Un estudio pone en duda el efecto placebo
Algunos investigadores creen que muchos de los efectos que se le suponen a este tratamiento no se basan realmente en la evidencia cient¨ªfica
La efectividad de los placebos es una creencia ampliamente extendida y raramente cuestionada. En el imaginario popular, la mente es lo suficientemente poderosa como para doblegar al cuerpo a trav¨¦s de la sugesti¨®n. Pero, ?Y si esto no fuera m¨¢s que una leyenda urbana sostenida a lo largo del tiempo? Parece impensable, a juzgar por lo arraigada que est¨¢ la pr¨¢ctica no solo entre los home¨®patas acient¨ªficos, sino tambi¨¦n entre los propios m¨¦dicos.
No obstante, son bastantes los investigadores que ponen en duda la incidencia de los placebos sobre el cuerpo. Uno de los ¨²ltimos escritos al respecto es un concienzudo art¨ªculo cient¨ªfico en la prestigiosa revista Journal of Medical Ethics. Seg¨²n este estudio, la creencia en el placebo se sustenta principalmente en estudios que presentan una metodolog¨ªa manifiestamente deficiente o que se han quedado obsoletos por el paso de los a?os. En definitiva, que la comunidad cient¨ªfica ha aceptado como una verdad incontestable algo que no est¨¢ respaldado por la experiencia.
La medicina, como cualquier otro campo de investigaci¨®n, es una disciplina dial¨®gica. Es decir, est¨¢ en continua conversaci¨®n consigo misma, cuestionando lo que se considera incuestionable para, o bien reforzar la realidad, o bien refutarla. De este modo, muchas leyes que se cre¨ªan inmutables se han acabado demostrando imperfectas, incompletas, o directamente falsas. Seg¨²n los firmantes del cr¨ªtico art¨ªculo (Charlotte Blease, Ben Colagiuri y Cosima Locher), este no ha sido el caso con el placebo.
Realidades cuestionadas
La tesis del documento no es la negaci¨®n absoluta de la efectividad de cualquier tratamiento no farmacol¨®gico. En realidad, lo que se denuncia es la imperfecta forma del cuerpo de investigaciones que se han llevado a cabo sobre el tema en tiempos modernos. Los datos son abrumadores. Hay sondeos que indican que m¨¢s de la mitad de los m¨¦dicos de cabecera utiliza este tipo de t¨¦cnicas a diario. Por eso, la duda elevada por Blease y su equipo es m¨¢s que razonable. Los filtros que deber¨ªa superar un tratamiento que va a ser aplicado a millones de pacientes a diario deber¨ªan ser mucho m¨¢s exigentes.
Otro de los grandes problemas que algunos profesionales de la medicina le recriminan a este proceder es su falta de ¨¦tica bajo determinadas circunstancias. Al fin y al cabo, el principio sobre el que se sustenta es la ignorancia del paciente, que cree estar recibiendo un tratamiento real. Y, a¨²n en el caso de funcionar, no est¨¢ probado que el placebo tenga un efecto cl¨ªnico real. En realidad, lo que se ha observado es que puede llevar a una mejor¨ªa de los s¨ªntomas subjetivos, pero esto no hace que la enfermedad desaparezca.
Son crecientes las voces que claman por la elaboraci¨®n de un corpus de estudio mucho m¨¢s riguroso y profundo en la materia, ya que el objetivo de los tratamientos no debe ser solamente el alivio de las manifestaciones de la enfermedad, sino tambi¨¦n su erradicaci¨®n. Y, a pesar de que en muchos aspectos este es un terreno por abonar, s¨ª hay consenso acerca de que un f¨¢rmaco debidamente testado es capaz de desplegar unas potenciales capacidades curativas mucho m¨¢s amplias que una pastilla de az¨²car.