WARRIORS 89 - 93 CAVALIERS (3-4)
LeBron cumple su promesa a Ohio: Cleveland Cavaliers, campeones de la NBA 2015-16
Tras un partido que tuvo de todo y que lleg¨® al ¨²ltimo minuto con empate a 89, un triple de Kyrie Irving dio la victoria y el anillo a los Cavs de su historia.
Los Cavaliers de LeBron James ganan la NBA
El Oracle parec¨ªa un silencioso campo de batalla que se fund¨ªa al negro entre gritos ahogados de un visitante heroico y un reguero de cad¨¢veres sobre el que se alzaba, como un guerrero de otros tiempos, LeBron James. Herido, agotado y roto por una mezcla inimaginable de emociones mientras su sombra se alargaba sobre la cancha y se transformaba en el mapa de Ohio, o tal vez en el skyline de esa Cleveland a la que regres¨® para darle fe, devolverle el orgullo¡ y ganar un campeonato de la NBA. Despu¨¦s, entre el mar de l¨¢grimas que era el vestuario de un campe¨®n improbable y por eso maravilloso, en los ojos de LeBron empezaba a formarse la conciencia de lo logrado, la certeza de una de las mayores haza?as de la historia del deporte. Ha logrado lo imposible y lo ha hecho en un partido que marcar¨¢ a toda una generaci¨®n de aficionados. Un drama, una batalla en la que cada palmo de terreno conquistado cost¨® litros de sudor, un ballet brutal. Nadie hab¨ªa remontado un 3-1 en una Final y desde 1978 nadie hab¨ªa ganado el anillo en un s¨¦ptimo partido a domicilio. Al cielo de la Bah¨ªa se van las cuentas sobre sus Finales perdidas y los debates sobre su legado: el legado de LeBron James es esto. Lo imposible, lo inimaginable: el baloncesto. Estos son sus promedios en las dos ¨²ltimas Finales, en la derrota y en la victoria:
- 2015: 35,8 puntos, 13,3 rebotes, 8,8 asistencias, 1,3 robos y 0,5 tapones.
- 2016: 29,7, 11,2, 8,8, 2,5 y 2,2.
Nunca un jugador hab¨ªa liderado en una serie de playoffs completa, no digamos una Final, en las cinco categor¨ªas estad¨ªsticas. LeBron gan¨® su tercer MVP de Finales pero m¨¢s all¨¢ de eso, fuera de todo el significado que podemos comprender con solo un vistazo, est¨¢ Cleveland. Su Cleveland. Durante a?os el error junto al lago (¡°The Mistake By The Lake¡±), un saco de golpes que solo encontraba decepciones y chistes recurrentes en sus equipos profesionales: 52 a?os sin un t¨ªtulo, ninguno de los Cavaliers. Hasta ahora. Hasta el final feliz y la moraleja. Hasta una haza?a que recordaremos siempre: d¨®nde y c¨®mo la vimos, qu¨¦ sentimos, qu¨¦ acabamos pensando. De este jugador que ha trascendido en m¨¢s de lo que nunca hab¨ªa sido. De este deporte que cuenta historias propias, que no conoce ning¨²n otro. Y de esta competici¨®n que dif¨ªcilmente puede llegar a m¨¢s. Sobre todo eso, como un guerrero de otros tiempos: LeBron James, convertido en se?or oscuro de la NBA justo cuando pens¨¢bamos que su tiempo comenzaba a extinguirse.
A falta de un minuto para el final, el ¨²ltimo minuto del ¨²ltimo partido de la temporada, el marcador era 89-89¡ y el total de la Final 699-699. Nadie hab¨ªa anotado en m¨¢s de tres minutos y medio y cada posesi¨®n (se fallaron doce seguidas entre los dos equipos) era un galimat¨ªas que ped¨ªa a gritos h¨¦roes que les dieran forma, que dibujaran un Picasso entre las alambradas. Curry y LeBron intercambiaron fallos hasta que Kyrie Irving, un genio bohemio que se ha descubierto a s¨ª mismo en plenitud en esta eliminatoria, anot¨® un triple ya hist¨®rico a falta de 53 segundos¡ y delante de Stephen Curry, que volvi¨® a fallar despu¨¦s y dej¨® el partido pendiente de un tiro libre final de LeBron. Los Warriors murieron donde siempre han matado, deshechos en un final que depend¨ªa de un tiro, de una genialidad o de un golpe de decisi¨®n. Es un final tr¨¢gico, horrendo, para el a?o del 73-9, el de las 88 victorias, el de los r¨¦cords de triples¡ y de casi todo lo dem¨¢s.
Los Warriors se pasaron los ¨²ltimos 4 minutos y medio sin anotar, sin saber si aplicarse con su circulaci¨®n o ponerse en manos de los Splash Brothers. Nada funcion¨®: Curry se qued¨® en 17 puntos y 4/14 en triples. Klay Thompson en 14 y 2/10. Entre los dos, 6/24 y ni uno solo cuando toda la temporada depend¨ªa de ello. Sin Bogut, con Iguodala renqueante y haciendo todo lo humanamente posible y con demasiados jugadores fuera de foco, estos Warriors ro¨ªdos hasta el hueso fallaron todo cuando solo necesitaban meter un tiro o dos m¨¢s. Solo eso para amarrar la mejor temporada de la historia. As¨ª es el deporte, un juego de espejos del que tambi¨¦n sale un terrible reflejo para Draymond Green: 32 puntos, 15 rebotes, 9 asistencias, 6/8 en triples y un partidazo enorme (aunque de m¨¢s a menos) que durante todo el verano no har¨¢ m¨¢s devolverle a su sanci¨®n del quinto partido. Cuando la Final, qui¨¦n se acuerda ahora, parec¨ªa abocada al 4-1. Desde ah¨ª, una pesadilla para su equipo y una lecci¨®n para el extraordinario ala-p¨ªvot. Una de sombra ominosa y alargada.
