Brunson es el rey de Nueva York

Baloncesto de playoffs. Baloncesto de Costa Este. Baloncesto de Nueva York: algo que parec¨ªa tab¨², que no se pod¨ªa decir en la NBA desde hac¨ªa mucho tiempo. A?os de orgullo knickerbocker devorados por la mala gesti¨®n en los despachos; La crisis de identidad de lo que hab¨ªa sido, mucho antes, la perla del Madison, esa jaula de locos en la que ganar era como conquistar el mundo. Todo eso, todo, lo est¨¢n tirando a la basura, bien lejos, estos Knicks de Tom Thibodeau y Jalen Brunson, un equipo en formato escuadr¨®n suicida, que juega mejor cuanto m¨¢s dif¨ªciles se ponen las cosas. Que resiste hasta que solo quedan ellos en pie o hasta que no hay m¨¢s remedio que caer, sin una gota m¨¢s de sudor que dejar. Los viejos, (casi) violentos Knicks de Pat Riley ten¨ªan un mantra en los 90, los a?os de acero: ganemos esta noche; si no el partido, al menos la pelea. Algo de eso ha vuelto. Como m¨ªnimo, el orgullo.

Los Knicks ganaron en Philadelphia (92-97) un partido que durante muchos minutos parec¨ªa que iban a perder. Se pusieron delante de las balas, que silbaban a su alrededor mientras sobreviv¨ªan sin m¨¢s raz¨®n que los puntos de un Jalen Brunson maravilloso, que tard¨® en entrar de lleno en la eliminatoria pero que ya la tiene a sus pies. Territorio conquistado: 23 puntos al descanso (49-47 tras un +12 local), 38 al final del tercer cuarto (se pas¨® por un +10) y 47 en el cierre. Con 10 asistencias, solo una p¨¦rdida, un 18/34 en tiros y un ejercicio emocionante de liderazgo y personalidad. De calidad, talento y energ¨ªa. Al final, con un tobillo tocado y casi sin fuerzas (m¨¢s de 44 minutos en pista) pero dispuesto a hacer lo que hiciera falta. A no marcharse de all¨ª sin la victoria. La tiene, y un 3-1 que parece mucho m¨¢s que eso. De vuelta a Nueva York, se lleva tambi¨¦n el alma de los Sixers, rota en mil pedazos. El peso de lo que hab¨ªa en juego, nadie ten¨ªa ganas de ocultarlo, iba m¨¢s all¨¢ de las matem¨¢ticas. Que tambi¨¦n.

Joel Embiid no supo ser decisivo

Los Sixers se precipitaron cuando pudieron golpear duro, en el tercer cuarto (de 61-51 a 76-77). Fallaron tiros abiertos y apilaron p¨¦rdidas como si quisieran ganar demasiado r¨¢pido, acelerar a fondo porque su rival nunca se cansa, siempre acaba llegando. Joel Embiid, que hab¨ªa distribuido el juego muy bien en la primera parte, enlaz¨® un par de p¨¦rdidas que tuvieron un efecto reductor en su equipo, que empez¨® a jugar con aprensi¨®n.

Los Knicks, que se quedaron sin Mitch Robinson (que intent¨® forzar) antes del salto inicial por la lesi¨®n de tobillo del tercer partido, perdieron a Bojan Bogdanovic por un problema similar. Y Hartenstein, el otro p¨ªvot, se carg¨® de faltas. Pero a medida que se apilaban las malas noticias, crec¨ªa el hambre de un equipo que entra en un estado de excitaci¨®n rabiosa que lo convierte en extremadamente peligroso, inevitable para cualquiera que no tenga mucha talento¡­ y la suficiente personalidad. Mientras la noche se transformaba a en una misi¨®n suicida para unos Knicks felices en la alambrada, los Sixers empezaron a pensar demasiado. Aunque el marcador no se rompi¨® hasta los ¨²ltimos segundos, hab¨ªan perdido mucho antes.

