La exposici¨®n ¡®F¨²tbol en blanco y negro. Madrid m¨¢s all¨¢ de los colores¡¯ re¨²ne m¨¢s de 150 im¨¢genes de los fondos del Archivo Regional de la Comunidad de Madrid y numerosos objetos de la ¨¦poca. Se puede visitar, de forma gratuita, en la Sala El ?guila hasta el 13 de febrero.
Poner un pie en la exposici¨®n ¡®F¨²tbol en blanco y negro¡¯ supone entrar en una m¨¢quina del tiempo. Sumergirse en el Madrid del pasado siglo, entre 1930 y 70, hasta el momento en que el color ba?¨® las fotograf¨ªas. Esta muestra, que puede visitarse de forma gratuita hasta el 13 de febrero en la Sala El ?guila (Calle Ram¨ªrez de Prado, 3) y est¨¢ comisariada por la gestora cultural Irene Calvo y el fot¨®grafo Pablo Lin¨¦s, la construyen m¨¢s de 150 im¨¢genes de Mart¨ªn Santos Yubero, Gerardo Contreras, Crist¨®bal Portillo y la colecci¨®n ¡®Madrile?os¡¯, un heterog¨¦neo ¨¢lbum compuesto por donaciones de los ciudadanos.
Sus c¨¢maras, negativos, fichas y libros de registro sirven de ¨ªndice para una exposici¨®n que recibe al visitante con un photocall de hist¨®ricos onces de Real Madrid y Atl¨¦tico y un qui¨¦n es qui¨¦n de leyendas como Adelardo, G¨¢rate, Aragon¨¦s, Gento, Puskas, Di St¨¦fano¡ Aunque el verdadero pitido inicial llega con el sonido de un gol y una estrofa del poema ¡®Bal¨®n de F¨²tbol¡¯ de Gerardo Diego: ¡°Tener un bal¨®n, Dios m¨ªo. Qu¨¦ planeta de fortuna¡±.
¡°Este proyecto se ven¨ªa gestando desde hace a?os. Vimos una gran cantidad de im¨¢genes de f¨²tbol, que mostraban un trasfondo social. Hay muchas vidas detr¨¢s¡±, comienza Nieves Sobrino, la directora del Archivo Regional de la Comunidad de Madrid y una de las anfitrionas de AS. Otra es Irene: ¡°Estas instant¨¢neas te cuentan cosas. Una misma imagen le dice algo distinto a cada persona¡±.
"El domingo era fiesta. No se iba a la ¨®pera, pero s¨ª al f¨²tbol"
La muestra se articula en dos grandes bloques, el primero hace referencia al aspecto m¨¢s profesional del f¨²tbol y el segundo, a su impacto en la sociedad madrile?a, tanto en el plano urban¨ªstico como en el impulso del deporte amateur. El recorrido arranca con ¡®?Al f¨²tbol!¡¯. ¡°Es lo que se gritaba en la calle para avisar de que sal¨ªan los autobuses que iban al estadio¡±, explica el otro comisario, Pablo, quien sol¨ªa escucharlo en Plaza Espa?a. Este bloque lo forman instant¨¢neas donde se aprecian todos los carriles de la M-30 plagados de coches aparcados para ir al Calder¨®n, a cientos de personas saliendo del metro de Portazgo de camino a Vallecas, mujeres vestidas con su mant¨®n en la grada¡ ¡°El domingo era d¨ªa de fiesta. No se iba a la ¨®pera, pero s¨ª al f¨²tbol¡±, matiza Nieves. Otro detalle que se advierte en un cartel de un Racing-Athletic Aviaci¨®n, m¨¢s concretamente en su horario, es que los partidos de la posguerra se celebraban con luz natural ante la ausencia de la el¨¦ctrica.
