Qu¨¦ pas¨® con el Enola Gay, el bombardero que lanz¨® la primera bomba at¨®mica de la historia

El 6 de agosto de 1945, el cielo se cay¨® sobre las cabezas de los habitantes de la japonesa urbe de Hiroshima. La II Guerra Mundial daba ya sus coletazos finales. La Alemania nazi y la Italia fascista hab¨ªan sido esencialmente derrotadas. Pero la tercera pata del eje segu¨ªa neg¨¢ndose a capitular. Los nipones, que, a pesar de haber luchado cada palmo, hab¨ªan perdido la mayor¨ªa de sus posiciones estrat¨¦gicas, parec¨ªan dispuestos a defender sus islas hasta el ¨²ltimo hombre, mujer y ni?o.

Incluso la poblaci¨®n civil comenz¨® a nutrir guerrillas de nuevo cu?o. En muchos casos, armados con palos o armas blancas. Un gigante de rodillas que, sin embargo, se negaba a caer. Surgieron algunas voces discordantes en el mando militar, pero la opini¨®n mayoritaria dentro del ej¨¦rcito del sol naciente era que no cab¨ªa posibilidad alguna de rendici¨®n ante el empuje aliado. Estaban listos para evitar la humillaci¨®n, aunque significara alargar meses el conflicto y aumentar en millones la lista de muertos.

Los inminentes vencedores, sin embargo, estaban exhaustos. Acababan de acometer la ardua y heroica reconquista de Europa. Desde Sicilia hasta Mosc¨². Con dos frentes comprimiendo con creciente fuerza a Hitler y ac¨®litos. Nadie quer¨ªa estirar el tronar de las bombas. Pero la alternativa era igualmente aterradora. En secreto, el gobierno de los Estados Unidos, con Oppenheimer a la cabeza, hab¨ªa conseguido manufacturar las dos primeras bombas at¨®micas de la historia de la humanidad. Un arma con un potencial de destrucci¨®n desconocido e incalculable.

Cientos de miles de v¨ªctimas

Finalmente, el presidente Harry Truman -sucesor de Franklin Roosevelt-, dio luz verde al lanzamiento de los artefactos sobre dos ciudades japonesas. La primera fue Hiroshima. La segunda, Nagasaki. En el ataque del 6 de agosto perecer¨ªan alrededor de 140.000 personas. Algunas, desintegradas por las llamas. Otras, a causa de las secuelas. Pero segu¨ªa el adversario sin entregar el guante. As¨ª que se repiti¨® la operaci¨®n el 9 de agosto. En esta explosi¨®n murieron 70.000.

La bomba de Hiroshima fue transportada por un bombardero tipo Boeing B-29 llamado Enola Gay. La nave estaba pilotada por el coronel Paul Tibbets, que iba acompa?ados de una tripulaci¨®n de once. Con el tiempo, esta aeronave se convirti¨® en una especie de icono culpable de la cultura popular estadounidense. Buena prueba de ello es el lugar donde ha acabado su armaz¨®n. Se puede visitar en el Museo del Aire y del Espacio, sito en la ciudad de Washington D.C., capital del pa¨ªs. Como un talism¨¢n que recuerda, a un tiempo, el horror de la destrucci¨®n total y el alivio del fin de una guerra.