Los secretos de la selva m¨¢s grande del mundo: Mart¨ªn Ibarrola y la Amazon¨ªa peruana
El escritor bilba¨ªno habla con Diario AS de su libro La selva herida, la cr¨®nica de un viaje al coraz¨®n verde de Per¨²: miner¨ªa escondida, tribus ocultas y corrupci¨®n disfrazada.
Si tiramos del hilo para encontrar las tripas de esta entrevista hay que atrasar el reloj unos 500 a?os. Por all¨¢ entonces, el explorador espa?ol Juan ?lvarez de Maldonado fue nombrado gobernador del actual departamento de Madre de Dios ¡ªla pura Amazon¨ªa de Per¨²¡ª y emprendi¨® una marcha por aquel laberinto selv¨¢tico con dos intenciones: colonizar tierras y tribus todav¨ªa desconocidas para el hombre y encontrar el Paititi, el lugar en el que, las leyendas dicen, se escondieron los ¨²ltimos incas con sus tesoros tras la llegada de los conquistadores espa?oles.
As¨ª naci¨® el mito del Paititi y as¨ª comenz¨® hace cuatro a?os la aventura de Miguel Guti¨¦rrez Garitano, un viajero, explorador y escritor alav¨¦s de 45 a?os que tambi¨¦n es ertzaina. Guti¨¦rrez no ansiaba las monedas doradas del Paititi, tampoco sus tesoros, sino conocer de primera mano la historia del lugar. Busc¨® un buen escudero con el que atravesar el r¨ªo Madre de Dios en kayak (hinchable), las ciudades de barro del Amazonas y la frondosidad de la selva a golpe de machete. Y lo encontr¨®: el periodista y escritor Mart¨ªn Ibarrola decidi¨® hacer de ¡®copiloto¡¯, pues as¨ª ¡°ves mucho m¨¢s el paisaje que cuando vas conduciendo¡±.
Mart¨ªn Ibarrola (Bilbao, 1992) acompa?¨® a Guti¨¦rrez en un territorio ¡°sin ley ni justicia¡± que asemeja a un ¡°Far West moderno¡±. Recogi¨® notas a lo largo del viaje ¡ªcomo buen cronista de aventuras que se precie¡ª, y despu¨¦s de otro a?o y medio de investigaci¨®n volc¨® el Amazonas en su libro La selva herida, una obra que gan¨® el premio literario Bodegas Olarra & Caf¨¦ Bret¨®n 2022. Pepitas de Calabaza edita el libro, lo publica, y llegamos a las tripas de la entrevista, 500 a?os despu¨¦s. Esta historia comienza donde termina la carretera. Bienvenidos a Madre de Dios.
?C¨®mo se lleva a cabo una obra as¨ª? ¡°Yo sab¨ªa antes lo que ocurr¨ªa en Puerto Maldonado que en Bilbao [...] Llegu¨¦ a un puntito de obsesi¨®n que yo creo que es necesario para hacer un trabajo como este¡±, dice Ibarrola mientras r¨ªe. El contenido se divide en tres bloques, aunque todos est¨¢n interrelacionados: los pueblos amaz¨®nicos y tribus ind¨ªgenas; la explotaci¨®n minera del oro y la lucha ambiental que conlleva; y las ciudades sin ley y la corrupci¨®n. Los exploradores hicieron un c¨®ctel en el que introdujeron picaresca, atrevimiento, ¡°anti¨¦pica¡± y un toque de pasi¨®n, y compraron unos kayaks hinchables ¡ªrecordemos, para surcar el Amazonas¡ª que bautizaron con aguardiente. La aventura rebosaba en vaso ancho.
¡°Quer¨ªamos que fuera un viaje lento, que fu¨¦ramos al ritmo de la corriente. Para las primeras fases del viaje, lo mejor era un kayak. Pero claro, no ten¨ªamos dinero. El kayak pas¨® a ser un kayak hinchable y ah¨ª empez¨® una conversaci¨®n maravillosa. Tengo por ah¨ª los whatsapps de modelos de kayak hinchables que nos env¨ªamos Miguel y yo, cada cual m¨¢s demencial¡±, dice Ibarrola, que le gusta recordar ese inicio ¡°anti¨¦pico¡±. Partieron del pueblo de Atalaya, cuyos ciudadanos se congregaron en la orilla del r¨ªo para brindarles una ¡°ceremonia¡± a aquellos aventureros. ¡°Hab¨ªa como una sensaci¨®n de ¡®joder estos t¨ªos¡¯, y fue Miguel poner un pie en el kayak, volcar todas sus cosas y caer al agua. Lo que hab¨ªa empezado como un respeto de ¡®joder estos t¨ªos¡¯ deriv¨® en un ¡®por favor, no hag¨¢is esto, no sab¨¦is donde est¨¢is metiendo¡¯. Un hombre nos dijo que en los kayaks cab¨ªa el caj¨®n de un muerto¡±, recuerda el escritor entre carcajadas. Pero todav¨ªa les quedaba un mundo por delante.
