Publican una carta in¨¦dita de un soldado del ej¨¦rcito de Napole¨®n: ¡°Qu¨¦ horror, vi morir a 1.400 hombres¡±
El municipio de Nijlen ha recibido una carta hist¨®rica que data del reinado napole¨®nico, procedente de un soldado del ej¨¦rcito.

Esta carta hist¨®rica recogida del ej¨¦rcito napole¨®nico se ha transmitido dentro de la la familia Nelis de Nijlen durante muchas generaciones. Fue un pastor quien decidi¨® entreg¨¢rsela a la familia, solicit¨¢ndoles que la guardaran a buen recaudo dada su importancia hist¨®rica. El autor de la carta es Adrianus Gummarus Verwerft, un joven soldado de Nijlen, quien describe c¨®mo es formar parte del ej¨¦rcito de Napole¨®n y todo lo que vivi¨® luchando para el mandatario franc¨¦s. La carta del soldado est¨¢ dirigida a sus padres y hermanos.
¡°Vivimos aqu¨ª como lobos¡±
La carta del soldado difunde a la perfecci¨®n los sentimientos de horror, muerte y hambre. En este sentido, el soldado relata: ¡°Espero que no tengan que ir a la guerra. Ya he visto morir a 1.400 personas, incluido su compatriota Johannes Wijnants. Vivimos aqu¨ª como lobos, sin dinero ni comida, solo horror¡±. La carta en cuesti¨®n ser¨¢ protegida por el municipio de Nijlen y quedar¨¢ almacenada mediante papel libre de ¨¢cido para mantener el documento en buen estado. Por otro lado, el municipio tambi¨¦n ha decidido que la carta se digitalizar¨¢, con la intenci¨®n de que cualquier persona que quiera leer el contenido del escrito, pueda hacerlo. ¡°Sabemos que hay dos cartas similares de soldados de Nijlen¡±, dice el concejal del municipio, Charlotte Bats. ¡°Cualquier persona que posea una carta como esta siempre puede don¨¢rnosla¡±, concluye.
La dura vida de los soldados de Napole¨®n
Los soldados que formaban parte del ej¨¦rcito de Napole¨®n, eran instruidos con duras pruebas, tanto f¨ªsicas como mentales, ya que era vital mantener una buena moral y estabilidad mental, despu¨¦s de las carnicer¨ªas que ten¨ªan que hacer frente en los combates. Hab¨ªa que morir por el emperador y la cobard¨ªa en combate, claro est¨¢, estaba penada con la muerte. Una prueba de los horrores a los que ten¨ªan que hacer frente, lo relataba en un escrito un cirujano franc¨¦s despu¨¦s de la terrible batalla de Eylau, en febrero de 1807: ¡°Nunca hubo tantos cad¨¢veres apretujados en un espacio tan reducido. La nieve aparec¨ªa te?ida de sangre por todas partes¡±.
Las heridas en combate pod¨ªan llegar por armas de fuego, tajos de espada o por impactos de artiller¨ªa, en forma de bala. Los que no mor¨ªan en esas batallas ten¨ªan muchas probabilidades de fallecer tras varios d¨ªas de agon¨ªa o quedar incapacitados de por vida debido a las dificultades m¨¦dicas de la ¨¦poca. Tras la derrota en Waterloo y el posterior exilio de Napole¨®n a la isla de Santa Elena en 1815, los soldados que quedaron vivos, solo ten¨ªan dos opciones, optar por enrolarse en el nuevo ej¨¦rcito de Luis XVIII o recordar con nostalgia glorias pasadas.
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