enfrente, adem¨¢s, es un Shai que bail¨® en los ¨²ltimos minutos m¨¢s o menos a su antojo (36 puntos, 7 rebotes, 9 asistencias). No fue desde luego un partido para presumir de los de OKC, pero les bast¨® con acordarse de que son mejores, con tener ojos para ver las deficiencias de su rival y manos para recoger los regalos que les iban cayendo del cielo.

Knecht (20 puntos, 6/12 en triples, 6 rebotes, 4 asistencias) volvi¨® a ser una noticia excelente para unos Lakers que tambi¨¦n contaron con una muy buena versi¨®n (como en San Antonio) de D¡¯Angelo Russell (17 puntos, 9 rebotes, 4 triples). Pero lo dem¨¢s¡­ Reaves busc¨® sin parar (y sin ¨¦xito) el tiro que rescatara su noche (1/9 en triples), el banquillo no puso a ning¨²n jugador que no fuera base o escolta (siguen de baja Vanderbilt, Wood y Hayes), un asunto criminal, el f¨ªsico da para lo que da y Hachimura tiene problemas para encontrar su sitio (esto se repite casi una y otra vez en su carrera, por cierto) en esta versi¨®n de quinteto que ha introducido a Knecht como te¨®rico escolta.

Pero el problema definitivo, se podr¨ªa decir que el clavo en el ata¨²d si el ata¨²d no llevara tanto tiempo lleno de clavos, es que Anthony Davis se queda corto en ataque de tanto trabajar por cuatro (o por los cinco) en defensa (15 puntos, 12 rebotes, 7 asistencias, 4 tapones); Y, sobre todo, que empieza a ser obvio que LeBron James est¨¢ a unas semanas de cumplir 40 a?os y que han pasado m¨¢s de 21 desde su debut en la NBA. Todav¨ªa puede ser el mejor jugador en la pista, pero cada vez le cuesta m¨¢s ser simplemente notable, brillante. Esta vez se qued¨® en 12 puntos con 13 tiros, un 0/4 en triples y varias p¨¦rdidas horribles (5 en total), algunas en momentos cruciales.

Ya no se puede contar, aunque a veces siga pasando, con que LeBron aparezca cuando se le necesita, en la resoluci¨®n de ¨²ltimos cuartos como este. Su final est¨¢ siendo extraordinario, como todo en su legendaria carrera, pero por fin parece exactamente eso: un final. Si se a?ade todo lo que tendr¨ªa que hacer y no siempre hace Davis, la f¨®rmula ya no es ganadora y empieza a parecer agotada definitivamente, incapaz de reagruparse para un ¨²ltimo baile. Ni siquiera en L.A., a las puertas del dorado Hollywood.

Lo peor, con todo, no es eso. Es que parece que Jeanie Buss, Pelinka y compa?¨ªa estaban aguardando precisamente esto, que se viera la fecha de caducidad de este equipo para justificar su inmovilismo y su falta de fe del ¨²ltimo a?o y medio. Han esperado tanto para poder decir ¡°?lo veis?¡± que cuando pueden hacerlo tienen que callarse porque son, en realidad, los principales responsables de que exista siquiera un ¡°?lo veis?¡±. Como m¨ªnimo, por no intentarlo. El mayor de los pecados en cualquier franquicia, algo que deber¨ªa ser anatema en una como los Lakers. Si no fuera porque hace tiempo que los que mandan all¨ª se creen que basta con ser los Lakers cuando la realidad es que eso fue, y por eso tantas d¨¦cadas de ¨¦xitos y gloria, la meta, el motor. No el punto de partida y la justificaci¨®n para todo.

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