Playas, budismo, elefantes y motos. AS vivi¨® de cerca el primer GP de Motociclismo en la historia del pa¨ªs y te da las claves para vivir una semana de turismo... con curvas.
Tailandia transpira playas remotas y selvas verdes, suena a elefantes, sabe a comida callejera en Bangkok y ahora huele a gasolina y neum¨¢tico quemado. Los fan¨¢ticos de las dos ruedas tendr¨¢n que marcar ahora en su mapa Buriram. Una regi¨®n de apenas 30.000 habitantes que se ha convertido en el epicentro deportivo del pa¨ªs. Con el Buriram United, el club de f¨²tbol m¨¢s potente, y el Circuito Chang. Dorna le concedi¨® a Tailandia por primera vez un Gran Premio del Mundial y el pa¨ªs se volc¨® en arropar el evento. El trazado, de 4,554 kil¨®metros de extensi¨®n y dise?ado por Hermann Tilke (el autor del trazado de Motorland Arag¨®n) fue conquistado por Marc M¨¢rquez en su camino a la corona, con 11 pasadas entre el piloto espa?ol y Dovizioso en las ¨²ltimas cuatro vueltas. Tailandia se estren¨® con una carrera para la historia.
Ahora es posible combinar la pasi¨®n por las dos ruedas con el exotismo de la joya asi¨¢tica. AS vivi¨® una semana en el pa¨ªs para recrear una ruta especial para moteros. Interior, salvaje y con curvas.
Aterrizar en Bangkok es sencillo, desde ah¨ª hay que buscar montura. Emma Motorbikes en Lat Phrao ofrece una gama m¨¢s o menos para todos los gustos en cuanto a alta cilindrada (Yamaha MT-09, KTM Duke, Kawasaki Z1000, Ducati Monster, Honda CB650¡) con presupuesto bajo pedido. En BSR Bike Shop (tambi¨¦n Bangkok) tienen una Ducati Hypermotard por 475 euros la semana como precio orientativo. Gestionado ese punto, hay que ir a Buriram. "Hay mucho desconocimiento, la carretera y el asfalto son bastante buenos", nos explican sobre el terreno. As¨ª es y la ruta (carreteras 2 y 24) de 391 kil¨®metros es muy llevadera. Es recomendable, para hacer noche, el Hotel L'Amour.
A las afueras de Buriram nos espera el circuito. Honda reserv¨® una zona de camping para sus fans (con tiendas con el logo alado) y las marcas habilitan zonas de descanso en las carreteras cercanas. Dentro, la fiesta es total. Stands, motos hist¨®ricas, m¨²sica electr¨®nica local (s¨ª, existe) y street food a precios casi ¨ªnfimos. Nos acercan a un puesto de artesan¨ªa callejera para fabricar, en un do it yourself en toda regla, textiles te?idos con barro volc¨¢nico y corteza de padauk.
Un ambiente motero pero claramente thai. Algunos fans de los dos pilotos locales que se llevaron las wild cards en Moto3 (Somkiat Chantra y Apiwath Wongthananon) y poco occidental. A¨²n as¨ª nos topamos con tres mochileros vascos. Dos de ellos, llevan trece meses recorriendo Asia. "Hemos acabado en Tailandia y ten¨ªamos que venir a ver las carreras, estaba clar¨ªsimo", nos cuentan. La guinda al fin de semana, que coron¨® a M¨¢rquez, Bagnaia (Moto2) y Giannantonio (Moto3), fue el r¨¦cord de asistencia en una prueba del Mundial esta temporada: 222.535 aficionados durante el fin de semana. Bati¨® al siguiente, el GP de Austria, por m¨¢s de 15.000 espectadores...
Pero el largo trayecto a Tailandia merece m¨¢s. Por eso, se pueden aprovechar unos cuantos d¨ªas m¨¢s de regreso a Bangkok y visitar el interior. Un desconocido que se abre al turista.
