Ni Juan Pablo ni Benedicto: la norma no escrita con los nombres que no se deben usar para elegir a un nuevo Papa
La Iglesia no tiene una prohibici¨®n expresa, pero en el argot eclesi¨¢stico existen nombres que se evitan por cuestiones de fe y otros que se ¡°vetan¡±.

El d¨ªa 8 de mayo de 2025 ser¨¢ recordado, entre los compases de la historia, como el d¨ªa en el que Robert Francis Prevost fue nombrado como el 267? papa de la Iglesia cat¨®lica, bajo el nombre de Le¨®n XIV. Un seud¨®nimo que es el cuarto m¨¢s utilizado desde que hay registros, junto con Clemente, y no es de extra?ar por su apellido num¨¦rico. Adem¨¢s, hac¨ªa m¨¢s de 100 a?os que nadie lo eleg¨ªa.
Pero en dos milenios de pont¨ªfices, de todas las ¨ªndoles, caracter¨ªsticas y legados, ?cu¨¢les son aquellos alias que ning¨²n cardenal gustar¨ªa por optar si tiene el privilegio de ser convertirse en Santo Padre? La Iglesia, oficialmente, no tiene una prohibici¨®n expresa para ning¨²n nombre. Sin embargo, existe una lista de ¡°tapados¡±, que se retroalimentan de cuestiones de fe, connotaciones hist¨®ricas y estereotipos marcados.
Solo puede haber un ¡°Pedro¡±
Es una cuesti¨®n sagrada: por respeto al primer papa de la historia, nadie puede elegir el seud¨®nimo de Pedro. Y as¨ª se ha hecho desde hace casi 1.500 a?os. Cuando en el 533, Juan II, nacido como Mercurio, decidi¨® renunciar a su nombre pagano en favor de uno cristiano, cada nuevo pont¨ªfice ha elegido cuidadosamente su alias papal, haciendo caso omiso a esta ley no escrita.
Una justificaci¨®n adherente a esta ¡°restricci¨®n¡± es que elegir ese nombre podr¨ªa percibirse como una arrogancia teol¨®gica. Del mismo modo, Jes¨²s tampoco ha sido una opci¨®n considerada viable, por razones de evidente reverencia cristol¨®gica.
Otros nombres como Lucio y Clemente, evitados por sus asociaciones con antipapas y anticlericales; o Benedicto, por la connotaci¨®n a la muerte de Benedicto XVI en 2022. Incluso nombres como Bonifacio o Sixto, pese a su historial en la Iglesia, han sido esquivados por su mala fama medieval o por resultar objeto de bromas en el presente.
La tendencia y admiraci¨®n de tener el nombre de un buen papa
En contraposici¨®n, tambi¨¦n lo hay que gozan de gran tradici¨®n y aceptaci¨®n, usados repetidamente a lo largo de los siglos. Juan encabeza la lista con 23 usos, seguido por Gregorio y Benedicto (16), Clemente y Le¨®n (14), e Inocencio (13). Esta reiteraci¨®n no es casual: muchos papas eligen nombres en homenaje a predecesores cuya obra admiran o desean continuar.
As¨ª lo fue con P¨ªo IX, que rindi¨® homenaje a San P¨ªo V; con Benedicto XVI, que evoc¨® tanto a Benedicto XV como a San Benito, patr¨®n de Europa; o con Juan XXIII, que rescat¨® un nombre en desuso para se?alar su esp¨ªritu reformador.
Y es que en este contexto, de idiosincrasia por la labor de otras figuras eclesi¨¢sticas, resulta llamativo que algunos nombre propios profundamente vinculados al cristianismo, como Jos¨¦, Tom¨¢s, Andr¨¦s, Esteban o Santiago, jam¨¢s hayan sido elegidos. Seg¨²n algunos expertos teol¨®gicos, esto podr¨ªa deberse a la fuerte carga simb¨®lica y espiritual de estas figuras, lo que har¨ªa dif¨ªcil separar la figura del Papa de las expectativas ligadas a estos santos del Nuevo Testamento.
Por tanto, y es palpable, la elecci¨®n del nombre papal es un acto personal, pero no exento de implicaciones pol¨ªticas, espirituales e institucionales. Con la Iglesia cat¨®lica en un momento de transici¨®n y desaf¨ªos, Le¨®n XIV tendr¨¢ la encomiable labor de resaltar su figura en la historia de la humanidad.
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