Doncic amarga la Navidad de LeBron
LeBron fue la ¨²nica luz en la oscuridad de unos Lakers que naufragaron en un tercer cuarto p¨ªrrico. Doncic sale ganador en el homenaje a Nowitzki.


Casados tradicionalmente con los anillos y la gloria, los Lakers parecen haber cambiado de pareja de baile. Rompiendo el matrimonio habitual y haciendo caso omiso a una historia legendaria, el equipo angelino ha decidido dejar de lado los tiempos dorados y andar de la mano del fracaso manifiesto. De la inoperancia supina. Del rid¨ªculo como arma habitual a la que recurrir cada vez que pueden. En su fondo y en su forma, la franquicia falla de forma piramidal, desde una due?a que vive del recuerdo hasta unos jugadores que representan, sin estar acompa?ados de Anthony Davis, a una de las peores plantilla de la NBA. Jeannie Buss deber¨ªa manejar unas riendas que hace tiempo se le escurrieron de las manos y ha preferido dejar que sean los caballos los que gu¨ªen una carroza que no va a ninguna parte. La renovaci¨®n a Rob Pelinka, la representaci¨®n del hombre que no hace nada y espera que las cosas sin soluci¨®n se solucionen solas, es buena muestra de ello. Y, mientras tanto, lo que ve la gente es a un equipo desmadejado que concatena derrotas mientras muestra una imagen extraordinariamente mala, en una NBA que ha acabado por comerse a la entidad que durante tantos tiempos la conquist¨®.
Los Lakers mandaban 43-52 al final del segundo cuarto y perd¨ªan 94-75 a la conclusi¨®n del tercero. Recibieron 51 puntos en el tercer periodo con un 18 de 25 en tiros de campo y 16 tantos de Tim Hardaway. No defendieron una sola jugada, sufrieron cada vez que LeBron James se sentaba y vieron venir lo que todo el mundo sab¨ªa que iba a pasar, pero que en lugar de al inicio del choque sucedi¨® al intermedio. Una verg¨¹enza objetiva de un bochorno petulante para unos Lakers que son los reyes del rid¨ªculo y la madre de todos los desastres y que est¨¢n empe?ados, as¨ª lo muestran los hechos, en hacer naufragar una de las ¨²ltimas temporadas buenas de un ser celestial como LeBron James: 38 puntos (32 del resto del quinteto inicial angelino), 6 rebotes y 5 asistencias por s¨®lo 2 p¨¦rdidas, adem¨¢s de un magn¨ªfico esfuerzo en el ¨²ltimo periodo, en el que los suyos anotaron 40 tantos, que no tuvo suerte porque los Lakers ni funcionan cuando van por delante ni son capaces de remontar cuando van por detr¨¢s. Como Makaulay Cukin en Solo En Casa. Totalmente solo.
Darvin Ham, que al principio parec¨ªa un entrenador con ideas, ya solo puede recurrir a su principal estrella (ser¨¢ as¨ª mientras Davis siga lesionado) para poder hacer algo en pista. Los Lakers empezaron bien en defensa, en las dobles defensas a Luka Doncic y en dejar que los Mavericks fallaran una mansalva de triples, pero no hubo capacidad de reacci¨®n cuando los mismos empezaron a entrar: 18 de 44 al final para los texanos, 6 de 14 de un Hardaway que finaliz¨® con 26 puntos tras una primera mitad sumamente pobre. Y LeBron fue el ¨²nico que dio la cara: al descanso, era un +19 con ¨¦l en pista en 19 minutos y un -5 sin ¨¦l. Al final, +2 y -11 del resto del equipo, una dificultad manifiesta para un Ham que no sabe qu¨¦ hacer y que lleg¨® a alinear al mismo tiempo en pista a Westbrook, Schr?der, Reaves, Walker y Beverley. Sin p¨ªvots, con solo un generador, apenas tiro exterior y una imposibilidad para jugar en la zona. A la desesperaci¨®n, sin m¨¢s motivo del porque s¨ª, eso que nunca ha funcionado en un mundo en el que no hacer nada para cambiar las cosas suele carecer de sentido porque si las cosas van mal es, en ¨²ltima instancia, porque no se hace nada.
Luka Doncic se sali¨® en el homenaje a Dirk Nowtizki, que ya tiene su estatua en el exterior del American Airlines Center. 33 puntos para superar al alem¨¢n en el r¨¦cord que ten¨ªa el d¨ªa de Navidad, una actuaci¨®n que redonde¨® con 9 rebotes y 9 asistencias y que cont¨® con la inestimable colaboraci¨®n de un Christian Wood que, por mucho que se empe?e Jason Kidd, sigue siendo el mejor aliado del esloveno: 30 tantos, 8 rebotes y 7 asistencias con 12 de 17 en tiros de campo. Reggie Bullock, con 34:35 en pista, fue el titular que menos jug¨® para unos Mavericks cuyo entrenador ha decidido que explotar al equipo titular es su siguiente gran t¨¢ctica mientras Maxi Klebber contin¨²e en el dique seco; y que mejor jugar al ataque que a la defensa porque por insistencia y sin cambiar el estilo acabaran saliendo las cosas: 51 puntos en el tercer periodo, 43 en toda la primera parte; haciendo lo mismo. Lanzando mucho de tres (hasta 44 veces). De 5 de 22 en los dos primeros cuartos, a 9 de 13 en el tercero. Sin m¨¢s, sin hacer nada novedoso, sin florituras. Haciendo lo que desde la gerencia se ha potenciado y Kidd ha querido, y que ahora solo cambia con el pick and roll de Wood (que puede optar desde hoy a un contrato de 77 millones de d¨®lares en 4 a?os) con Doncic y los rebotes ofensivos del p¨ªvot. El resto del tiempo, viva a los Rockets de James Harden: un jugador estelar, tiradores alrededor y un uso casi vergonzoso de un triple que se ha convertido, ya de forma definitiva, en el arma por antonomasia de la NBA actual.
Eso es todo. LeBron super¨® a Kobe Bryant en participaciones en el d¨ªa de Navidad (17 a 16) e igual¨® a Robert Parish y a Dirk Nowitzki (otra vez) como el jugador que m¨¢s veces ha jugado el mismo d¨ªa. El p¨ªvot lo hizo en 17 ocasiones el 30 de diciembre y el ala-p¨ªvot, en las mismas el 26. Adem¨¢s, se convierte en el jugador m¨¢s veterano de la historia en superar la treintena de puntos en 7 partidos consecutivos (Kobe, con 34 a?os, lo hizo en 10 ocasiones seguidas). Y sigue acerc¨¢ndose al r¨¦cord de puntos de Kareem Abdul-Jabbar. Eso es lo que le queda a LeBron, un ser imperecedero condenado a la peor de todas las jubilaciones. La de ser la estrella de un equipo a la deriva (Russell Westbrook, por cierto, acab¨® con 17+5+4 y un -30), de una franquicia que ha renunciado a su historia, de una gerencia que no quiere aprovechar su espectacular nivel. Una pena de recta final de carrera para un hombre casado con la historia, pero que se encuentra en una entidad que quiere divorciarse de la misma. Una temporada amarga de la que no parece que vaya a haber recuperaci¨®n (13-20 ya), por mucho que la Conferencia Oeste se haya empe?ado en tener un nivel mis¨¦rrimo si la comparamos con lo que ha sido de forma tradicional. Dicho de otra forma: un desastre. No hay, por desgracia, otra forma de definir algo as¨ª.