Los inicios nunca son sencillos. Un horizonte repleto de m¨¢s dudas que soluciones, sin un camino marcado, sin unas l¨ªneas a seguir. Todo un mundo por descubrir que s¨®lo el propio camino ir¨¢ abriendo a su paso. Y en el mundo del f¨²tbol, evidentemente, tambi¨¦n.
El norte de Londres recib¨ªa en el verano de 2007 a una joven promesa galesa que hab¨ªa sido fabricada bajo la prestigiosa firma del 'Southampton Way'. La ciudad de donde hab¨ªa partido el Titanic all¨¢ por 1912 hab¨ªa sido el nido donde Gareth Bale firmaba sus primeros pasos como jugador. Y pronto llegaron los primeros interesados, entre ellos el Tottenham. Un equipo, el londinense, que consegu¨ªa su fichaje en 2009 por la anecd¨®tica cifra de 5 millones de libras.
Bale cambiaba Southampton por la imponente Londres. La capital, la ciudad de la multiculturalidad, la metr¨®poli que no conoce l¨ªmites territoriales, que parece eterna, infinita. El Tottenham fichaba (sin saberlo) a uno de los mejores jugadores de su historia. Pero hasta consagrarse como una estrella del f¨²tbol ingl¨¦s su progreso no fue del todo el esperado.
Lleg¨® el momento de su debut. A?o 2007. Por aquel entonces su f¨ªsico poco ten¨ªa que ver con el actual. Delgado, f¨ªsicamente d¨¦bil y con cara de ni?o. Condiciones f¨ªsicas que le privaban de autoridad en el juego f¨ªsico, pero que en cambio le permit¨ªan firmar sus primeros destellos de velocidad, de regates din¨¢micos, de verticalidad, casi como un rel¨¢mpago que se convierte en un preludio de un trueno. Le ca¨ªa el bal¨®n en los pies y la consecuencia m¨¢s posible era la generaci¨®n de peligro.
Pero sus primeros pasos en el Tottenham no fueron f¨¢ciles. De hecho, fueron muy dif¨ªciles. A nivel personal, deportivo, incluso a nivel supersticioso. Su figura comenz¨® poco a poco a adquirir un aura que le relacionaba de forma injusta a la mala suerte, a los malos resultados. Su presencia se convert¨ªa inmediatamente en una sensaci¨®n cercana al rechazo. Por mucho que ¨¦l no quisiera, las cifras y estad¨ªsticas eran incontestables. Y fue aqu¨ª cuando, con s¨®lo 19 a?os, Gareth Bale fue catalogado por las malas lenguas como un jugador 'maldito'.
Gareth Bale lleg¨® al Tottenham en 2007, pero no fue hasta 2009, m¨¢s de 2 a?os despu¨¦s, cuando conocer¨ªa su primera victoria como jugador del equipo londinense. Evidentemente, no era titular indiscutible, no ten¨ªa una regularidad deportiva como podr¨ªa tenerla en la actualidad, pero su racha negativa de resultados se convirti¨® en seria tal y como pasaban los minutos. El detalle pas¨® a ser an¨¦cdota para, posteriormente, convertirse en una realidad: el Tottenham no ganaba cuando ¨¦l jugaba. Tan rotunda como curiosa fue esta historia.
M¨¢s de 2 a?os. 25 partidos seguidos jugando, teniendo minutos, sin conocer la victoria. Un total de 1.533 minutos consecutivos en los que el Tottenham no ganaba cuando ¨¦l estaba en el terreno de juego. Victorias que se convert¨ªan en empates, o derrotas en el peor de los casos. Tuvo que ser el 26 de septiembre de 2009, en un encuentro disputado en el ya extinto White Hart Lane contra el Burnley, cuando se pondr¨ªa fin al 'maleficio Gareth Bale'.
El t¨¦cnico por aquel entonces, Harry Redknapp, quiso retar al destino, quiso hacer frente a la mala suerte. Aquella tarde el Tottenham ganaba de forma c¨®moda 4-0 su encuentro liguero. Bale no era titular. Hasta ese momento parec¨ªa normal. Sin Bale la victoria estaba en el bolsillo. Y entonces Redknapp tom¨® la decisi¨®n. Lleg¨® el minuto 84, con victoria muy c¨®moda para los Spurs, y entr¨® al terreno de juego aquel joven gal¨¦s que tra¨ªa el mal fario. Era imposible. El Tottenham ganaba 4-0. S¨®lo una cat¨¢strofe futbol¨ªstica podr¨ªa echar por tierra una ventaja de cuatro goles en poco m¨¢s de seis minutos. Aaron Lennon dejaba su lugar en el terreno de juego a Gareth Bale en el minuto 84 para que aquella casi fat¨ªdica racha de resultados conociera su fin. Era algo surrealista, casi m¨¢gico. Estaban retando a la mala suerte, casi llam¨¢ndola en voz alta: "Vamos ganando y ponemos a Bale", parec¨ªa retar el t¨¦cnico. Y no. No ocurri¨® nada extra?o. Se cumpli¨® la l¨®gica. Y se cumpli¨® adem¨¢s de forma m¨¢s positiva, ya que 3 minutos despu¨¦s, en el 87', Robbie Keane consegu¨ªa su cuarto gol de la tarde. Llegaba el 5-0 del Tottenham ante el Burnley.
Se pon¨ªa fin a la maldici¨®n. Gareth Bale, m¨¢s de 2 a?os despu¨¦s, conoc¨ªa la victoria como jugador del Tottenham. La tarde en la que los Spurs goleaban en casa, la tarde en la que el irland¨¦s Keane lograba un p¨®quer goleador y la tarde en la que una joven perla de origen gal¨¦s llamada Gareth Bale pon¨ªa fin a su casi fat¨ªdica racha de minutos sin ganar.
A?os despu¨¦s se convertir¨ªa en un aut¨¦ntico l¨ªder, en uno de los jugadores m¨¢s medi¨¢ticos del f¨²tbol brit¨¢nico, en uno de los mejores futbolistas del mundo. Su temporada 2012-13 fue el ¨¦xtasis que, meses despu¨¦s, se transcribir¨ªan en una firma contractual para convertirse en nuevo jugador del Real Madrid en una de las operaciones econ¨®micas m¨¢s elevadas de la historia del f¨²tbol (101 millones). Hoy en d¨ªa Gareth Bale es una estrella reconocida en pr¨¢cticamente cualquier rinc¨®n del planeta, pero hubo un periodo, unos a?os, en los que era considerado un jugador maldito. Aquello queda lejos, casi borrado para muchos de los aficionados, pero aquella racha lleg¨® a adquirir un aura esot¨¦rica que provoc¨® m¨¢s de un infarto al verle sobre el c¨¦sped en aquella goleada contra el Burnley.