FINALES NBA | CELTICS 2-WARRIORS 2
En el nombre de Stephen Curry
Un partido memorable del base (43 puntos y 7 triples) salva a los Warriors, que recuperan el factor cancha y evitan el 1-3. Los Celtics se hunden en el tramo final.
Liturgia de noche grande en un escenario gigantesco, ese Garden sobre el que se proyectan las banderas de 17 t¨ªtulos como si fueran las siluetas de Bill Russell y Larry Bird, los destructores de mundos. Una Final sin escondites ante el quir¨²rgico cuarto partido: resurrecci¨®n de los Warriors o 1-3 para los Celtics. O la dinast¨ªa 2.0, el dorado de la Bah¨ªa, o el aliento encima del anillo 18, el verde del viejo Garden, la bruma de la historia en el n¨²mero 100 de Legends Way. Los Celtics ten¨ªan el f¨ªsico, la inercia, el ¨¢nimo, la grada. Los Warriors¡ a Stephen Curry. Y un r¨¦cord que era la ¨²ltima p¨¢gina de su santoral, el hilo que quedaba de esperanza, y que crece despu¨¦s de este 97-107: son ya 27 eliminatorias de playoffs seguidas ganando al menos un partido a domicilio. Pocos como este, pocos con tal nivel de dificultad, drama y esfuerzo. Una victoria improbable, literalmente imposible sin un jugador generacional, ¨²nico. Una fantas¨ªa de los dioses del baloncesto: Wardell Stephen Curry.
En un duelo con profundo pedigr¨ª de Finales, con una atm¨®sfera gruesa, trascendental, una temperatura extrema y una llamada constante a la supervivencia, por los medios que fueran necesarios, emergi¨® el Stephen Curry imposible de explicar. El devorador de almas, el conquistador con esencia de poeta. Solo ¨¦l, su voluntad y su talento, explica que los Warriors sobrevivieran a una noche de cuchillos largos, una en la que durante 48 minutos rondaron la ¨¦pica y el desastre a partes iguales: muy cerca o muy lejos seg¨²n cu¨¢ndo miraras o en qu¨¦ te fijaras. A veces sin m¨¢s explicaci¨®n. Solo una, Curry: 43 puntos, en 41 minutos, 14/26 en tiros, 7/14 en triples, 8/9 en tiros libres, 10 rebotes, 4 asistencias. Catorce puntos en un tercer cuarto en el que su equipo pudo deshilacharse del todo, en el que la ayuda no parec¨ªa llegar nunca. Y diez en los ¨²ltimos cinco minutos, cuando los Celtics gastaron una bala de plata de la que veremos si se acuerdan o no: 5-17 desde un 94-90 con las hogueras encendidas en Boston.
Unos n¨²meros para la historia de las Finales
Ah¨ª, en esos cinco minutos en los que se comprim¨ªa la temporada y un anhelo de catorce a?os persiguiendo el anillo n¨²mero 18, los Celtics zozobraron. Fallaron todo menos un triple de Al Horford, jugaron con prisa pero sin ritmo, se pusieron en manos de un Marcus Smart al que muchas veces le sobra ¨ªmpetu en su constante voluntad de opositar a h¨¦roe. Ah¨ª, en ese trance ag¨®nico, volvieron los viejos Warriors. Los ajustes de Steve Kerr, alg¨²n tiro de Klay Thompson, una defensa salvaje y el tim¨®n de Stephen Curry, el jugador supremo. La victoria le pertenece a ¨¦l, a lo que produce y a lo que representa. Solo durante muchos minutos, en un esfuerzo que a veces parec¨ªa no tener sentido, condenado al fracaso. Ah¨ª, rodeado por una jaur¨ªa y coci¨¦ndose en las calderas del Garden, donde se han escrito varios tomos de la historia de la NBA, sobrevivi¨® un jugador especial, grandioso, hist¨®rico. Divino. En las Finales, por ahora, 137 puntos en 148 minutos. 34,3 de media con un 50% en tiros de campo, un 49% en triples, un 86% en tiros libres, 6,3 rebotes, 3,8 asistencias y 2 robos. Contra una defensa de primer¨ªsima categor¨ªa y sin m¨¢s generadores de juego en su bando.
