Paul y Griffin conquistan la Bah¨ªa

Poco m¨¢s de 550 kil¨®metros separa Los Angeles de la populosa Bay Area, la Bah¨ªa de San Francisco que bulle entre la idiosincrasia del Pac¨ªfico y la riqueza colorida de su melting pot racial y cultural. Distintas idiosincrasias, L.A. y el ¨¢rea de San Francisco, pero muchos y muy soleados lugares comunes, al noreste de ambas la esquinada capital, Sacramento. Los benignos ba?os de sol de Oakland se transforman en fundici¨®n de altos hornos en el retumbante Oracle Arena cuando llegan los playoffs y los Warriors sacan las pinturas de guerra. Uno de los cubiles m¨¢s ruidosos de la liga y un lugar donde hemos visto milagros que siguen congelados en alg¨²n rinc¨®n de nuestras retinas. All¨ª, al ritmo del nellie ball inventando por Don Nelson y llevado a su quintaesencia por Baron Davis, rindieron armas en 2007 unos Mavericks que ven¨ªan de ser finalistas en 2006 y de ganar 67 partidos en Regular Season. El a?o pasado les toc¨® a Nuggets probar el sabor de lo imposible que esta vez sintieron en el cogote unos Clippers que escaparon a tiempo.

El partido deja un mill¨®n de historias y noticias buenas y malas para todos. Para los Clippers, la recuperaci¨®n del factor cancha, la constataci¨®n de que en tramos completos de partido son m¨¢s que los Warriors y la certeza de una de esas victorias que tienen que cimentar lo ¨²nico que a¨²n no tiene este equipo: la mentalidad ganadora que casi nunca impregn¨® su camiseta. Y un dato que da alas: en series que marchan 1-1, el ganador del instrumental tercer partido avanza ronda en casi el 77% de los casos. Para los Warriors, que a?oran terriblemente a Bogut, queda el orgullo, el regreso a la competici¨®n tras la anterior barrida (138-98) y la certeza de que pudieron ganar un partido que no debieron ganar. En el que firmaron un 6/31 en triples, perdieron 17 balones y concedieron un 50-68 superado el ecuador del tercer cuarto y un 86-94 a falta de menos de tres minutos. Saben que no pueden frenar a un Griffin que bail¨® (32 puntos) sobre la tumba de David Lee y al que s¨®lo han minimizado las faltas, en el primer partido, ni evitar sin Bogut el reinado de terror de DeAndre Jordan (22 rebotes y 5 tapones, 45 y 15 en los tres encuentros). Y saben que seguramente dos de los tres mejores jugadores de la serie llevan la camiseta rival: Chris Paul y Griffin. Pero tambi¨¦n que haciendo un mill¨®n de cosas mal tuvieron el tiro para ganar el partido, con 96-98 y casi 8 segundos de tiempo. La ¨²ltima jugada les da adem¨¢s motivos para sentirse agraviados, gasolina sobre el fuego de una serie a la que si algo le sobra, es carburante.

En esa ¨²ltima jugada, Curry intent¨® uno de esos triples en fade away que ¨¦l normalmente mete como quien silba y Chris Paul colabor¨® para convertirlo en un air ball con una defensa bestial pero con un pie en cada lado de la frontera de lo legal. Roz¨® el codo de Curry con el brazo, cuerpe¨® al l¨ªmite e invadi¨® la zona de aterrizaje del rival. Una acci¨®n que quiz¨¢ en otro momento del partido ser¨ªa se?alada sin duda. O casi. De la que Curry dijo que era falta ¡°al menos al 50%¡± y que Mark Jackson aprovech¨® para abrir la veda del cuarto partido con la sutileza del predicador: ¡°No espero una disculpa de la liga ma?ana¡­¡±. Esa jugada pudo propiciar un vuelco incre¨ªble, motivo para la esperanza de los Warriors y para que se escamen los Clippers. Viendo el partido tuvieron que ganar antes y tuvieron que ganar mejor.

El plan de Doc Rivers funcion¨® durante m¨¢s de tres cuartos hasta un despegue supers¨®nico tras el descanso: de 43-46 a 47-65 en diez minutos, con seis p¨¦rdidas de bal¨®n locales y diez puntos seguidos de un Griffin al que en su versi¨®n actual, de jugador integral, no puede para Jermaine O¡¯Neal fuera de la zona y no puede parar David Lee en ning¨²n lado. De la lluvia de puntos de Griffin y el trabajo alba?iler¨ªa de Jordan surgi¨® una brecha que mantuvieron los puntos quir¨²rgicos de los exteriores: primero Redick, despu¨¦s Crawford y Collison. Ese plan de Doc Rivers pasa por asfixiar en una pelea ultra f¨ªsica a Stephen Curry, con relevos de Barnes para un Chris Paul que, recuerdo, ha estado tres veces en el Mejor Quinteto Defensivo y que aport¨® sacrificio e intangibles antes de aparecer en los ¨²ltimos minutos con ocho puntos que evitaron una remontada tan imposible que estuvo a punto de suceder.

Al contrario que en sus versiones m¨¢s recordadas de los ¨²ltimos veinte a?os y al contrario de lo que sugiere la varita m¨¢gica de Stephen Curry, estos Warriors son m¨¢s fiables en defensa que en ataque. Y desde ah¨ª, a partir de una pelea de perros rabiosos dirigida por Iguodala y Draymond Green, la Bay Area se aferr¨® al milagro con tanta fe que casi comba la realidad. Green se pas¨® de revoluciones varias veces, incluida una falta innecesaria a Griffin con 93-96, sobre el reloj de tiro y a falta de 26 segundos. Pero sin sus palos, su energ¨ªa y sus gritos, el partido hubiera muerto mucho m¨¢s manso. Curry no hab¨ªa anotado ning¨²n triple en tres cuartos y medio, pero anot¨® tres en una carga final que incluy¨® dos literalmente sobrehumanos, el ¨²ltimo cay¨¦ndose y con Matt Barnes encima. Thompson era una escopeta de feria que finalmente acert¨® con 9 puntos casi seguidos, su segundo triple de la noche (2/11) y buenas lecturas al poste cuando quedaba emparejado con Paul. As¨ª hasta la jugada final: un partido de distintas direcciones concentrado en el tiro de Curry, que pudo hacer mejor la pizarra de Jackson, y la defensa asfixiante y al l¨ªmite, o justo por encima de ¨¦l, de Paul.

Pero los playoffs, y Kobe Bryant siempre insiste en ello, son una cuesti¨®n de ejecuci¨®n. Hay tramos cuesta abajo y ascensos al Everest, hay vuelcos y trances de anotaci¨®n sobrehumanos. Remontadas incalculables y hundimientos imprevistos. Pero m¨¢s all¨¢ de todo eso, una buena ejecuci¨®n es lo que hace regular y sostenible a un equipo a trav¨¦s de los cambios clim¨¢ticos de las series a siete partidos. As¨ª que los Warriors no deben concentrarse tanto en las heroicidades o las protestas como en ese 6/31 en triples (tras el 4/19 del segundo partido) o en esas 17 p¨¦rdidas (tras las 26 del segundo¡­). Y en c¨®mo minimizar a Griffin, quitarle alg¨²n rebote a DeAndre Jordan y evitar que Paul lleve a rebufo a Stephen Curry. Los Clippers mandan y parecen desde luego un equipo m¨¢s profundo, con m¨¢s talento y desde luego mejor entrenado. Pero queda serie, tanta como decida que queda el cuarto partido, casi un jaque mate warrior. Momento para otro milagro en movimiento en el melting pot de la Bay Area.