Un jubilado ¡°solitario¡± cede su casa de m¨¢s de 750.000 euros a una camarera: ahora la familia encara la gran batalla legal
Seg¨²n asegura la familia del fallecido, el hombre no estaba en plenas capacidades mentales en el momento de legarle la casa. ¡°Presentaba un aparente deterioro cognitivo¡±.


Richard Joy era un jubilado que, durante varios d¨ªas a la semana, le gustaba frecuentar una cafeter¨ªa en Harrow (Londres). All¨ª conoci¨® a Mariia Romanyshyn, una camarera ucraniana que en el momento de cruzar sus caminos, en 2011, ten¨ªa 38 a?os. Lo que en un principio empez¨® como una relaci¨®n trabajadora-cliente acab¨® con una relaci¨®n paternal.
Hasta el punto de que, en su testamento, el hombre le leg¨® una casa de 650.000 libras (unos 750.000 euros al cambio). As¨ª lo asegur¨® la mujer dos a?os antes de su fallecimiento. ¡°La casa es tuya. Quiero que te la quedes¡±, le habr¨ªa dicho, seg¨²n explica el diario brit¨¢nico The Telegraph. As¨ª pues, se mud¨® a la casa junto a su marido y sus hijas, quienes ve¨ªan al hombre como una ¡°figura paternal¡±.
Desde entonces, se ha abierto una batalla legal con la familia del fallecido, que lucha por conseguir los derechos de la casa: Martin Larney, primo del jubilado y albacea del su patrimonio, quiere recuperarla. Seg¨²n su punto de vista, su primo no era plenamente consciente de lo que hac¨ªa cuando le dio la casa a la se?ora Romanyshyn.
Andrew Nicklin, abogado de Larney, asegur¨® ante el juez que el se?or Joy era ¡°dependiente, y presentaba un aparente deterioro cognitivo¡±. Una visi¨®n que no comparte la mujer, quien consideraba que estaba en plenas facultades mentales como para jugar al ajedrez con una de sus hijas.
De acuerdo con un testamento elaborado en 2011, gran parte de su fortuna, incluida la casa, se dividir¨ªa entre su primo Martin Larney, su madre, Doreen, y una tercera parte no implicada en la actual disputa. Pero, tras su muerte, conocieron que el hombre hab¨ªa firmado los papeles para entregar la casa a la se?ora Romanyshyn.
Mudanza junto al hombre
Despu¨¦s de ser hospitalizado durante un tiempo, la mujer se ofreci¨® de forma desinteresada para ayudarle con las compras y las tareas del hogar, antes de ayudarle m¨¢s adelante de forma m¨¢s continuada. Seg¨²n explica, la anim¨® en varias ocasiones para mudarse con ella. ¡°Mi deseo es que este sea el hogar de tu familia¡±, afirma que le repet¨ªa.
¡°Ellos y sus hijos se convirtieron en la familia adoptiva del fallecido y tambi¨¦n lo asistieron y cuidaron, pero ninguno de ellos fue nunca un cuidador remunerado y en ning¨²n momento exigieron ni recibieron dinero alguno por su cuidado y asistencia¡±, asegura Lynne Counsell, abogada de la mujer. ¡°No hay nada en el historial m¨¦dico que demuestre que padec¨ªa demencia, ni que se estuviera sometiendo a ninguna investigaci¨®n sobre demencia ni que se le recetaran medicamentos para esa afecci¨®n¡±, a?ade sobre sus aptitudes.
Mala gesti¨®n de su fortuna
La prima del fallecido, Doreen Larney, dijo sobre ¨¦l que era una ¡°persona un poco solitaria¡± que no supo emplear bien su dinero. ¡°Lo gast¨® muy r¨¢pido, no era bueno con el dinero, no ten¨ªa valor para ¨¦l. Gastaba 6.000 d¨®lares en una moneda de oro y luego no le quedaba dinero¡±, asegura.
Seg¨²n explic¨®, tanto ella como su marido trataban de mantener el contacto con ¨¦l, hasta que en 2012 ya les fue imposible comunicarse por tel¨¦fono. Otra de las aficiones del hombre, la colecci¨®n de objetos militares, fue donada al Museo Imperial de la Guerra para pagar los gastos de su funeral. Cuando se cumplen siete a?os de su fallecimiento, la se?ora Romanyshyn sigue llevando flores a su tumba y organiza un servicio conmemorativo cada Navidad.
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