Las comunidades amaz¨®nicas y las tribus ind¨ªgenas aisladas
Cuando tomaron contacto con pueblos amaz¨®nicos, Ibarrola describe la expresi¨®n corporal con la que los recib¨ªan. El lenguaje gestual, universal, permit¨ªa tomar m¨¢s o menos confianza con ellos. Algunos eran m¨¢s desconfiados que otros. ¡°Hay que entender que ellos te est¨¢n viendo como un extranjero y que est¨¢n muy acostumbrados a cierto turismo, que exige unos c¨¢nones de folklore. Inicialmente van a pensar que t¨² lo que quieres es que ellos se vistan unas plumas y te hagan un ritual y que te digan ¡®oye, luego si quieres tenemos ayahuasca¡¯. Es un rollo puramente tur¨ªstico¡±. Sin embargo, una de las mujeres que recibi¨® a los exploradores llevaba una camiseta de Mickey Mouse. ¡°Nosotros intent¨¢bamos comprender c¨®mo viv¨ªan y para eso nos ayud¨® mucho ir en esos kayaks. Nos acog¨ªan mejor. No era eso de ¡®llego en lancha, estoy 20 minutos aqu¨ª y me voy a otro sitio¡¯. Esa obligaci¨®n de ir lento nos ayud¨®. Pod¨ªas hablar con ellos, ve¨ªas c¨®mo eran. Ten¨ªan una reacci¨®n un poco m¨¢s natural, en su entorno¡±.
En todo caso, el escritor asegura que hay algunos ¡°t¨®picos¡± en torno a las comunidades ind¨ªgenas, que hay que ir ¡°con los menos prejuicios posibles y ver c¨®mo es cada una¡± de esas poblaciones. Algunas conviven con el turismo y otras siguen aisladas en las profundidades de la selva. Estas ¨²ltimas son m¨¢s peligrosas, como los mashco piro. En sus zonas lim¨ªtrofes, las autoridades clavan carteles para evitar que cualquiera se interne en zonas de ind¨ªgenas aislados.
Otras mantienen relaciones con el narcotr¨¢fico, el ¨²nico tema del que Ibarrola no pudo sacar nada de informaci¨®n: ¡°Nadie se va a arriesgar a que lo maten por decirle a un periodista ¡®mira, esto es lo que pasa¡¯. Yo eso lo entiendo, es algo que hay que pensar muy bien cuando se hacen estos reportajes con un oc¨¦ano de por medio. Tienes que cuidar mucho a tus fuentes, para m¨ª eso era lo primero. Hay mucho periodista desalmado que por sacar un titular puede poner en peligro a ciertas personas¡±. El escritor recalca que ¡°hay comunidades ind¨ªgenas que son maravillosas¡± que tambi¨¦n est¨¢n enfrentando ciertos peligros. ?A qu¨¦ se enfrentan estas poblaciones?
¡°Para empezar tienes un choque cultural. Ya hay ciertas tradiciones ancestrales que se est¨¢n empezando a diluir con el mundo moderno. All¨ª ya todos tienen m¨®viles. Da igual que est¨¦s en las zonas remotas de la Amazon¨ªa que van a tener un m¨®vil y seguramente conexi¨®n a Internet. Ah¨ª hay una lucha interna. Adem¨¢s, son zonas casi siempre con much¨ªsimos recursos naturales. Y los recursos naturales atraen a muchos depredadores. Luego tienen la amenaza de los deforestadores ilegales, tienen las rutas del narcotr¨¢fico, que pasan por ah¨ª. Todo eso tiene su impacto¡±. Y eso es solo lo que conocemos: los expertos creen que todav¨ªa hay unos 200 pueblos ajenos a la sociedad moderna en zonas de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay, Per¨² y Venezuela. El Gobierno de Per¨² ha reconocido la existencia de 20 pueblos en situaci¨®n de aislamiento, aunque algunas de estas poblaciones se encuentran en lugares tan boscosos que no se podr¨ªan avistar ni siquiera desde una avioneta.