Embiid no descans¨® en la segunda parte y pareci¨® mejor de la rodilla, pero acab¨® agotado. Y derrotado: su final de partido fue nefasto, sin incidencia en ataque, todo lo escondido que puede estar un corpach¨®n como el suyo, y sin fuelle en defensa. Los rebotes volaban lejos de ¨¦l, los ataques de los Sixers pasaban por otras manos. Acab¨® con 27 puntos, 10 rebotes y 6 asistencias pero solo 7 canastas en juego (7/19, 12/14 en tiros libres) y apenas un punto y un rebote con un 0/5 en tiros en un ¨²ltimo cuarto en el que no se sent¨®. Cuando hac¨ªa falta un h¨¦roe, ni lo fue ni pareci¨® querer serlo. Un pecado que se convirti¨® en sentencia abrasadora por la comparaci¨®n con lo que s¨ª hizo (quiso hacer) Brunson para sus Knicks. Con todo, despu¨¦s de cuatro partidos los Sixers est¨¢n con un +34 en 161 minutos con ¨¦l en pista y -37 en 31 minutos sin ¨¦l. Ni contigo ni sin ti.

Con Robinson vestido de calle y Hartenstein en el banquillo, Embiid tampoco domin¨® el partido. La defensa de OG Anunoby con las ayudas fren¨¦ticas de Achiuwa lo sacaron de su eje y no mostr¨® rebeld¨ªa, se dej¨® encerrar. Maxey s¨ª lo intent¨®, hasta que descarril¨® (21 tiros, 23 puntos), y Tobias Harris volvi¨® a ser un t¨¦mpano, alguien que pasa por all¨ª, mientras Lowry y Oubre al menos lo intentaban, cada uno a su manera. El primero con artes de todo tipo (buenas y malas), el segundo con tiritos que dejaron de entrar cuando las piernas pesaban demasiado por perseguir a Brunson de lado a lado de la pista. Los Sixers anotaron 3 puntos en los ¨²ltimos 5 minutos, fallaron sus ¨²ltimos diez tiros en juego y entregaron el punto que sac¨® la eliminatoria de la pariidad y la mete en territorio knickerbocker. Y camino de Nueva York.

Mientras Brunson, nada como conquistar Philadelphia, se coronaba como rey de la Gran Manzana en un pabell¨®n con mucha camiseta visitante, Thibodeau orden¨® una resistencia fan¨¢tica al estilo Term¨®pilas. Anunoby (16 puntos, 14 rebotes, 3 tapones) jug¨® un partido maravilloso con un trabajo defensivo superlativo. Llamado cuando no hab¨ªa m¨¢s remedio, Achiuwa cogi¨® 7 rebotes y puso 4 tapones; McBride dio un par de relevos anotadores y Josh Hart jug¨® el mejor partido posible para alguien que no meti¨® un tiro (0/7) y sum¨® 5 p¨¦rdidas: 17 rebotes (5 de ataque), 5 asistencias, 3 tapones y un ejercicio de fe que contagi¨® a sus compa?eros y amedrent¨® a sus rivales. Mide 1,93.

Los Knicks ganaron 8-18 el rebote del ¨²ltimo cuarto, cogieron 7 de ataque y reba?aron otras tantas posesiones extra a base de pelear, meter manos y saltar al vac¨ªo. En cuatro partidos, dominan el rebote de ataque 61-36 y los puntos de segunda oportunidad 79-40. Cuando caigan, si caen, ser¨¢ contra un rival mejor. Jam¨¢s contra uno con m¨¢s deseo. Eso volvi¨® a quedar claro en una noche memorable, honra para los playoffs, que sac¨® brillo al regreso del orgullo de los Knicks y al ascenso de Jalen Brunson en el pante¨®n de la capital del mundo. As¨ª fue, ante nuestros ojos. El martes, quinto partido de vuelta en Nueva York: que ruja el Madison.

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