El trono sigue siendo de Nikola Jokic

Nikola Jokic, con ese ritmo suyo que hace que parezca que una monta?a se est¨¢ moviendo, con su cadencia s¨ªsmica, hacia el aro, penetr¨® y, entre una mara?a de defensas, encendi¨® esa luz que solo tiene la mesilla de su cabeza, una mezcla de bola de crista y pincel que rebusca en una paleta infinita de colores. As¨ª, con su zancada de hipop¨®tamo y esa mente que est¨¢ entre la del adivino y la del genio, Jokic mand¨® al aire una bola que Aaron Gordon machac¨® para dejar (113-109 a 19 segundos del final) listos a los Celtics. Esa jugada, la movilidad de Gordon acabando en el aro los env¨ªos de Jokic (mensajer¨ªa de las galaxias) se ha convertido en una de las acciones m¨¢s imposibles de parar en la NBA, veremos si (cuando tengamos perspectiva) de toda su historia. Una de las se?as de identidad de un equipo monumental: Denver Nuggets. Todav¨ªa, y mientras no se demuestre lo contrario, el campe¨®n. Y el rival a batir.

Los Nuggets ganaron (115-109) a los Celtics en lo que era imposible no percibir como un anticipo de las Finales. Luego ser¨¢ lo que sea, pero los verdes han sido el mejor equipo de la temporada, con diferencia y en n¨²meros a la altura de algunos de los mejores de siempre, y los Nuggets son un cazador que silba en su porche mientras afila su guada?a. Es un equipo de playoffs, de partidos duros y f¨ªsicos, de ritmo lento y minutadas de los titulares. Es un equipo ganador, que solo ha cumplido el expediente en la primera mitad de la temporada y est¨¢ empezando ahora a ense?ar los colmillos: siete victorias en ocho partidos desde el All Star, a un pasito (43-20) de la cabeza del Oeste. Y dos victorias en sus dos partidos contra los Celtics, y (todav¨ªa podemos ser mejores...) con un 12/52 total en triples. Ah¨ª va eso. Por si nos volvemos a ver en junio, un abrazo fuerte.

Una f¨®rmula preparada para ganar

Los Celtics comprobaron, como en el Garden (su primera derrota en casa: 100-102), c¨®mo de dif¨ªcil es parar a un equipo que consigue lo m¨¢s dif¨ªcil, y m¨¢s demoledor, en el mundo del deporte: todo el mundo sabe lo que va a hacer, y lo hace. Los Nuggets tienen defensores duros, dedican las temporadas a cuidar a j¨®venes que aprenden el oficio de cara a los playoffs (el a?o pasado Braun, este Watson), saben que tienen un quinteto inicial pluscuamperfecto y que cuando no llega todo lo dem¨¢s aparecen Jamal Murray y sobre todo Jokic, ese jugador en formato imperio. Los Nuggets han ganado dos veces a los Celtics (esta, 115-109) por un min¨²sculo +8 total. Pero, aunque parezca una paradoja, quiz¨¢ sea eso, lo ajustado de los marcadores, lo peor para los Celtics. El campe¨®n sabe ganar as¨ª, suele ganar as¨ª, puede ganar as¨ª. Las veces que haga falta, mejor cuanto m¨¢s se meten los partidos en guerras de m¨ªnimos, luchas a guantazos y tirones. Y as¨ª suele ser en playoffs, no digamos en las Finales.

Despu¨¦s de un inicio a remolque, los Nuggets fueron royendo, poco a poco, cada hueso de los Celtics. Con precisi¨®n quir¨²rgica y paciencia franciscana. Rascando, pegando, sosteni¨¦ndose en los minutos sin Jokic y subiendo marchas con el serbio en pista, una garant¨ªa de que cada ataque acabar¨¢ con un buen tiro haga lo que haga la defensa rival. Su capacidad para deconstruir lo que sea que tenga enfrente no deja de asombrar, la veamos las veces que la veamos. Su producci¨®n es incesante, su superioridad a los dem¨¢s tan evidente como diferente, un tipo de megaestrella at¨®mica distinta a casi todas las que hemos visto. En esta ¨¦poca y en cualquiera. Jokic acab¨® con 32 puntos, 12 rebotes y 11 asistencias. Pero podr¨ªan haber sido 28+9+7 o 56+16+15. Da igual, sus n¨²meros finales parecen el resultado de tirar dados sobre un tapete celestial: salga lo que salga, lo que queda en el ojo es la sensaci¨®n de que ¨¦l, por encima de todo, ha explicado otra victoria. Y esa sensaci¨®n es mayor cuanto m¨¢s grande es el partido porque eso, nada m¨¢s y nada menos, es lo que hacen los jugadores generacionales.

As¨ª que los Celtics pueden lamentarse por su mala suerte. Porque en el peor d¨ªa posible no fueron eficientes en el triple (11/38, un triste -para ellos- 9/32 los titulares); porque fallaron demasiados tiros libres (16/25 en una cita en la que hab¨ªa que hacer todo bien); Y porque su hambre no tuvo premio: desde un -12 que parec¨ªa un -30 en el inicio del ¨²ltimo cuarto, remaron hasta tener, en el minuto final, un triple para ponerse por delante. Lo fall¨® Jayson Tatum antes del alley-oop de Jokic a Gordon.

Jaylen Brown (41 puntos y 14 rebotes con el motor en marcha excepto en la l¨ªnea de personal) dirigi¨® la resistencia porque Tatum no estuvo bien (15 puntos, 5/13 en tiros), destemplado en ataque y despistado en las ¨²ltimas defensas, las cruciales. Eso, ya se sabe, siempre es motivo de susurros feos en Boston. Kristaps Porzingis meti¨® 24 puntos pero fall¨® tiros que suele anotar con los ojos cerrados y no pudo contener a Jokic (?qui¨¦n puede?). Derrick White hundi¨® esa eficiencia que hace imposible defender a los Celtics, el especialista en ser el ¨²ltimo clavo en el ata¨²d de muchos rivales. Y a¨²n as¨ª, pese a todo, los Celtics pudieron ganar. Son as¨ª de buenos. Pero perdieron. Y de la forma en la que lo har¨¢n si acaban no siendo campeones tampoco este a?o. Lo saben, pero esto es lo que les espera, seguramente, en junio. Un reto gigantesco para el que tambi¨¦n tiene que estar mejor preparado su entrenador, Joe Mazzulla.

Es ahora un 48-14 para los Celtics, que han perdido dos partidos seguidos por primera vez desde noviembre. Han tenido que pasar cuatro meses y otros 57 partidos. As¨ª de aplastante es su temporada. Ahora juegan, ma?ana, en Phoenix, otro examen con fuego real. No es un drama perder en la Mile High, la altitud estrangulante de Denver. Y menos as¨ª, en el ¨²ltimo minuto y con una bala de plata enviada al limbo en el pen¨²ltimo ataque. Pero s¨ª es un aviso, un motivo para dormir con un ojo abierto. En esta temporada son los mejores, no hay duda. Pero el campe¨®n espera, firme, en su trono. Preparado, confiado, aferrado a una f¨®rmula que ahora mismo parece imposible de quebrar y listo para que nadie le gane cuatro partidos de siete. No con su quinteto titular intacto y con Nikola Jokic al mando de las operaciones. Omnipresente: el adivino, el artista, el hombre del Renacimiento armado con munici¨®n nuclear. O, mucho m¨¢s sencillo, el mejor jugador de baloncesto del mundo. Con diferencia.