El jugador lider¨® la victoria de los Eagles de Philadefia en la final en la que se midieron a los todopoderoso Patriots de Brady y Belichick
Si alguien te cuenta que el football americano es sencillo, te enga?a. Al contrario. Es complicadamente diab¨®lico, rebuscadamente sofisticado, completamente inefable. Horrible. Sin embargo, no te agobies, porque al mismo tiempo est¨¢ perfectamente a tu alcance. Por alguna raz¨®n extra?a, si te sientas a verlo por primera vez, lo entiendes. Y un a?o despu¨¦s lo entiendes m¨¢s, y as¨ª temporada tras temporada hasta que descubres que el football siempre te colma y nunca se abarca. Cuanto m¨¢s lo conoces m¨¢s complicado se vuelve hasta que terminas por escarbar en profundidades, pero no es necesario llegar tan abajo para disfrutar como un ni?o de once tipos intentando avanzar 10 yardas en cuatro intentos, y otros once dando la vida para pararlo en seco.
Dentro de esa asequible sofisticaci¨®n, de esa complicada sencillez, hay frases hechas magn¨ªficas que describen con asombrosa punter¨ªa lo que se vive sobre un emparrillado de la NFL. ¡°El football es una partida de ajedrez en el que las figuras son personas y el tablero un campo de c¨¦sped¡±. Seguro que ¨¦sta ya la hab¨ªais escuchado con anterioridad, incluso aunque nunca hay¨¢is visto un partido. Es totalmente cierto. La figura m¨¢s importante de un equipo no es la del quarterback que conduce el ataque, ni la de ese gigante de la defensa que parece arengar a sus compa?eros sedientos de sangre. Tampoco la del propietario que lo ve todo desde el cielo o la del general manager, m¨¢ximo responsable de que los 53 jugadores que componen una plantilla est¨¦n precisamente ah¨ª y no en otro vestuario. Todos ellos son prescindibles, casi intercambiables. Al final del d¨ªa, el que tiene que coger todos los ingredientes y preparar un fest¨ªn es el entrenador principal, que se ha rodeado antes de un consejo de sabios para completar un staff y preparar las p¨®cimas que conviertan a su franquicia en la m¨¢s poderosa de la NFL.
Da igual que las piezas del ajedrez del emparrillado est¨¦n hechas con jugadores de marfil o de ¡®plasticuli¡¯. La clave, el secreto, la diferencia, la marca el entrenador y su staff, y Nick Foles es un ejemplo de todo esto. La confirmaci¨®n que hasta el soldadito de sobre de 50 c¨¦ntimos puede ganar una batalla en el mundo de los mayores.
Cuando Foles fue elegido por los Philadelphia Eagles en el draft de 2012 la franquicia languidec¨ªa. Su entrenador Andy Reid hab¨ªa convertido al equipo en el referente de la Conferencia Nacional durante una d¨¦cada, pero nunca hab¨ªa puesto la guinda. Mont¨® un equipo magn¨ªfico con McNabb como quarterback y una defensa pasmosa, pero su l¨ªmite de incompetencia estaba en las finales de conferencia, y en una triste Super Bowl que perdieron contra los Patriots.
Pero en 2012, a?o de la llegada de Foles, los a?os dorados eran parte del pasado. A Reid le hab¨ªan enga?ado coloc¨¢ndole como quarterback a un Michael Vick reci¨¦n salido de la c¨¢rcel donde hab¨ªa pasado dos a?os por organizar peleas de perros, el entrenador era cada vez m¨¢s cuestionado y todo termin¨® por saltar por los aires cuando su hijo, Garrett Reid, muri¨® v¨ªctima de una sobredosis de hero¨ªna.
Nick Foles lleg¨® a la NFL en ese r¨ªo revuelto. Elegido en tercera ronda de un draft de 2012 que deber¨ªa pasar a la historia de los Eagles porque en ¨¦l llegaron Fletcher Cox, Mychal Kendricks, Vinny Curry y el mismo Foles, un p¨®ker que seis a?os despu¨¦s ha sido decisivo para la consecuci¨®n del anillo. En esos Eagles que se derrumbaban, Foles tuvo que ser titular casi de inmediato, desde la semana nueve porque, sencillamente, no hab¨ªa otro; que en el fondo ha sido m¨¢s o menos el sino del jugador en su trayectoria como profesional. Foles saltaba al campo porque no hab¨ªa m¨¢s de quien tirar.
