El cuento de nunca acabar
Otra vez sin Joel Embiid, que se ha perdido ya 23 partidos de 36 posibles, los Sixers pierden en su pista contra unos Pelicans en cuadro.
Los Sixers pueden sentarse en la barra de un bar y contarle l¨¢nguidamente sus penas a cualquiera equipo menos, seguramente, a los Pelicans. Quiz¨¢s el ¨²nico con menos suerte y menos salud que ellos. Por eso, la sensaci¨®n era p¨¦sima, una mezcla de pasmo y desesperaci¨®n, en Philadelphia despu¨¦s de un triunfo de esos mismos Pelicans (115-123) que fue solo el tercero de su temporada a domicilio. El tercero en total desde el 7 de diciembre para el peor equipo del Oeste (8-31 ahora), que llegaba de visita, para un duelo de malditos, sin Herb Jones, Trey Murphy, Brandon Ingram y, para colmo, sin un Zion Williamson que nada m¨¢s regresar tras su larga ausencia cumpli¨® partido de sanci¨®n interna por ¡°saltarle las pol¨ªticas¡± del equipo. Es decir, por llegar tarde a un vuelo. Una mala ¨®ptica, la en¨¦sima, justo cuando el ala-p¨ªvot acaba de jugar su primer partido desde el 7 de noviembre. Despu¨¦s se ha perdido otro dos, entre precauciones y sanciones. Esta temporada lleva siete de 39 posibles.
Esos Pelicans, en la ruina m¨¢s absoluta, ganaron en Philadelphia y descerrajaron 123 puntos sobre unos Sixers terribles, que siguen siendo una pura confusi¨®n porque resulta imposible saber qui¨¦n juega y qui¨¦n no cada noche. Volvi¨® Paul George, pero Joel Embiid se perdi¨® el tercer partido seguido, ahora por un problema en un pie. Tampoco jugaron Andre Drummond, Kyle Lowry y KJ Martin, y es baja para toda la temporada el excelente rookie Jared McCain. Pero si hab¨ªa una noche en la que no val¨ªan las excusas, en la que el rival estaba peor y en la que hab¨ªa que ganar, era esta. Porque Embiid, entre unas cosas y otras, se ha perdido ya 23 de los 36 partidos del equipo y el balance sin ¨¦l es 8-15. Una de las claves de este proyecto, el ¨²ltimo ¨®rdago del Proceso, la (pen)¨²ltima bala para el camerun¨¦s, era el supuesto sost¨¦n que Tyrese Maxey y George ten¨ªan que aportar para que el p¨ªvot no forzara la m¨¢quina. Por ahora, ni rastro de eso. Entre lesiones, ausencias, problemas, malas rachas, estados confusos de forma¡ Todo lo que se quiera. Bla bla bla.
El caso es que la defensa de los Sixers result¨® indigna, sobre todo en la segunda parte y cuando el ataque mejor¨® dr¨¢sticamente (47 puntos antes del descanso, 68 despu¨¦s) porque Maxey y George decidieron tirar del carro despu¨¦s de un mal primer tiempo. El talento apareci¨®, porque no todo pod¨ªa ser la energ¨ªa de Kelly Oubre y un Ricky Council IV recuperado para esa rotaci¨®n que va y viene, pero no fue suficiente. Y eso es lo peor. Las estrellas llegaron al partido, pero tardaron en hacerlo. No solo tienen que anotar: sin Embiid, tambi¨¦n tienen que dar ejemplo y generar. Pero incluso cuando lo hicieron, la defensa apil¨® desconexiones, confusiones, errores, faltas tontas y t¨¦cnicas. Y los Pelicans escaparon con la victoria a lomos de CJ McCollum (18 puntos en el primer cuarto, 38 en total), Dejounte Murray (17) y un Jordan Hawkins (21) que alcanz¨® la veintena de puntos solo por segunda vez desde el 1 de noviembre. As¨ª est¨¢n las cosas para lo Pelicans, que al menos se dieron un gusto despu¨¦s de una derrota horripilante contra los Trail Blazers y antes de visitar al campe¨®n, ma?ana. Algo es algo.
Maxey acab¨® produciendo cerca del aro pero sus problemas con el tiro exterior son uno de los grandes asuntos en un curso lleno de grandes asuntos en los Sixers. Acab¨® con 30 puntos y 12 asistencias, que se sumaron a los 25 y 5 de Paul George, que entr¨® en calor pero sigue sin hacer partidos completos, de gran estrella, en unos Sixers a los que conviene recordar que ha llegado con 34 a?os (en mayo, 35) y sin que nadie llore su ausencia en los Clippers. Despu¨¦s de un tramo (diez victorias en trece partidos, una de ellas la de Navidad contra los Sixers) que permiti¨® cerrar el a?o con ilusi¨®n, los Sixers han comenzado 2025 con un 2-4 p¨¦simo si se mira qu¨¦ ten¨ªan por delante (han ganado a Nets y, con problemas, Wizards), y est¨¢n 15-21, fuera hasta del play in y a cuatro partidos y medio de evitarlo (del sexto).
Este era exactamente el tipo de partido que los Sixers tienen que ganar para que Embiid, si es que va a estar en plenitud en alg¨²n punto del curso, tenga tiempo, maneje sus ritmos. As¨ª que la derrota dej¨® una sensaci¨®n de exasperaci¨®n en Philadelphia, un aroma fatalista y una percepci¨®n obvia de que, otra vez, no va a bastar. No importa c¨®mo de buenas podr¨ªan ser las cosas en un mundo perfecto porque el mundo casi nunca es perfecto. Y los Sixers deber¨ªan saberlo mejor que nadie. Sin plan B, ni ahora ni desde luego para el futuro, este equipo est¨¢ lej¨ªsimo de lo que promet¨ªa la apuesta del verano, al menos para los optimistas incurables. No bastan rachas, semanas buenas y proyecciones (¡°c¨®mo de buenos ser¨ªamos si¡¡±). Hay que defender, competir, ordenar las ideas y, en resumen, ganar partidos. Especialmente, partidos como este contra los Pelicans, quiz¨¢s el ¨²nico equipo de toda la NBA al que los Sixers no pueden ir a llorar sus penas. Pero nada, tampoco.
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