El All-Star no es para viejos

Los aficionados m¨¢s veteranos del baloncesto no reconocer¨ªan el espect¨¢culo ofrecido por la NBA este domingo en el Chase Center de San Francisco. El All-Star llegaba a su apogeo y en ¨¦l hab¨ªa desaparecido el Partido de las Estrellas, con el que tantos crecieron y tantos admiraron a lo largo de ni?ez o madurez, para convertirse en tres. En la pista hab¨ªa una novedosa idea con el que se pretend¨ªa dar alas a la competitividad: m¨¢s involucrados, menos tiempo. Los ¨²ltimos a?os hab¨ªan sido dif¨ªciles de ver para cualquiera que aprecie un m¨ªnimo este deporte: falta de compromiso, estrellas al trote, sin defensas y sin verg¨¹enzas. Adam Silver, el comisionado al frente, se lo tom¨® a pecho y ha pegado un golpe de tim¨®n.

Si alguno esperaba ver en su televisor la batalla del Este contra el Oeste, suerte con ello. El m¨ªtico formato muri¨® en 2020 para dar paso a, aunque se mantuvieran las elecciones por conferencia, un partido en el que se ganaba y perd¨ªa cada cuarto y se hac¨ªa una suma de puntos a la que llegar para ser proclamado vencedor global de la noche, un concepto llamado Elam Ending y que irrumpi¨® con fuerza para desgastarse con ese mismo ¨ªmpetu con el paso de las temporadas. En Indiana, hace un a?o, Silver felicit¨® al combinado que tuvo el resultado a favor con un as¨¦ptico ¡°bueno, enhorabuena¡± mientras a su cara se la llevaban los demonios; las l¨ªneas rojas se cruzaron con aquellos 397 puntos (211-186). Por ello hubo revoluci¨®n. Pero claro, no puedes llorar por las esquinas porque las audiencias bajan en picado, y en este evento eran consideradas uno de los problemas principales, y conformar un espect¨¢culo para el televidente al que no le gusta el baloncesto: m¨¢s ornamento que juego. Hay que darle otra vuelta. Ahora el modelo es el siguiente: una Final Four con cuatro equipos, tem¨¢ticos, tres de ellos entre los elegidos por sus m¨¦ritos y uno tra¨ªdo del desaf¨ªo de j¨®venes del viernes, el ganador de ese otro cuadrangular con reglas semejantes; dos enfrentamientos a 40 y choque entre los vencedores en la final, de nuevo con ese objetivo en el electr¨®nico y diferencia con el Rising Stars Challenge; los entrenadores son los protagonistas del principal programa de TNT, la cadena que tiene los derechos, por lo que la sensaci¨®n es m¨¢s promocional que deportiva, una despedida con honores. Decisiones difusas, resultados claros.

Los que quisieron disfrutar de la velada se perdieron en lo banal, la superficie de un producto deportivo que se debe vender mejor. Entre lapsos en los que s¨ª se pod¨ªa ver a las superestrellas de la NBA tambi¨¦n hubo que tragar con ruedas de molino: un reto de triples con Mr. Beast, robots que tiraban camisetas al p¨²blico del pabell¨®n, chistes del actor c¨®mico Kevin Hart, tiempos muertos, un par de buenas actuaciones musicales, m¨¢s tiempos muertos y m¨¢s tiempos muertos para colocar anuncios y alargar hasta el extremo. En este tipo de desmanes va la defunci¨®n de un acontecimiento que, bien cuidado, es la bomba.

En la escuadra de Kenny Smith se daban cita los m¨¢s j¨®venes. En la de Charles Barkley se aglutinaba a los no estadounidenses. Con Shaquille O¡¯Neal, que acab¨® con el trofeo, se encontraban las leyendas en activo. Para acabar, Candace Parker era la anfitriona de los vencedores del minitorneo del viernes: Ryan Dunn, Zach Edey, Stephon Castle, Dalton Knecht... El Equipo Chuck y el Equipo Shaq avanzaron hasta el partido principal, que finaliz¨® 25-41 con triunfo para el segundo. Stephen Curry, en el pabell¨®n en el que habitualmente hace su magia, fue proclamado MVP.

Los creyentes en que esto puede tener una segunda vida alucinaron al ver muestras de defensa en los tres duelos. Se amagaba con tratar de parar al rival. Hab¨ªa alguna falta. Pero poco m¨¢s. En la NBA s¨ª hay una competitividad que aqu¨ª no tiene correlaci¨®n, se mire por donde se mire. La mala noticia para el que pag¨® la entrada o el que se desvel¨® en plena noche fue no ver a LeBron James, tocado de un tobillo, y Anthony Edwards, con molestias en la ingle, por las decisiones de ¨²ltima hora, con lo que no hubo relevos, de no disputar el evento. Como reza aquella pel¨ªcula de Javier Bardem y los Coen, esto no es pa¨ªs para viejos.

El Equipo Chuck gan¨® el primer envite, el m¨¢s flojo de los tres en cuanto a br¨ªo y ganas, con un mate a dos manos de Shai, que anot¨® doce puntos sin fallo. Jugadores como Brunson, Cunningham, Garland o Jaren Jackson, que avis¨® de que presionar¨ªa a toda cancha, se quedaron fuera a las primeras de cambio.

Despu¨¦s de ese 41-32 tuvo lugar el encuentro m¨¢s desigual: los del Rising Stars contra algunos de los mejores jugadores de la NBA, con Durant, Harden, Tatum, Irving o el MVP Steph Curry como ejemplos. Los j¨®venes se lo tomaron en serio y apretaron a los maduros, incluso con peque?as pol¨¦micas por decisiones arbitrales. Ah¨ª se dio un salto positivo. Lillard, oriundo de Oakland, cerr¨® el marcador con un triple en 42-35. La inc¨®gnita era qu¨¦ versi¨®n se ver¨ªa en la final. Y ni chicha ni limona¡¯. De un comienzo con trabajo para proteger el aro se pas¨® a un par¨®n incomprensible que rompi¨® cualquier ritmo, de jugadores y espectadores, para honrar a las estrellas televisivas (como leen) y, como consecuencia, que volviera el circo de tiros liberados y carreras en solitario al All-Star, que es de lo que se intentaba huir.

El Equipo Shaq se sali¨® con la suya. Curry incluso anot¨® desde medio campo, algo que parece habitual en ¨¦l. Steph aglutin¨® doce puntos, pero no fue ni el que m¨¢s anot¨® ni el que lo gan¨®. ?se fue Jayson Tatum, que con un mate sin oposici¨®n y sus quince tantos en la casilla dio por concluida otra noche mal ideada.

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