Durante toda esa temporada Andy Reid fue como un alma en pena que se paseaba por la banda de los Eagles, ensimismado, sin soluciones para su equipo ni para recuperar su vida destrozada por la tragedia. Ni siquiera debi¨® dedicarle muchas miradas a Foles, un parche, sin saber que unos a?os despu¨¦s pasar¨ªa a la historia de la franquicia de Filadelfia con letras m¨¢s brillantes que las suyas, tras unos playoffs inolvidables. Despu¨¦s de solo cuatro victorias en diecis¨¦is partidos, Reid se fue a reencontrar su vida a Kansas City y los Eagles se encontraron vac¨ªos, sin futuro, necesitados de un milagro que les devolviera a la vida.
Y el milagro lleg¨®. Se llamaba Chip Kelly, un genial entrenador que hab¨ªa ganado casi todas las partidas de ajedrez posibles en la NCAA, revolucionando el football universitario, y que llegaba a la NFL para hacer lo mismo en el mundo profesional. Y ah¨ª explot¨® Foles en 2013 para jugar su mejor temporada y aparecer como el posible quarterback franquicia que necesitaban lo Eagles. Con un partido perfecto en el que lanz¨® siete pases de touchdown y consigui¨® un rating de 158,3, el m¨¢ximo posible, y muchas otras actuaciones que rozaron la excelencia. Pero al mismo tiempo que el proyecto de Kelly languidec¨ªa, imposible de ser implantado con ¨¦xito en el mundo profesional, las actuaciones de Foles fueron perdiendo la magia. Mediada la temporada 2014 su juego ya era err¨¢tico, su clav¨ªcula se rompi¨®, y termin¨® por abandonar la franquicia para siempre¡ o al menos eso parec¨ªa.
Durante los siguientes dos a?os Foles demostr¨® en los Rams que no pod¨ªa ser quarterback titular en la NFL y en los Chiefs que podr¨ªa ser un extraordinario quarterback suplente. Y todos nos lo cre¨ªmos, incluso ¨¦l mismo, que incluso se plante¨® la retirada para dedicarse a su familia, y adelantar su plan de convertirse en pastor de almas y predicar su fe cristiana por esos mundos de Dios, algo que ha asegurado que har¨¢ en el momento en que deje la NFL.
Aunque los caminos divinos puedan ser edificantes, a la familia hay que darla de comer, y m¨¢s si tu mujer est¨¢ esperando tu primer hijo. Y Foles decidi¨® aparcar su vocaci¨®n alg¨²n tiempo y hacer caja como suplente de Wentz en los nuevos Eagles. El hijo pr¨®digo volv¨ªa a casa ya sin la ambici¨®n de ser cabeza de rat¨®n, y satisfecho de convertirse en la cola del le¨®n en que es estaban convirtiendo los nuevos Eagles al mando de Doug Pederson.
Lo que ¨¦l menos se esperaba es que el 10 de diciembre contra Los Angeles Rams Carson Wentz iba a caer lesionado para toda la temporada y ¨¦l, tres a?os despu¨¦s, iba a recuperar el mando del ataque de los Eagles, el equipo en el que hab¨ªa jugado sus mejores partidos. El uniforme con el que una vez so?¨® que triunfar¨ªa en la NFL.
Eso nos lleva al principio. Al deporte complicado convertido en partida de ajedrez. Al entrenador principal capaz de hacer un jaque al pastor a un rival que juega con piezas de marfil. Y Foles, que en diciembre parec¨ªa una reina de ¡®plasticuli¡¯, rein¨® como figura ba?ada en oro en la Super Bowl LII. Predicando con pases geniales en el desierto e incluso atrevi¨¦ndose a proponer un mate de fantas¨ªa a su entrenador, que acept¨® su idea descabellada de convertirse en receptor por un instante.
Ahora, unos d¨ªas despu¨¦s, Nick Foles vuelve a ser un quarterback suplente, una ficha de platiculi que el a?o que viene ganar¨¢ 7 millones de d¨®lares, 20 menos al a?o que el quarteback mejor pagado de la NFL. Un contrato de risa para un ganador del MVP de la Super Bowl ante los Patriots. El quarterback que venci¨® a Tom Brady en un duelo de pistoleros.
Si alguien te cuenta que el football americano es sencillo, te enga?a. Al contrario. Es complicadamente diab¨®lico, rebuscadamente sofisticado, completamente inefable. Horrible. Hasta el punto que el peor jugador imaginable puede convertirse en el mejor en un instante. ?Y qui¨¦n no querr¨ªa ahora fichar a Foles?