Los Cavs, de lado a lado del cuadril¨¢tero (87-83 a falta de 5:37, los Warriors solo anotaron una canasta m¨¢s) ganaron por pura resistencia y un emocionante ejercicio de supervivencia. Eso han sido, y el t¨¦rmino es cualquier cosa menos peyorativo, desde el sepulcro del 3-1. Steve Kerr nunca hab¨ªa perdido tres partidos seguidos como entrenador y sus Warriors cierran los playoffs con las mismas derrotas y una m¨¢s en casa (9 y 3) que en toda la Regular Season (9 y 2). Otra iron¨ªa amarga sobre la que se alza un campe¨®n improbable, al que durante todo el a?o imaginamos peor que sus iguales del Oeste. A punto de firmar el desarme, los Cavaliers optaron por seguir hasta donde llegaran las fuerzas, la versi¨®n m¨¢s extrema de ese grito que ha propiciado tantas proezas en la historia del deporte: es tan condenadamente dif¨ªcil que precisamente por eso podemos hacerlo. Reunieron toda la energ¨ªa de la que dispon¨ªan, f¨ªsica y mental, y se parapetaron sobre unos sistemas brillantemente simplificados por Tyronn Lue, otro enorme triunfador en estos playoffs. Bal¨®n en las manos de LeBron, y si no en las de Irving. Y si no a rebotear, y si no a defender¡ y siempre, volver a empezar. Hasta donde lleguen las fuerzas.
LeBron no estuvo a la altura de los dos partidos anteriores pero ¨¦ste era m¨¢s de percusi¨®n y emboscadas que de n¨²meros en cascada. Termin¨® con 27 puntos, 11 rebotes y 11 asistencias. Fall¨® muchos tiros y perdi¨® 5 balones pero puso tres tapones que, ahora mismo lo parece, contaron m¨¢s que un buen pu?ado de canastas de otros. El ¨²ltimo inhumano, recuperando en un contraataque de Iguodala que, con el p¨²blico en pie, iba a reventar el nudo que se estaban haciendo los Warriors. En ese tap¨®n imposible estuvo medio partido, la Final, el mensaje: LeBron, este LeBron, es un jugador imposible. Mucho m¨¢s que un MVP, mucho m¨¢s que un campe¨®n¡ o sencillamente solo eso: un campe¨®n.
Los Cavaliers fueron mejores en el final que les conven¨ªa, un cruce de acciones individuales casi sin fuerzas y casi todas sin tino. Pero, en su plan simplificado de supervivencia, ten¨ªan m¨¢s claro c¨®mo rascar los ¨²ltimos puntos de la Final, los definitivos. Los Warriors se olvidaron de ser los Warriors y se abandonaron a una serie de tiros imprudentes, lo que en realidad tambi¨¦n es ser los Warriors. Pagaron de repente todos sus pecados de la ¨²ltima semana, toda su flaqueza cuando solo quedaba dar un paso despu¨¦s de una temporada devorando kil¨®metros a la carrera. Ante eso, y cuando se buscaban h¨¦roes, claudicaron ante un Kyrie Irving que anot¨® 17 de sus 26 puntos en la segunda parte y que hizo exactamente lo que ten¨ªa que hacer: dar sostenibilidad a los minutos de atasco de LeBron. Detr¨¢s de ellos Tristan Thompson, JR Smith y hasta Kevin Love hicieron lo poquito que hac¨ªa falta para que los Cavs cayeran por su propio peso en la l¨ªnea de meta, agotados pero un palmo por delante de un rival sin su profundidad y su universo de soluciones, que se desangr¨® cada vez que un p¨ªvot (Ezeli, Varejao) pas¨® por la pista. Como un mago al que de repente le abandona la magia, los Warriors se quedaron petrificados, incapaces de aplicar todo lo bueno que les hab¨ªa llevado por delante al descanso (49-42) y sin fuerzas para sacar tajada de su ¨²ltimo golpe s¨ªsmico, con el remontaron un peligroso 61-68.
No hubo rachas de Curry y Thompson que dinamitaran el partido, ni un par de triples salvadores surgidos de cualquier parte, ni circulaciones supers¨®nicas para anotar debajo de la canasta. En el ¨²ltimo cuarto no hubo nada: angustia, una presi¨®n irrespirable, una tristeza sobrevenida antes de tiempo. La certeza de que estaban en el escenario que conven¨ªa a un rival sin nada que perder y capaz de saltar de milagro en milagro. Hasta el tap¨®n de LeBron a Igudoala y el triple de Irving sobre Curry. Las dos jugadas que quedar¨¢n para siempre tras una Final esplendorosa, ¨¦pica, agotadora¡ extraordinaria. Una que escond¨ªa un guion en el que nadie cre¨ªa, seguramente y hace no tanto ni los propios Cavaliers. Nadie salvo LeBron. Rey de Akron, de Cleveland, de Ohio y, ahora mismo, de toda la NBA. Otra vez.