Para bajar la adrenalina, una ruta de apenas media hora, pero buenas y limpias curvas. El destino es el templo de Phanom Rung. Tres picos de un volc¨¢n muerto, templos budistas en los arcenes (hay que tocar el claxon al pasar para ahuyentar a los malos esp¨ªritus). Construcciones de piedra volc¨¢nica, transportada con el esfuerzo tit¨¢nico de elefantes. De ah¨ª, en una peque?a jornada, se puede llegar a Ban ta Klang, en la provincia de Surin, un santuario del elefante. All¨ª los Qai, una tribu procedente de la cercana Camboya, lo sigue entrenando como hace un milenio. Montados a pelo, sin fustas, una simple instrucci¨®n en su dialecto y el enorme mam¨ªfero no necesita m¨¢s. Se percibe una conexi¨®n dif¨ªcil de entender para el occidental. ¡°El Gobierno lleva a?os combatiendo el maltrato a los elefantes¡±, nos cuentan, "se estima que aproximadamente el 80 por ciento de la poblaci¨®n de elefantes ya vive en buenas condiciones".
Convivir con la naturaleza es esencial en Tailandia y detener la montura para visitar el Parque Nacional de Khao Yai, indispensable. Casi a sus pies est¨¢ el resort LaLa Mukha y su alojamientos en tiendas de campa?a premium (ducha incorporada, sof¨¢, aire acondicionado...). Un asfalto agradable hacia un inmenso recinto natural con cascadas y donde hay que andarse con ojo con los monos... Son amistosos, salvo que haya comida de por medio.
Bangkok, divino caos
Andar por Bangkok es notar el est¨®mago crujir. Los puestos de comida callejera, que el Gobierno ha pensado en regular sin ¨¦xito (y por suerte), son un mir¨ªada de productos a precios rid¨ªculos que pueden bajarse con la suave cerveza aut¨®ctona (Chang, Singha, Tiger, Leo¡). Pero mejor organizarse un peque?o tour. Los hay planificados (Bangkok Food Tours). Pero en apenas quinientos metros a la redonda hay dos lugares imprescindibles. Charoen Wieng Pochana, parafraseando a Ramonc¨ªn, el rey del pato frito. Del pato en general. De sus propios criaderos a los platillos. El otro es Panlee, una panader¨ªa y pasteler¨ªa de origen chino. Ah¨ª tienen el bollo de los bollos. Por 12 bahts (30 c¨¦ntimos de euro), una maravilla hecha a mano con leche de coco y una crema deliciosa (de nombre sangkaya) y de color¡ verde radiactivo. No hay peligro. Ese tono procede de una planta llamada Pandan. ¡°La vainilla asi¨¢tica¡±, te explican en el local.
Para adentrarse en los amasijos de callejuelas y mercadillos, esquivar los tapones infernales de tr¨¢fico, es una buena idea cambiar de montura. En bicicleta. FollowMe te pone la bici y un gu¨ªa. El mercado de las flores (abierto 24 horas al d¨ªa), el Buda m¨¢s grande de Bangkok (15 metros de alto), puestos de motores de cuarta mano, peluquer¨ªas callejeras gratuitas¡
Otra religi¨®n es el boxeo tailand¨¦s. El muay thai se puede ver a todas horas en la televisi¨®n. Pero verlo es otra dimensi¨®n. No son artes marciales mixtas, ni est¨¢ adornado con la parafernalia de un Conor McGregor. Los ritos de los luchadores se mantienen en la tradici¨®n y el espect¨¢culo est¨¢ en el tapiz y en las filas de apostadores que ocupan el gallinero. Una silla de ring puede costar 54 euros al cambio. El espectacular resort Anatarna Riverside, nuestra base de operaciones en Bangkok y un indispensable si se es un gourmet de los desayunos, ofrece clases particulares de muay thai. Tambi¨¦n cenas en barco tradicional cruzando el Chao Phraya. Una semana sumando kil¨®metros requiere algo de relajaci¨®n y el masaje thai te deja la musculatura como nueva. En Rarinjinda, uno de los mejores spa de la ciudad, se puede descubrir el por qu¨¦.
Relax como bandera a cuadros de un viaje a un pa¨ªs que se abre a los amantes de las dos ruedas. Tailandia s¨ª es pa¨ªs para motos.
Para m¨¢s informaci¨®n, mejor pasarse por las webs gubernamentales Amazing Thailand y Turismo de Tailandia.