El sector ¡®Cara o cruz¡¯ pone el foco en los ¨¢rbitros, en su vestimenta ¡°con reminiscencias inglesas¡±, tal y como se?ala Irene, en los sorteos de campos¡ Y all¨ª tambi¨¦n se vislumbra la cara y la cruz de la Guerra Civil. ¡°En el estadio de Vallecas se puso un huerto y se plantaron alubias, pero luego fue el primero que funcion¨®, mientras que el Metropolitano fue el ¨²ltimo, porque le pillaba la l¨ªnea del frente y qued¨® destrozado¡±, apunta Pablo. Hay objetos que van salpicando el camino. Unas botas antiguas, un bal¨®n que pesaba kilo y medio y pod¨ªa llegar a dos cuando llov¨ªa, la camiseta del debut de I?aki S¨¢ez con La Roja¡ Y es que antes (1939-47) era azul por ¡°las connotaciones pol¨ªticas de los colores¡±, aclara Irene.
¡°El peri¨®dico impuls¨® el f¨²tbol y la radio lo termin¨® de consolidar¡±
Ya en ¡®El juego¡¯ se evidencian escenas curiosas, como la que protagonizan unos guardias de asalto que, a falta de camillas, sacan a un futbolista del Atl¨¦tico herido en volandas. Al lado de las porter¨ªas se situaban los medios, quienes tambi¨¦n tienen su espacio en la muestra. Es c¨¦lebre la foto de Santos Yubero en la que las cabezas de decenas de fot¨®grafos asoman de un foso. Sus c¨¢maras eran de 35mm. y contrastaban con las de los reporteros ingleses, m¨¢s sofisticadas, las de placas plegables. Otro elemento habitual en la grada era el transistor. ¡°El peri¨®dico impuls¨® el f¨²tbol y la radio lo consolid¨®. Era asequible porque la televisi¨®n era m¨¢s cara¡±, esgrime Nieves ante una divertida instant¨¢nea en la que se ve a aficionados y polic¨ªas pegando la oreja a un coche que ten¨ªa puesto el partido en Chamart¨ªn. Tambi¨¦n se recogen los primeros pasos de la tele, como aquella retransmisi¨®n experimental con Mat¨ªas Prats y c¨®mo este aparato serv¨ªa como reclamo incluso para el escaparate de alguna compa?¨ªa.
¡°El f¨²tbol daba a la mujer una forma de expansi¨®n m¨¢s all¨¢ del rol asignado¡±
Una de las partes m¨¢s emotivas del recorrido es la dedicada a la ¡®Afici¨®n¡¯, donde las fotograf¨ªas rescatan aquel marcador simult¨¢neo, que s¨®lo pod¨ªan descifrar aquellos que obten¨ªan las claves publicitarias en la Prensa, y reivindican el papel de la mujer. ¡°En una ¨¦poca donde se ve¨ªa relegada a la cocina y la atenci¨®n de los hijos, el f¨²tbol le permite una forma de expansi¨®n¡±, expone Nieves, a lo que Irene a?ade: ¡°Aqu¨ª son iguales y eso supone una aut¨¦ntica revoluci¨®n¡±. Y como ejemplo dos carnets de socios del Madrid ¡ªcedidos por el centro de patrimonio hist¨®rico de su Fundaci¨®n¡ª, cuyos protagonistas son Mar¨ªa Luisa P¨¦rez y Primitivo Laguna. Otra costumbre anclada en el tiempo es la de ver los partidos del Rayo desde los balcones, aunque entonces eran los de la actual Calle Payaso Fof¨®. La pasi¨®n de los vallecanos queda patente observando los lugares donde eran capaces de subirse con un estadio lleno. Para ver a Atl¨¦tico y Madrid tambi¨¦n escalaban por una farola o un autom¨®vil. No hay altura que aplaque semejante pasi¨®n. La misma que despertaba Zamora, rodeado por una legi¨®n de fans, o que empujaba a dos hinchas ¡ªBetancourt y Barrios, cul¨¦ y merengue, respectivamente¡ª a embarcarse en una traves¨ªa de 623 kil¨®metros, los que separan Madrid y Barcelona, jugando al f¨²tbol y limando asperezas a las puertas de la guerra. Una historia recogida en la revista ¡®Estampa¡¯, cuyo ejemplar est¨¢ al abrigo de una vitrina.
