Se va al extranjero para cuidar a una anciana por desespero y vive con ella la gran pesadilla: ¡°?Quieres envenenarme?¡±
La cuidadora se?ala que sab¨ªa a lo que iba, sin embargo no estaba preparada para que alguien la tratara as¨ª: ¡°Se supon¨ªa que deb¨ªa quedarme con ella durante tres meses¡±.
Una mujer cuenta su experiencia cuando tuvo que irse a Alemania a trabajar como cuidadora. La idea no la convenc¨ªa del todo, sin embargo la necesidad de conseguir un empleo la hizo coger las maletas e irse a M¨²nich a cuidar de una anciana, que se desplazaba en andador y la mayor parte de las ocasiones se manten¨ªa sentada o tumbada en la cama. El apartamento era una antigua casa de vecinos que constaba de cinco habitaciones, dos ba?os, un sal¨®n y una cocina. De hecho, uno de estos ba?os estaba automatizado, era f¨¢cil de limpiar y muy agradable. S¨®lo lo usaban los hu¨¦spedes. El ba?o que estaba dedicado para ella no ten¨ªa nada que ver suelos de ladrillo, paredes pintadas al aceite en las que era visible cada gota de agua.
Su funci¨®n era cuidar de una anciana
Las funciones de la cuidadora eran cuidar a una se?ora mayor que se desplazaba con la ayuda de un andador y a veces ni siquiera se levantaba de la cama. Adem¨¢s, era una mujer grande y robusta, lo que hac¨ªa m¨¢s dif¨ªcil moverla para desplazarla. ¡°Mi protegido tambi¨¦n era polaco, as¨ª que esperaba que nos comunic¨¢ramos f¨¢cilmente. Desgraciadamente, la se?ora se la pasaba gritando y quej¨¢ndose de que yo era un desastre, de que no sab¨ªa limpiar, de que utilizaba demasiado l¨ªquido, pasta, polvo, etc...¡±, se?ala la cuidadora.
¡°No soy una ni?a, sab¨ªa que no ir¨ªa al baile de graduaci¨®n, pero no estaba preparada para que me trataran as¨ª. Intent¨¦ explicarle que limpiar un apartamento tan grande no formaba parte de mis funciones, que s¨ª pod¨ªa ayudar, pero nada m¨¢s, a?ade¡±. La anciana era tan malvada que ella misma creaba problemas y trabajo para la cuidadora. ¡°Por ejemplo, mientras com¨ªa, accidentalmente derram¨® sopa sobre la ropa de cama y me dijo que la lavara. O en otras ocasiones dec¨ªa: ¡°Estoy sudada, tienes que cambiarme¡¡±, ¡°Lava y plancha mi pijama¡ ?No me gusta el algod¨®n tieso!¡±, sigue detallando.
La anciana era insoportable
La cosa fue a peor cuando llegaba la hora de tomar los medicamentos, un momento en el que la cuidadora en cuesti¨®n revisaba las pastillas tres veces, para asegurarse de que no se comet¨ªa ning¨²n error. ¡°?Quiz¨¢s quieras envenenarme?, entonces toma todos los objetos de valor que haya aqu¨ª y huye, ?qui¨¦n te encontrar¨¢ entonces?, explicaba lo que le dec¨ªa la anciana. ¡°Se supon¨ªa que deb¨ªa quedarme con ella durante tres meses, pero despu¨¦s de tres semanas ya no pude m¨¢s. Si no fuera porque no ten¨ªa dinero y hab¨ªa pedido dinero prestado para este viaje, ?definitivamente habr¨ªa huido de all¨ª!¡±, contin¨²a.
Un m¨¦dico ven¨ªa a ver a la anciana una vez por semana . La examinaba, la dejaba recomendaciones, a veces recetas. ¡°Un d¨ªa, me estaba mirando y me pregunt¨® si no cambiar¨ªa de trabajo, a lo que le respond¨ª que solo quer¨ªa volver a casa. El m¨¦dico me mir¨® contradecido y me plante¨® una propuesta, seguidamente me indic¨® que la tuviera en cuenta y que le informara de mi decisi¨®n¡±, explica.
La oferta era tentadora
Finalmente, tras sopesar la decisi¨®n, la mujer decidi¨® dejar el trabajo con la anciana e irse con el doctor. ¡°Result¨® que mi nuevo empleador tambi¨¦n ser¨ªa su paciente, un abogado jubilado, un hombre solitario, culto y tranquilo. Hasta ahora se las hab¨ªa arreglado solo, pero la edad poco a poco lo iba excluyendo de la actividad normal¡±, explica. ¡°Debo decir que al final la anciana me ajust¨® las cuentas muy honestamente. Incluso pareci¨® decepcionada cuando le dije que ya no trabajar¨ªa m¨¢s para ella... ?Quiz¨¢s incluso mejor?¡±, afirm¨® finalmente.
Cuidar del doctor mientras estaba en casa supuso un cambio en la vida rutinaria de la mujer, que deseaba tener un ambiente de trabajo c¨®modo y sobre todo, d¨®nde la trataran con respeto y amabilidad.
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