- Cuando pasen por ah¨ª, remen r¨¢pido y nunca se paren a dormir- les advirti¨® una mujer ind¨ªgena de la etnia amarakaeri. Cuando pasaron por la zona de los mashco piro, una tribu ind¨ªgena de las profundidades del Amazonas, Ibarrola y Guti¨¦rrez remaron r¨¢pidamente al ver que un hombre, desde la orilla derecha del r¨ªo, dominada por el narcotr¨¢fico, se qued¨® de pie mir¨¢ndoles y nunca les devolvi¨® el saludo.
La explotaci¨®n minera y la lucha medioambiental
Las poblaciones amaz¨®nicas se enfrentan principalmente a los madereros ilegales, pero el Amazonas, en su conjunto, se da de bruces constantemente con la miner¨ªa ilegal. Aunque no lo parezca, la siguiente imagen es la Amazon¨ªa peruana, una zona que deber¨ªa ser tan frondosa como un br¨®coli.
Las im¨¢genes que nos env¨ªa Ibarrola llevan los siguientes t¨ªtulos: ¡°Desiertos amaz¨®nicos de La Pampa¡±; ¡°El paisaje de la miner¨ªa en el Amazonas es devastador¡±; ¡°En las pozas mineras arrojan combustible, aceite de maquinaria, restos de mercurio y sobras de la comida que traen por moto delivery¡±, etc. La fiebre del oro, la causa.
¡°En Madre de Dios la mayor parte de la econom¨ªa se basa en la miner¨ªa. Y de esa miner¨ªa hay una parte que es ilegal, otra que est¨¢ en un terreno un poco difuso y otra es la miner¨ªa formal¡±, detalla el explorador, que lleg¨® a visitar aquellos desiertos amaz¨®nicos. ?La clave? ¡°La reforestaci¨®n¡±. ¡°El minero ilegal va tan a saco y va tan sin ning¨²n tipo de cuidado por el medio ambiente, que no hay manera de volver a plantar ¨¢rboles en las zonas donde han estado¡±. Un informe reciente estima que en Madre de Dios hay una poblaci¨®n de 12.000 personas dedicadas directamente a la actividad minera; de las cuales, 5.314 (45%) son mineros informales registrados en el REINFO (Registro Integral de Formalizaci¨®n Minera). Sin embargo, hay 6.686 mineros ilegales que representan el 55% de las actividades en la regi¨®n.
Antes de continuar, el escritor hace hincapi¨¦ en la complejidad de la cuesti¨®n. ¡°Igual tienes esa sensaci¨®n de que un minero ilegal est¨¢ devastando la selva. Pero puede tener una familia a la que tiene que dar de comer. Viene de una zona rural muy, muy humilde, en la que apenas tienen para comer. Las cosas suelen ser m¨¢s complicadas. Yo quer¨ªa entender qu¨¦ est¨¢ ocurriendo, pero no hay que caer en el relativismo. Es ah¨ª cuando hay que incidir en que est¨¢ ocurriendo algo, que es terrible por X razones¡±.
Cuando viajaron hasta all¨ª, Per¨² exportaba la mayor¨ªa de su oro ilegal a Suiza, aunque tambi¨¦n se han interceptado incautaciones con destino a Alemania, Dub¨¢i, India y China, porque, tras la exportaci¨®n, ¡°las grandes empresas occidentales simplemente hac¨ªan la vista gorda¡±, relata el bilba¨ªno en su libro.
Ciudades sin ley y corrupci¨®n
¡°Suele ocurrir en estas zonas mineras que, en cuanto descubren oro, alrededor de ese punto donde lo han descubierto, se establecen asentamientos. Hay entonces una arquitectura minera de casas, de chapa, de carreteras, de barro, de vende oro. Hay mucho comercial grit¨®n, y mucho hampa. Entonces son ciudades que pueden llegar a tener bastantes habitantes, pero que no est¨¢n reconocidas por el Estado. Son asentamientos masificados¡±, detalla Ibarrola.
El escritor describe estas ciudades: ¡°Es lo m¨¢s parecido al Far West moderno que te puedas encontrar ahora mismo. Como todas las las fiebres del oro, esas ciudades tienen un n¨²cleo urbano improvisado con jerarqu¨ªas que se basan m¨¢s en el poder de la delincuencia que en una justicia. Lo sorprendente es que luego est¨¢n muy bien montadas. Por ponerte un ejemplo, los prost¨ªbulos, que en muchos casos tienen a chicas v¨ªctimas de la trata de personas o de enga?os, tienen cerveza todo el rato. ?C¨®mo llega el alcohol a La Pampa ¡ªun asentamiento de mineros ilegales¡ª, a una ciudad ilegal? Pues llega en camiones que lo mandan distribuidoras, que lo mandan compa?¨ªas. Es decir, hay un mercado, que aunque no est¨¦ regulado, funciona perfectamente. ?C¨®mo puede ser que todo lo que est¨¢ pasando aqu¨ª sea ilegal, pero al mismo tiempo est¨¦ funcionando?¡±.