Adem¨¢s hay un hueco para la ¡®Celebraci¨®n¡¯ de madridistas y atl¨¦ticos, ambos recorriendo las calles de la capital en descapotables. ¡°Los haiga. Esos coches grandes para cuando haiga dinero¡ eran lujosos y americanos¡±, r¨ªe Pablo, para despu¨¦s se?alar a Perico Chicote ¡ªalma del m¨ªtico Museo Chicote situado en la Gran V¨ªa¡ª sirviendo un c¨®ctel en las peque?as r¨¦plicas de la Liga que los rojiblancos consiguieron en marzo del 41.
¡°El f¨²tbol hizo so?ar a esa Espa?a que estaba hecha polvo¡±
Los ¡®Campos¡¯ se intuyen a lo largo de toda la visita, aunque una de las im¨¢genes m¨¢s llamativas tiene como escenario el cielo del Bernab¨¦u. Dos operarios, cincel en mano y cigarro en boca, instalan la iluminaci¨®n. Junto a ellos, aparece un enorme mapa de Madrid, en el que se ubican los diferentes estadios de sus equipos m¨¢s conocidos y otros m¨ªticos como la Ferro, el Moscard¨® o el Carabanchel. Tambi¨¦n se puede adivinar el primer campo del Rayo en un entrenamiento dirigido por Zamora en 1940. ¡°Se ve un gran contraste en las instalaciones, la equipaci¨®n, las viviendas de alrededor¡ de esa ¨¦poca y las posteriores¡±, advierte Nieves antes de aventurarse en la siguiente parada: ¡®Pasi¨®n por el f¨²tbol¡¯.
All¨ª reinan las sonrisas, las de los ni?os jugando en las calles, muchas todav¨ªa reconocibles. Al igual que la clase social de esas familias. La ropa y el peso de los chavales ofrecen algunas pistas, como lo hace el escenario donde corren tras la pelota. Los m¨¢s ricos estaban en el Retiro. Y siendo los m¨¢s peque?os los protagonistas, no pod¨ªan faltar los cromos. ¡°Era el medio por el que le pon¨ªan cara a aquellos futbolistas que escuchaban por la radio¡±, deduce Irene. Instante en que la interrumpe el NODO, con un documento relacionado con otra estaci¨®n, ¡®1-X-2¡¯, la Quiniela. Aparece el testimonio de Gabino, un chico de Valladolid que trabajaba en el campo y hab¨ªa ganado de 30 millones de pesetas. ¡°Ahora a lo mejor pienso en estudiar. Esto te cambia la vida¡±, dec¨ªa.
Oportunidades y aspiraciones que tambi¨¦n refleja ¡®Amateur¡¯. El punto y final de la exposici¨®n. All¨ª se entremezclan los partidos entre solteros y casados con los chavales que buscan una salida a la pobreza, el hambre¡ ¡°El f¨²tbol era una v¨¢lvula de escape¡±, reflexiona Pablo. Este jueves termin¨® el ciclo de cine, pero no las actividades en torno a la muestra. El 27 de enero se celebrar¨¢ una mesa redonda sobre historia del f¨²tbol en Madrid y el 10 de febrero, otra sobre los medios.
M¨¢s de 3.500 personas han realizado este recorrido, donde el deporte rey pone la lupa en la sociedad de la posguerra. ¡°Entre tanta contenci¨®n, el f¨²tbol era donde la gente pod¨ªa reunirse, abrazarse, sin importar las ideolog¨ªas¡±, concluye Irene, a lo que Nieves apostilla: ¡°Hizo so?ar a esa Espa?a que estaba hecha polvo¡±. Hoy lo sigue haciendo¡