Clark, Reese y el nuevo paradigma
Llega la revoluci¨®n en el baloncesto femenino, que puede afrontar un salto decisivo a la vista de las audiencias de la Final Four universitaria.
En la tormenta medi¨¢tica perfecta, el baloncesto universitario femenino vive un punto de inflexi¨®n, uno de esos cruces de caminos de los que puede salir un verdadero cambio de paradigma. Especialmente si la WNBA es capaz (ideas, medios, recursos) de navegar esa ola, subirse a ella. La Final Four del torneo femenino de la NCAA, en un American Airlines Center de Dallas lleno hasta rebosar, fue una explosi¨®n viral, un trance que comenz¨® con los casi seis millones de audiencia media de la semifinal entre South Carolina (llegaba como campe¨®n en defensa del t¨ªtulo y como invicto en busca de la temporada perfecta) y Iowa, el equipo de Caitlin Clark, la jugadora que es literalmente capaz de todo y a la que sigue ya una estela de reconocimiento masivo. Gan¨® Iowa, que despu¨¦s perdi¨® la final con LSU. Ese partido por el t¨ªtulo lo vieron una media de casi 10 millones de estadounidenses con picos de m¨¢s de 12. En cuanto a streaming (por ESPN+) fue el partido m¨¢s seguido de la historia del baloncesto universitario, masculino o femenino.
Es, desde luego, el partido de College en categor¨ªa femenina m¨¢s visto de la historia. Y es un dato de audiencia que da acceso al rango de los grandes eventos deportivos del a?o en EE UU. Est¨¢ por encima de la cifra m¨¢s alta de toda la historia de la MLS, de cualquier Stanley Cup desde 1973 y de grandes tardes de football universitario de este 2023 como la Orange Bowl y la Sugar Bowl. Tambi¨¦n es un dato m¨¢s alto que las medias de las Finales de la NBA en 2021 o la MLB en 2020, o que el cierre de la muy exitosa serie The Last Of Us. Y es, tambi¨¦n, el doble del a?o pasado, cuando una media de 4,84 millones de personas vio a South Carolina imponerse a UConn. Disney, que tiene los derechos, sab¨ªa que hab¨ªa algo ah¨ª, as¨ª que el partido no se emiti¨® en ESPN, como un a?o antes, sino en la m¨¢s masiva ABC. Esos derechos del College femenino, por cierto, se vender¨¢n ahora de forma independiente, otro paso muy importante para un torneo al que todav¨ªa hace dos a?os no se le permit¨ªa tener el rango de Madness y que se vend¨ªa a ESPN en un paquete con docenas de competiciones universitarias femeninas m¨¢s. El lote completo solo costaba 34 millones de d¨®lares, pero eso va a cambiar cuando termine el actual v¨ªnculo despu¨¦s del pr¨®ximo torneo, el de 2024. Ya en 2021 una consultora realiz¨® un estudio que pon¨ªa solo los derechos del baloncesto universitario femenino en un rango que pod¨ªa llegar hasta los 112 millones al a?o. Y eso antes de esta edici¨®n¡
Hacia el trascendental draft de 2024
Porque la de 2023 (solo la segunda en la que el cuadro femenino ha podido situarse bajo el ultra reconocible paraguas de la denominaci¨®n March Madness) tambi¨¦n ha batido el r¨¦cord de p¨²blico total en las gradas de los pabellones en los que se ha disputado: 357.542 personas por las 334.587 de 2003, la mejor marca hasta ahora. El partido m¨¢s visto hasta el domingo era, con 8,1 millones, una semifinal de 1992 entre Virginia y Stanford. La emiti¨® CBS. Esta ha sido tambi¨¦n la primera final desde 1995 que ha dejado el formato cable y ha podido ser vista por un p¨²blico mucho m¨¢s amplio. Aquella de hace casi tres d¨¦cadas lleg¨® (tambi¨¦n en CBS) a una audiencia media de 7,44 millones. Fue un inolvidable UConn-Tennessee, el nacimiento de una tremenda rivalidad en el baloncesto femenino.
