Ni a la playa ni al bingo: el motivo por el que los japoneses jubilados quieren ir a prisi¨®n en el fin de sus vidas
La pobreza y la soledad llevan a cientos de ancianos a buscar en la c¨¢rcel estabilidad, compa?¨ªa y atenci¨®n m¨¦dica gratuita.
Jap¨®n, conocido por su longevidad y bajos ¨ªndices de natalidad, enfrenta un fen¨®meno social inesperado. Y es que, aunque pueda parecer sorprendente, cada vez m¨¢s personas mayores eligen cometer delitos menores para ingresar en prisi¨®n. Este comportamiento, lejos de responder a tendencias delictivas habituales, pone de manifiesto problemas m¨¢s profundos como el aislamiento social, la pobreza y un sistema de bienestar que, para muchos, resulta insuficiente.
En las prisiones japonesas, el envejecimiento de la poblaci¨®n carcelaria es un reflejo del envejecimiento de la sociedad en general. Entre los muros de la c¨¢rcel de mujeres de Tochigi, la m¨¢s grande del pa¨ªs, se pueden encontrar mujeres de cabello cano y movimientos lentos, que reciben ayuda para comer, caminar y tomar sus medicamentos. Para algunas de ellas, este entorno representa una ¨²ltima esperanza de estabilidad en un mundo exterior que las ha abandonado.
Una vida m¨¢s estable entre rejas
Akiyo, una mujer de 81 a?os, cumple condena por hurto de alimentos. Para ella, la c¨¢rcel no es un castigo, sino un refugio. ¡°Quiz¨¢ esta vida sea la m¨¢s estable para m¨ª¡±, afirma. En prisi¨®n, recibe tres comidas diarias, atenci¨®n m¨¦dica gratuita y compa?¨ªa, lujos que no siempre puede permitirse fuera.
Su historia no es ¨²nica. En 2022, m¨¢s del 80% de las mujeres mayores encarceladas en Jap¨®n hab¨ªan cometido robos menores. La mayor¨ªa de ellas lo hacen por necesidad: un 20% de los mayores de 65 a?os vive en la pobreza, seg¨²n datos de la OCDE. Para quienes sobreviven con pensiones escasas, como Akiyo, el robo es una salida desesperada. ¡°Tom¨¦ una mala decisi¨®n pensando que ser¨ªa algo menor¡±, confiesa.
El problema trasciende lo econ¨®mico. Muchas de estas mujeres enfrentan tambi¨¦n el rechazo familiar y el aislamiento social. Ese abandono las lleva a perder la esperanza y, en algunos casos, a buscar en la c¨¢rcel el apoyo emocional y los cuidados que les faltan fuera. ¡°Hay personas que vienen aqu¨ª porque tienen fr¨ªo o hambre¡±, explica Takayoshi Shiranaga, guardia en Tochigi.
¡°Incluso hay gente que dice que pagar¨ªa para vivir aqu¨ª para siempre¡±
La transformaci¨®n de las prisiones japonesas es evidente. Con una poblaci¨®n carcelaria de adultos mayores que se ha cuadruplicado en dos d¨¦cadas, el sistema penitenciario se ha adaptado para ofrecer servicios de cuidado a largo plazo. Los guardias cambian pa?ales, ayudan a los internos a ba?arse y supervisan sus medicamentos. ¡°Se siente m¨¢s como un hogar de ancianos que como una prisi¨®n¡±, comenta Shiranaga.
Algunas internas, como Yoko, de 51 a?os, han adquirido certificaciones en cuidado de ancianos durante sus condenas y ahora ayudan a otras prisioneras mayores. Pero incluso con estos esfuerzos, el sistema enfrenta una demanda creciente de personal capacitado, en un pa¨ªs que necesitar¨¢ 2.72 millones de cuidadores para 2040, seg¨²n proyecciones del gobierno.
Soluciones insuficientes
El gobierno japon¨¦s ha implementado programas para apoyar a los mayores en prisi¨®n y facilitar su reintegraci¨®n, como centros comunitarios y beneficios de vivienda. Sin embargo, la eficacia de estas medidas es limitada. Megumi, otra guardia en Tochigi, subraya que el problema persiste por la falta de redes de apoyo. ¡°Muchos no tienen a nadie que los cuide al salir y terminan regresando¡±, afirma.
Para personas como Akiyo, la prisi¨®n se convierte en una alternativa a la soledad y la inseguridad. Aunque cumpli¨® su condena en octubre, la perspectiva de volver al mundo exterior la llena de temor. ¡°Estar sola es muy dif¨ªcil¡±, confiesa. Su caso es un recordatorio de los desaf¨ªos que enfrenta Jap¨®n al intentar cuidar de su creciente poblaci¨®n envejecida y marginada.
Mientras tanto, los muros de Tochigi contin¨²an llen¨¢ndose de cabellos blancos y manos arrugadas, reflejando las grietas de una sociedad en proceso de envejecimiento acelerado.
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