Perseguido por esa sombra del 1-3 que le daba mordiscos en los tobillos, y a pesar de que durante m¨¢s de tres cuartos parec¨ªa que los Celtics acabar¨ªan cayendo de pie de una forma u otra, Curry firm¨® una obra maestra, una Mona Lisa que no olvidaremos nunca. No digamos si los Warriors acaban ganando este t¨ªtulo. El quinto partido se juega el lunes, de nuevo en la Bah¨ªa, otra vez con ventaja de campo para los Warriors y en un duelo que se carga de ¨¦pica entre dos rivales tozudos: 6-0 los Warriors y 7-0 los Celtics tras derrota en estos playoffs. O alguien salta esa zanja o nos iremos al s¨¦ptimo. Los Warriors estuvieron contra las cuerdas, literalmente. Pero ganaron: supervivencia y convicci¨®n, un partido emocionante en el que fue trascendental la energ¨ªa de Kevon Looney (6 puntos, 11 rebotes) y sobre todo Andrew Wiggins (17+16). En el ¨²ltimo cuarto hubo seis rebotes de ataque de unos Warriors desesperados, col¨¦ricos, por seis totales de los Celtics, confundidos.
Jayson Tatum, de m¨¢s a menos en los Celtics
Un arbitraje muy casero toda la noche acab¨® con un challenge no concedido de forma seguramente injusta a los locales (con 97-102). Un partido nefasto de Draymond Green, otra vez, dej¨® en la acci¨®n anterior un rebote de ataque y una asistencia cruciales del ala-p¨ªvot, que hab¨ªa visto desde el banquillo la reacci¨®n final de su equipo. Las idas y venidas de Jordan Poole acabaron sumaron m¨¢s de lo que restaron esta vez (14 puntos y ox¨ªgeno para el ataque) y Klay Thompson tard¨® en llegar pero estuvo (18 puntos, 4 triples). Lejos de su versi¨®n superlativa, la que robaron las lesiones, pero con un coraz¨®n enorme cuando el partido parec¨ªa escurrirse entre los dedos de su equipo. Coraz¨®n, fe, talento. El catecismo de la Bah¨ªa.
Los Warriors ajustaron su defensa para conceder menos penetraciones y los Celtics se obsesionaron con buscar la desigualdad en los emparejamientos individuales a costa de sacrificar otras formas de anotar. El equilibrio en el rebote y, otra vez, las p¨¦rdidas de su rival, mantuvieron siempre a flote a los Warriors, que nunca acumularon desventajas de m¨¢s de siete puntos (11-4, 49-42, 63-56). La punter¨ªa en el triple fue cambiando de bando, moviendo rachas en los dos sentidos como una ruleta caprichosa, y el partido acab¨® resuelto en el nivel m¨¢s b¨¢sico: la clarividencia de Curry, la ofuscaci¨®n final de Jaylen Brown (21 puntos en 19 tiros) y Tatum, 23 con un 8/23. Entre los dos, solo 16 puntos en una segunda parte en la que Tatum firm¨® un 2/9, empe?ado en buscar faltas y acercarse al aro a empujones. Tambi¨¦n entre los dos, un s¨ªntoma constante para ubicar el nivel de los Celtics, 8 asistencias por 8 p¨¦rdidas.
Derrick White (16 puntos) estuvo a punto de ser, otra vez, factor X en un partido de poco peso para Al Horford y en el que Robert Williams fue desapareciendo, de mucho a poco por las combinaciones de quintetos peque?os, el empuje de Looney en las zonas y, suponemos, sus problemas de rodilla.
Los Celtics no hicieron un partido brillante, no estuvieron a su mejor nivel. Pero se sumaron al baile maldito, un juego peligroso que los dej¨® en el and¨¦n de la estaci¨®n hacia el decimoctavo: ese 94-90 a cinco minutos del final repicar¨¢ durante todo el fin de semana en el pecho de un equipo tremendo, que se ha especializado en ganar fuera de casa y en responder tras este tipo de derrotas, las que partir¨ªan el coraz¨®n a casi todos los dem¨¢s. De Milwaukee a Miami y de ah¨ª, otra vez, a San Francisco. De nuevo sin colch¨®n, en la jungla solo con un cuchillo y comida para un pu?ado de horas. En realidad, donde m¨¢s c¨®modo se siente este grupo que es pura resiliencia y que tiene que volver a ganar, no queda otra, en el cubil de Stephen Curry. Un hombre del renacimiento con botas de combate, un segador que baila mientras afila la guada?a. El cuarto partido resucit¨® a los Warriors y coloc¨® las Finales ante su punto culminante: el lunes, a las 03:00, alguien se ganar¨¢ el el derecho a viajar a Boston con punto de partido: 3-2 o 2-3, un pedazo de historia en juego. Que nadie pesta?ee.