El rastro de Caitlin Clark en estos r¨¦cords es claro: en la final, en semifinales¡ y hasta su partido del Elite Eight (contra Louisville) fue el m¨¢s visto de siempre en esa ronda: 2,5 millones de personas. La magn¨¦tica guard, que naci¨® en Iowa y juega para las Hawkeyes de su estado natal, bati¨® los r¨¦cords de puntos, asistencias y triples en el torneo femenino. En la final acab¨® con 30 puntos, 8 asistencias y 8 triples despu¨¦s de sus 41 puntos con 6 rebotes y 8 asistencias en semifinales y 41+10+12 en cuartos (el Elite Eight).
En la temporada ha firmado m¨¢s de 27 puntos y 8 asistencias de media y es la punta de lanza de una revoluci¨®n. Le queda otro a?o en College, porque cumpli¨® 21 el 22 de enero, y seg¨²n la normativa no se puede ir al draft de la WNBA sin llegar a 22 en el a?o natural de esa selecci¨®n. All¨ª, en la Liga profesional, ya est¨¢ Sabrina Ionescu (25 a?os). La pr¨®xima que aterrizar¨¢ desde el n¨²mero 1 es Aliyah Boston, la tremenda p¨ªvot de South Carolina. Y en 2024 llegar¨¢ la gran generaci¨®n, un lote de jugadoras ultra medi¨¢ticas y de un talento especial que pueden cambiar para siempre todo el baloncesto (y el deporte) femenino en EE UU: a la cabeza Clark y su gran rival en la final del domingo, la l¨ªder de LSU Angel Reese. Y tambi¨¦n Paige Bueckers, Hailey Van Lith, Olivia Cochran¡
Otra cosa es que, en caso del baloncesto femenino, para las jugadoras sea ahora m¨¢s provechoso seguir un a?o m¨¢s en la universidad, algo que resultar¨ªa desastroso entre los hombres por los salarios y las condiciones laborales de la NBA. En la WNBA de la temporada pasada, el sueldo base de las jugadoras elegidas en los cuatro primeros puestos del draft fue de 72.141 d¨®lares en el primer a?o. De ah¨ª pasan a 73.584 y 80.943 los dos siguientes y una team option de algo m¨¢s de casi 92.000 para la temporada de 2025. El salario m¨¢ximo parte de una base de 202.154 d¨®lares, y el m¨ªnimo est¨¢ en 74.000. Existe, como en la NBA, un s¨²per m¨¢ximo para las que califiquen. Parte de 234.936 d¨®lares. Finalemnte algunas jugadoras, el selecto grupo de las mejores, rondan el medio mill¨®n total sumados otros pluses e incentivos.
Contra eso, aparece los derechos NIL (Name, Imagen, Likeness), la revolucionaria concesi¨®n que por fin acept¨® la NCAA (una instituci¨®n archimillonaria) para sus deportistas (totalmente amateurs, ejem) que ahora pueden cobrar por lo que generan sus derechos de imagen, al menos. En el caso de las jugadoras de baloncesto femenino m¨¢s famosas, eso va m¨¢s all¨¢ de lo que ofrece, todav¨ªa, la WNBA. Reese, apodada Bayou Barbie (la Barbie de los pantanos de Luisiana), va al frente del baloncesto universitario, masculino incluido, y tiene hasta 17 acuerdos NIL, la quinta cifra total en College (por delante, tres jugadores de football y una de softball). Antes de esta explosi¨®n medi¨¢tica generalista de la Final Four 2023, Reese (que tambi¨¦n volver¨¢ a LSU la pr¨®xima temporada) se estaba llevando 392.000 d¨®lares al a?o de esos acuerdos con Bose, JanSport, Outback Steakhouse, Xfinity¡ Clark, por su parte, alcanza los 192.000 d¨®lares al a?os (al menos hasta ahora) por esos contratos NIL. Generan mucho, much¨ªsimo m¨¢s, claro.
