MoTown(s)

Detroit sufri¨® este domingo una decepci¨®n como pocas en los ¨²ltimos a?os. Porque en el ¨¢nimo de la ciudad est¨¢ recuperar el tiempo perdido. De momento, no se da. Los Pistons llevaban desde 2019 sin tener un partido de postemporada en su feudo y, visto lo visto, alargan la racha de no ganar uno desde 2009. Casi una generaci¨®n sin gozar de esa alegr¨ªa. Las penurias en el desierto, todos los a?os en la cola de la clasificaci¨®n, vendr¨¢n a la mente de todos los aficionados de la franquicia al ver el desenlace del cuarto encuentro con los Knicks. Un robo. Los ¨¢rbitros, en voz del principal David Guthrie, admitieron su error: contacto claro y no marginal. Un desenlace salvaje y cruel.

Karl-Anthony Towns, con cinco puntos definitivos en dos jugadas a cada cual m¨¢s complicada, convirti¨® la m¨ªstica MoTown en la MoTowns -si se permite el juego- aunque fuera por un d¨ªa. El p¨ªvot de origen dominicano disput¨® cuarenta minutos, exprimido por Thibodeau para no faltar a la tradici¨®n, aunque fue su explosi¨®n en s¨®lo uno de ellos la que lapid¨® las opciones locales; eso en el apartado del deporte en positivo. En lo tendente a lo negativo los ¨¢rbitros dejaron la puerta abierta a la cr¨ªtica con la nula se?alizaci¨®n a Hart, que golpe¨® levemente a Hardaway cuando ¨¦ste se levantaba para, en la esquina izquierda, ganar el duelo. Sin posibilidad de revisi¨®n al no pitarse nada. J.B. Bickerstaff, duro en la rueda de prensa posterior con semejante error, tampoco ten¨ªa la posibilidad al haberlas consumido antes. Un dislate que dej¨® el marcador parcial en 93-94 y el global en 1-3, los dos favorables a unos Knicks a los que ¨²nicamente les falta rematar (a ser posible, en el Madison).

Los Pistons batallaron con las armas con las que cuentan. Un tercer cuarto esperanzador les lanz¨® hacia una victoria de la que se les priv¨® con una decisi¨®n que traer¨¢ cola. La ciudad del motor volvi¨® a apretar, como en el tercer choque de esta bella ronda de la Conferencia Este. Un cierre que fue un espect¨¢culo para los sentidos y que queda marcado sin remedio.

Towns hab¨ªa hecho dos genialidades con cuatro abajo a minuto y medio del final: amago para apurar la l¨ªnea de fondo y desde ah¨ª, sin ¨¢ngulo, sortear el tablero y meter el tiro corto; despu¨¦s, con una finta a ocho metros del aro y un paso atr¨¢s letal, se atrevi¨® con el triple al sentir el fuego en su cuerpo y clav¨® limpio en el aro tal intento. Lo que vino despu¨¦s fue una falta, que se pod¨ªa al no existir bono para Detroit, y una acci¨®n que Cunningham debi¨® cerrar anotando con espacio a cuatro en posici¨®n central, rebote ofensivo y bal¨®n para que Hardaway viera a Hart saltar, tirara y tuviera doble opci¨®n, encestar o recibir su falta, pero los ¨¢rbitros dejaron seguir hasta que la bocina acab¨® con la pelea.

Los Knicks hab¨ªan aplicado el nivel f¨ªsico que los colegiados les mostraron en el encuentro anterior, ni m¨¢s ni menos, los de Michigan se agarraron a ese list¨®n y no lo soltaron. Lo cierto es que, cuando m¨¢s importaba, les bajaron de ah¨ª. Con esa pena, esa espina, se marcha la serie a Nueva York para una quinta balacera que se antoja imprescindible en los almanaques.

Towns ya avis¨® en el cuarto inaugural, el cual cerr¨® con un tiro exterior. La ventaja superaba la decena. Brunson sal¨ª por la derecha y clavaba otro triple que pon¨ªa catorce de distancia. Iban en control. Los Knicks no parec¨ªan tener grietas hasta que Tobias Harris se las encontr¨® antes del descanso: doble 2+1 y cinco puntos de otros compa?eros hac¨ªan reaccionar al Little Caesars Arena, que ve¨ªa que hab¨ªa opciones. Y tanto. De salida desde vestuarios, 12-2; en el c¨®mputo total del tercer cuarto doblaron a los Knicks, 28-14. En nueve minutos y medio hasta que se inici¨® el ¨²ltimo periodo a los de La Gran Manzana les salvaron los triples, cuatro, lo ¨²nico que embocaron. Hab¨ªan perdido el norte. Contactos severos que los ¨¢rbitros permit¨ªan (qui¨¦n se lo iba a decir al final), Detroit sinti¨¦ndose en la m¨¢s absoluta gloria. Un par de aciertos de Beasley colocaron siete arriba a los locales. Incluso diez con el partido m¨¢s avanzado. El que despert¨® el instinto asesino de los neoyorquinos fue Mikal Bridges, el hombre al que se critic¨® el cambio de mec¨¢nica en verano, con dos triples de especialista puro. Brunson asumi¨® las posesiones sucesivas. Se hab¨ªa alcanzado la igualdad. Cade fallaba. Brunson replicaba. Cade volv¨ªa a hacerlo. Y era muy tarde salvo por el peque?o detalle de que el ¨²ltimo bal¨®n, con un punto de distancia entre franquicias, fue a parar a Tim Hardaway, autor de 14 tantos, que ejecut¨® su tiro contando con que Josh Hart se lanzaba hacia ¨¦l sin medida, la que s¨ª tuvieron los colegiados al decidir el resultado y pedir perd¨®n posteriormente. Eso empa?¨® lo dem¨¢s.

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