¡°Si ya impresiona a vista de sat¨¦lite, a pie de carretera es terrible. Son kil¨®metros y kil¨®metros y kil¨®metros de una especie de playa aceitosa, con gasolina, con dragas y chapa. Es terrible de ver¡±.
La Operaci¨®n Mercurio fue una maniobra que el departamento de Madre de Dios puso en marcha en 2019 para reducir la miner¨ªa ilegal. Se declar¨® un estado de emergencia en la regi¨®n y cientos de polic¨ªas y militares tomaron La Pampa (que se extiende entre el kil¨®metro 98 y 117 de la carretera Interoce¨¢nica), pero ¡°alertados por un soplo an¨®nimo, los ¡®sospechosos habituales¡¯ ya hab¨ªan huido¡±, cuando las autoridades llegaron. ¡°Est¨¢n tan acostumbrados a la corrupci¨®n que no les llega a sorprender. Yo jam¨¢s hab¨ªa visto nada parecido de un sistema de corrupci¨®n. Est¨¢ en todas las esferas: instituciones forestales, polic¨ªa, el ej¨¦rcito, el gobierno regional, etc. Absolutamente en todas las esferas tienes esa corrupci¨®n que impide que todas otras problem¨¢ticas se puedan solucionar. Es gente que lo est¨¢ bloqueando¡±, explica el aventurero.
¡°Adem¨¢s, las zonas rurales tienen esa sensaci¨®n constante de que les han olvidado. Nosotros tenemos una visi¨®n muy rom¨¢ntica de la selva, como muy de exploradores. Pero es que all¨ª es como el campo. Tienen esa sensaci¨®n de marginalidad absoluta, donde hay una corrupci¨®n que todo el mundo conoce y que da igual¡±. Uno de los taxistas con los que Ibarrola y Guti¨¦rrez atravesaron parte de Madre de Dios les cont¨® que lleg¨® a pasar controles policiales con un motor para dragas en el asiento de atr¨¢s. La gesti¨®n fue muy sencilla: les dio dinero para ¡°gaseosita¡±, el t¨¦rmino utilizado para referirse a un soborno.
¡°No somos conscientes del nivel de sacrificio¡±
Sin embargo, las voces se est¨¢n alzando contra todos los frentes que amenazan la Amazon¨ªa. Uno de los prejuicios que Ibarrola dec¨ªa tener era que los defensores ambientales siempre se est¨¢n enfrentando a ¡°petroqu¨ªmicas gigantescas¡± y que al final era ¡°una batalla de David contra Goliat, todo muy ¨¦pico¡±. Y muchas veces la batalla que hacen estos ambientalistas es ¡°m¨ªnima¡±. En Madre de Dios, el aguajal (palmera) se tala y se recoge su fruto ¡°bastante codiciado¡± del suelo. El hijo de Demetrio, uno de los personajes descritos en el libro, fue asesinado por defender los bosques que crec¨ªan en su terreno. Entre otras iniciativas, propon¨ªa una nueva t¨¦cnica, m¨¢s sostenible: subirse con un arn¨¦s, coger el racimo y esperar a que los frutos florecieran el a?o siguiente.
¡°Por cosas como esas te acaban matando. Aqu¨ª no s¨¦ si somos conscientes del nivel de sacrificio que asume mucha gente all¨ª por defender esos recursos naturales. Es que ni nos hacemos a la idea, porque aqu¨ª hay una cierta comodidad desde la que somos ambientalistas. Pero cuando realmente te pueden matar, el m¨¦rito es tan grande¡¡±. ¡°No lo hacen por lo medi¨¢tico. No tienen Instagram ni Facebook. Pero a¨²n as¨ª se mantienen. He hablado con casos en los que han sacrificado todo lo que ten¨ªan por proteger esos bosques¡±.
En este punto hemos alcanzado las entra?as de Madre de Dios, pero en realidad es solo la superficie. La selva herida se sumerge a pulm¨®n en el Amazonas y cuenta todas las peque?as historias que dibujan la inmensidad del lugar. La librera cuyos libros envejecen con ella, la fiscal que s¨ª lucha por el medio ambiente (incluso cuando escuch¨® el silbido de las balas), los mineros que dejar¨ªan sus trabajos y potenciales riquezas por ser poetas y cantantes, el burgal¨¦s que ahora es el director de la radio m¨¢s importante de la Amazon¨ªa peruana, un asentamiento amaz¨®nico repleto de cient¨ªficos¡ Es el puzle verde m¨¢s grande de todo el planeta.