El l¨ªo que ha seguido a la gran final
A toda esta corriente el¨¦ctrica medi¨¢tica solo le faltaba pol¨¦mica. Y la hubo, seguramente porque (ay) siempre la hay con todo lo que acaba resultando masivo, lo que llega al gran p¨²blico. Cuando estaba claro en la pista que LSU iba a acabar con el sue?o de Clark y sus Hawkeyes, Reese le hizo en la cara el gesto de ense?arle un anillo (de campeona) y tambi¨¦n el de mover la mano a lo ¡°you can¡¯t see me¡± del luchador John Cena. Para algunos, una falta de tacto, deportividad¡ y cosas peores. Para la mayor¨ªa, cosas del trash talking y de la competici¨®n, algo que no deber¨ªa tener la importancia que se le ha dado.
Y un tema sobre el que ha sobrevolado un debate que en EE UU es obvio: por un lado, el machismo y el paternalismo que siguen haciendo que, en 2023, se juzgue como m¨¢s dram¨¢ticos o fuera de lugar este tipo de gestos si los hace una mujer. Por otro, el racismo: Clark es la nueva gran esperanza blanca, Reese es una jugadora negra nacida en un barrio pobre de Baltimore. Iowa, donde juega Clark, solo tiene un 4% de poblaci¨®n afroamericana. Ese dato se va al 59% en Nueva Orleans, la ciudad estandarte de Luisiana. La capital y sede de LSU, Baton Rouge, tiene casi un 54% de negros y un 38% de blancos. ¡°Soy demasiado barrio, demasiado gueto. Me lo llevan diciendo todo el a?o. Cuando otros hacen las cosas que hago yo, no pasa nada. As¨ª que esto va para las chicas que son como yo¡±, dijo Reese despu¨¦s de la victoria de su universidad.
La cosa (como siempre en las redes sociales, por otro lado) alcanz¨® unos niveles realmente desagradables que, por otro lado (y aunque sea un raro consuelo) demostraron que todo el pa¨ªs hab¨ªa tenido la vista puesta en la Final Four 2023. La propia Caitlin Clark, en todo caso, sali¨® en defensa de Reese y quit¨® cualquier trascendencia a unos gestos que, adem¨¢s, tambi¨¦n ella hab¨ªa hecho a rivales en partidos anteriores del torneo: ¡°No creo que Angel se merezca las cr¨ªticas, dijo en SportsCenter de ESPN, ¡°yo compito al m¨¢ximo, ella compite al m¨¢ximo. Todo el mundo sabe que ha habido trash talking todo el torneo, no solo entre ella y yo en la final. Somos muy competitivas, mostramos nuestras emociones a nuestra manera. Angel es una jugadora incre¨ªble, tremenda. Lo ¨²nico que siento por ella es un grand¨ªsimo respeto. Me encanta: los puntos, los rebotes¡ es totalmente incre¨ªble. Soy muy fan de ella y de todo el equipo de LSU. Jugaron un partido incre¨ªble en la final¡±.
Ah¨ª deber¨ªa acabar el asunto, si bien, claro, a partir de aqu¨ª la NCAA sabe que tiene una rivalidad que ser¨¢ tremendamente provechosa de cara a la pr¨®xima temporada (en el mejor sentido). Tambi¨¦n recibi¨® cr¨ªticas, hasta ah¨ª ha llegado este tema, Jill Biden. La primera dama de Estados Unidos plante¨® que las jugadoras de Iowa acompa?aran a las de LSU en la tradicional visita que los campeones de las diferentes competiciones suelen hacer a la Casa Blanca.
Muchos, sobre este punto, han dejado claro que la intenci¨®n puede ser buena pero que no es algo que se har¨ªa con equipos de categor¨ªa masculina. Y otros han entrado de nuevo en el sesgo racial de qui¨¦n gan¨® y qui¨¦n perdi¨®. Una Clark tambi¨¦n estupenda delante de los micr¨®fonos ha sido, otra vez, la que ha zanjado definitivamente tambi¨¦n este asunto: ¡°Ese momento es para LSU. Es para ellas. Tiene que disfrutar casa instante de su condici¨®n de campeonas. Las finalistas no van a la Casa Blanca, eso queda para LSU. Y mi felicitaci¨®n es para ellas, lo merecen. Quiz¨¢ yo vaya en su momento¡ y de otra manera¡±.